Si la oposición no logra los dos tercios que necesita en el Senado para destituir al presidente, Sebastián Piñera continuará en el cargo los cuatro meses que restan a su mandato. Aun así, quedará en la historia como el primer mandatario sometido a juicio político en Chile.
La Cámara de Diputados lo empujó a esa instancia en una maratónica sesión. A los 78 votos que la oposición necesitaba para aprobar el juicio político, los consiguió gracias a la proeza retórica de un legislador. El diputado socialista Jaime Naranjo alargó su discurso durante casi quince horas, para estirar el momento de la votación hasta que Giorgio Jackson completara la cuarentena que debió cumplir como contacto estrecho y viajara desde Santiago a Valparaíso para emitir el voto número 78.
Parece difícil que en el Senado la oposición alcance la mayoría necesaria para la destitución, pero el impacto sobre la de por si magullada imagen de Piñera ya se ha producido y la pregunta es ¿a quién favorecerá en la elección presidencial del 21 de noviembre?
Una primera impresión diría que favorecerá a Gabriel Boric, el candidato de la izquierda. Una ley de gravedad en política parece determinar que toda debilidad de la derecha fortalece a la izquierda y viceversa. Pero en el mundo de este tiempo, la física política se altera. En las actuales circunstancias, predomina la tendencia a que toda debilidad del centro favorece a un extremo. Y en esta ocasión, al extremo con gravitación lo ocupa el ultraconservador José Antonio Kast, mientras que el atribulado Piñera representa la centroderecha y la coalición que postula a Boric se situó en la centroizquierda, a pesar de que el ex líder estudiantil ha tenido posiciones ideológicas duras y actuaciones controversiales.
A diferencia de la exitosa centroizquierda forjada por democristianos y socialistas que gobernó con Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, la coalición que lidera Gabriel Boric incluye al Partido Comunista. No obstante, sus postulados y propuestas se encuadran en la visión socialdemócrata.
El juicio político a Piñera surgió de la investigación conocida como Pandora Papers: el contrato de la venta de un emprendimiento minero de empresas de Piñera, realizada por sus hijos durante su primera gestión presidencial, incluyó una cláusula que condiciona el tercer pago que completa la suma pactada a que el área donde se encuentra la mina no sea declarada zona de protección ambiental.
Aunque, probablemente, el Senado no apruebe la destitución, el hecho impacta negativamente en el gobierno y esto, indirectamente, impacta sobre el candidato del espacio oficialista: el centrista Sebastián Sichel. Y los apoyos que se alejan de la centroderecha no van hacia la centroizquierda, sino hacia la derecha extrema. Allí está José Antonio Kast.
El exponente del conservadurismo duro es un discípulo de Jaime Guzmán, el hombre que escribía los discursos del general Pinochet y diseñó la constitución que la dictadura dejó como legado. Kast fue legislador por el partido que fundó Guzmán, quien fue asesinado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Pero la Unión Demócrata Independiente (UDI) terminó integrando con Renovación Nacional (RN) la centroderecha chilena que llegó al poder con Piñera. Y Kast emigró hacia el extremo, creando el Partido Republicano.
Su proclamada identificación con Jair Bolsonaro hizo que se lo considerara el exponente chileno de lo que representa el presidente de Brasil, posición fácil de identificar con la derecha extrema.
Cuando todo parecía indicar que Sichel le disputaría a Boric cabeza a cabeza la presidencia en las urnas del 21 de este mes, comenzó el crecimiento vertiginoso de Kast en las encuestas. Favorecido por la xenofobia que generó en poblaciones del norte la inmigración ilegal y por el temor que genera la cuestión mapuche en poblaciones de las sureñas regiones de Biobío y Araucanía, alcanzó en las encuestas al candidato de Piñera y a la candidata democristiana Yasna Provoste.
Posteriormente comenzó el derrumbe acelerado de Sichel y la emigración de esos votos centroderechistas parece encaminarse mayoritariamente a Kast, quien a finales de octubre ya aparecía cabeza a cabeza con Boric para dirimir la presidencia.
Falta ver qué efecto tendrá en el electorado centrista y centroderechista el juicio político a Sebastián Piñera. Pero no se puede descartar que, en lugar de fortalecer al candidato de la izquierda, se vuelque con masividad al ultra-conservadurismo. Si así ocurre, al concluir el mandato de Piñera la realidad institucional de Chile tendrá, como la efigie del dios Jano, dos rostros contrapuestos: un presidente de extrema derecha y una asamblea constituyente con muy fuerte gravitación de la izquierda. ¿Cómo convivirán? Es una incógnita, que quizá nunca se devele. La moneda todavía está en el aire y a la última palabra la tendrán las urnas.