Con Buenos Aires no se puede vivir y sin Buenos Aires tampoco

Buenos Aires, con Rosas federal y durante la etapa liberal unitaria que inicia Mitre, no quiso compartir los ingresos y egresos que producían la Aduana y el puerto porteño.

Con Buenos Aires  no se puede vivir y sin Buenos Aires tampoco
Bartolomé Mitre

En un artículo publicado en diario Los Andes, el escritor José Narosky considera a Bartolomé Mitre como un gran estadista argentino, pero en realidad lo fue solo de Buenos Aires a quien defendió siempre por encima de todo y de todos.

Como dice muy bien el artículo de Hilda Sábato, Urquiza debió vencer a Rosas para poner en práctica la organización nacional a la que tanto se había opuesto Rosas y los porteños.

Justamente estos porteños, comandados por Mitre, fueron los que boicotearon al Congreso Nacional, convocado por Urquiza y que luego dictaría la constitución de 1853.

Mitre y Alsina, por no decir, la mayoría de los porteños ilustrados realizan la revolución porteña de 1852 que logra la separación de Buenos Aires del resto de la Confederación Argentina.

Durante siete años existieron dos Argentinas, de 1852 a 1859: El estado argentino de Buenos Aires y la Confederación Argentina con capital en Paraná y con nuestra Constitución vigente.

Buenos Aires, con Rosas federal y durante la etapa liberal unitaria que inicia Mitre, no quiso compartir los ingresos y egresos que producían la Aduana y el puerto porteño.

Los porteños, unitarios o federales, obtuvieron ganancias siderales que superaba la suma de la producción de todo el interior.

Por eso Buenos Aires se impuso al Interior y al Litoral, manejaba todo el poder económico y político.

Durante la etapa rosista (de 1829 a 1852) Rosas pasó a controlar todo el interior pero nunca dispuso la distribución de los ingresos del puerto y de la Aduana, incluso ni con su Ley de Aduanas.

El Interior pedía proteccionismo económico a su producción; mientras que el Litoral solicitaba la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay para no pagar por la Aduana porteña.

Es decir que el producto que ingrese por el exterior tenga el mismo valor en Buenos Aires y en todos los puertos del Litoral.

Posteriormente Urquiza lo impone en un artículo de nuestra Constitución.

Desde 1852 a 1859, la Confederación se empobrecía y Buenos Aires prosperaba económicamente.

Desde Paraná no se podía sostener a todas las provincias. Urquiza necesitaba del puerto porteño.

Ese es el mal argentino: todo el interior mira a Buenos Aires, mientras Buenos Aires nos da la espalda y mira hacia el exterior. Con Buenos Aires no se podía vivir, y sin Buenos Aires tampoco.

Mitre fue gobernador de Buenos Aires entre 1860 y 1862.

Encabezó al ejército en la batalla de Cepeda de 1859, donde Urquiza lo vence y obliga a Buenos Aires a unirse a la Confederación y a aceptar, con condiciones, la Constitución Nacional.

En 1859 se logra la unión Argentina y en 1861, curiosamente, en medio de la batalla de Pavón y con la victoria en sus manos, Urquiza se retiró del campo de batalla permitiendo la victoria de Mitre.

¿Por qué Urquiza hizo lo que hizo?

En primer lugar, Urquiza era estanciero. Siempre había pactado con la oligarquía porteña compuesta por estancieros.

Pactó con Rosas hasta que éste monopolizó la navegación de los ríos.

Pero la resistencia contra los estancieros porteños había resultado muy costosa para la Confederación.

Es así que aceptó mantener con los porteños, bajo Mitre, un trato similar al que tenía bajo Rosas.

Al fin y al cabo habían peleado juntos en el Ejército Grande que derrotó a Rosas.

Con la victoria de Pavón de 1861 el grupo liberal (unitario) de esa provincia, dirigido por Bartolomé Mitre, impuso el predominio porteño al resto de las provincias.

Eliminó a todos los caudillos del interior, menos al Chacho Peñaloza, que luego lo reconoció como presidente de la Nación y para colmo lo traicionan posteriormente en 1863.

Mitre y Sarmiento festejaron su muerte.

Con Mitre: el poder nacional volvía a Buenos Aires.

* El autor es Profesor de Historia.

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