De un año a otro, dos fiestas muy diferentes. En la Vendimia 2021 Rodolfo Suárez fue anfitrión sólo en lo formal, entre políticos y empresarios; la pandemia obligó a dejar de lado el festejo popular, esencial en nuestra fiesta. La versión virtual que se emitió, con acierto, por lo menos permitió recordarle al mundo que pese a la adversidad Mendoza no dejó de homenajear a su industria madre.
En cambio, esta Fiesta de la Vendimia le permitió al Gobernador volver a sentir que lo que más le gusta a los mendocinos es salir a las calles a disfrutar de la mayor cita anual que tiene la provincia, incluyendo a las reinas departamentales. Y Suárez también disfrutó y tuvo el argumento ideal para dejar en un segundo plano roscas y especulaciones inevitables de la vida política. Se limitó a hablar en los actos que el empresariado organiza para esta ocasión. Consiguió que las luminarias para la carrera presidencial de su espacio en lo posible no se encendieran a su alrededor.
El año pasado, el Gobernador había tenido como principal visitante al presidente de la Nación, que llegó tardísimo y convirtió en almuerzo el desayuno de la Coviar, su único destino. Allí Alberto Fernández prácticamente improvisó un discurso y regresó a Buenos Aires. En cambio, ayer quien representó al Ejecutivo nacional fue el ministro Julián Domínguez, conocedor de las virtudes vitivinícolas y una cara siempre amable del kirchnerismo gobernante, a pesar de que en su equipaje llegaron pocos obsequios (anuncios) para las expectativas del sector, en especial por la demandada baja de retenciones a las exportaciones.
No pasó inadvertido para el análisis el mensaje que dejó en el encuentro de Coviar el gobernador jujeño, Gerardo Morales. El también titular de la UCR nacional habló antes de Suárez y dejó una invitación a bajar tensiones políticas y opinó que el encuentro entre empresarios, políticos y funcionarios es un ejemplo de que se puede ir en contra de la grieta que domina a la dirigencia argentina.
Y fue muy elogioso de la llamada calidad institucional de esta provincia (“Mendoza es como un faro que derrama aprendizaje en todo el país”, sostuvo), resaltando entre otras cosas la no reelección de gobernador.
¿Aval para Suárez a futuro? Morales es un referente del radicalismo nacional. No le faltan pretensiones en cuanto a su proyección. Su opinión siempre es tenida en cuenta, o, por lo menos, temida, porque muchas veces se rebela y arremete sin muchas contemplaciones, aun con los socios partidarios de la coalición Juntos por el Cambio. Al gobernador mendocino, al que siempre varios posicionan para la “liga” nacional, no le viene mal este tipo de respaldo.
En sus mensajes Rodolfo Suárez fue enumerativo de los pasos que dio en lo que lleva de gestión. Como una suerte de ensayo para lo que deba decir el 1 de mayo, cuando inaugure el nuevo año legislativo provincial.
Destacó la continuidad con lo hecho por Alfredo Cornejo en su período anterior (especialmente en las reformas en el ámbito judicial) y se lamentó de los tropiezos que tuvieron sus propias iniciativas, como la llamada reforma institucional y la ley de educación. Atribuyó esos obstáculos a “mezquindades sectoriales”, con lo que involucró a la oposición provincial. Quienes son más críticos de su gestión, incluido el propio radicalismo, suelen decir por lo bajo que faltó bastante iniciativa política para movilizar esas propuestas. Y la oposición siempre se cobijó bajo el paraguas de la pandemia para fundamentar sus negativas.
Las diferencias en cuanto al manejo del gobierno entre Suárez y su antecesor, que las hubo y hay, siempre quedaron entre las paredes del radicalismo mendocino. Esa fue una gran virtud que tuvo el actual mandatario, que no cedió nunca a las tentaciones del kirchnerismo para diferenciarse en algo con su antecesor. El endeudamiento de la Provincia es el más claro ejemplo. No necesariamente lealtad, sino una clara convicción de que ese fue y es el camino.
En definitiva, Suárez considera, y lo reiteró ayer, que las iniciativas que no pudo concretar impiden seguir en el derrotero trazado por la administración de Cornejo en lo referente a un mejor equilibrio fiscal, menos impuestos, austeridad en la gestión pública y reducción del tamaño del Estado. Pese a ello algunas concreciones en el área de Hacienda mantienen una línea de gestión y negociación, como demuestra el acuerdo logrado con el Banco de la Nación por deudas con él y para que siga siendo el agente financiero de la Provincia.
El Gobernador también fue en línea con el pensamiento nacional de Juntos por el Cambio cuando criticó la “marcha errática de la macroeconomía del país durante tanto tiempo. Es como un tren de frente que impacta contra cualquier economía regional”, graficó con acierto. Y se sumó al reclamo generalizado de la industria vitivinícola en cuanto a la eliminación de retenciones por exportaciones, algo que, como ya se ha señalado, quedó pendiente por decisión de la Nación.
Y no faltó la mención a Portezuelo del Viento, a esta altura un dolor de cabeza para el gobierno provincial no por la obra en sí, sino por las indefiniciones de la Presidencia de la Nación sobre el planteo pampeano para que se haga un nuevo estudio de impacto ambiental.
En este momento Mendoza necesita que Alberto Fernández laude de una buena vez para que se pueda determinar qué hacer con los recursos que con toda justicia Mendoza está recibiendo de la Nación.
Suele decirse desde la Casa Rosada que el giro periódico de miles de dólares es un ejemplo de que no se discrimina a Mendoza por cuestiones políticas y partidarias. Tienen razón, ¿cómo no? Pero también deben reconocer en la Nación que ese postergado pago compensatorio comenzó a materializarse durante el mandato presidencial anterior. De lo contrario, Mendoza todavía se encontraría esperando la materialización de lo que en su momento Julio Cobos logró pactar con Néstor Kirchner.
En lo que se refiere a candidaturas provinciales, es inevitable que cada uno de los interesados encare su juego. Siempre en una antesala electoral este festejo es propicio para dejarse ver. Si bien se mantiene la restricción sugerida (o impuesta) por el Gobernador, en especial entre los intendentes radicales que quieren anotarse para intentar sucederlo en el cargo, más de uno se movió en estos festejos pensando en mayor medida en posibilidades futuras que en la función que ocupan en este momento.
Siempre en Cambia Mendoza, del lado de Omar De Marchi hubo bastante moderación en estas jornadas de Vendimia. Sin duda el nuevo lanzamiento del actual diputado nacional macrista es un hecho, pero el mismo lujanino se encargó de bajar el tono a través del contacto que tuvo ayer con algunos medios. Priorizó el clima festivo de los mendocinos, fue prudente en cuanto a sus disidencias con la actual administración local (bajó el tono de sus reparos al proyecto de boleta única que presentó el ministro Ibáñez) y sí mostró estar más predispuesto para la contienda que se espera en el Congreso por el acuerdo con el FMI.
De todos modos, De Marchi y sus seguidores serán la extensión local del nivel de tensión que pueda existir en Juntos por el Cambio de ahora en más. Aunque la cada vez más clara división que generó en el oficialismo la resistencia camporista al acuerdo con el FMI debería llevar a Juntos por el Cambio a consolidarse como coalición.
Y muy poco recogió el PJ local de la visita de funcionarios nacionales a la Vendimia. Es cierto que quienes llegaron no son convocantes, pero también hay que destacar que las desinteligencias en cuanto al rumbo del gobierno nacional terminan repercutiendo aquí, con una dirigencia golpeada electoralmente y sin poder encontrar un rumbo para pensar en una recuperación en 2023. Un período opaco para el peronismo mendocino.