Con la economía sola, no alcanza

Con relación al mundo del siglo XXI, Mario Bunge pensaba que debían fusionarse las facultades de economía, sociología y ciencias políticas. El que esto escribe agrega derecho, pues la ignorancia de los temas institucionales que muestran algunos de los economistas que han pasado o están con responsabilidades de gobierno es harto preocupante.

Con la economía sola, no alcanza
Mario Bunge, el gran intelectual argentino y universal.

Mario Bunge, uno de los intelectuales más notables de nuestro país, emigrado en 1966 luego de la noche de los bastones largos, cuando Onganía intervino la UBA, siempre atacada por los que detestan la libertad de pensar y expresarse, decía que el siglo XX se explicaba por la fusión de dos ciencias que habían sido encaradas separadamente, la química y la biología. Cuando surgió la bioquímica se concretaron grandes avances que caracterizaron el siglo.

Con relación al mundo del siglo XXI en el que fallece a los cien años pensaba que debían fusionarse las facultades de economía, sociología y ciencias políticas. El que esto escribe agrega derecho, pues la ignorancia de los temas institucionales que muestran algunos de los economistas que han pasado o están con responsabilidades de gobierno es harto preocupante.

Bunge en su crítica a Marx le recrimina la falta en sus análisis de los temas sociales, culturales, históricos y políticos.

Cuando observamos la larga lista de los que aportaron novedades, propusieron cambios y reformas en las cuestiones relacionadas con la riqueza, su generación y distribución, vemos que son teólogos, filósofos, juristas.

En la Escuela de Salamanca fundada por el Dominico Francisco de Vitoria durante el siglo XVI un grupo de teólogos trabajan sobre la tasa de interés despenalizándolo desde la mirada religiosa que había considerado pecaminoso el préstamo frenando el desenvolvimiento económico. Aparecen estudios sobre la inflación coincidiendo con ese fenómeno provocado por la abundancia de plata proveniente de América y se especula sobre la teoría subjetiva del valor que será el gran aporte en el siglo XIX de Carl Manger, considerado el padre de la escuela austríaca. Domingo de Soto, Luis de Alcalá, Martín de Azpicueta y el jesuita Francisco Suárez, estos pensadores afrontaron el desafío intelectual que significó el descubrimiento de América, la circunnavegación de África, la navegación oceánica entre Europa y Asia, el renacimiento, la reforma protestante en una España que a partir de esos cambios jugó un rol hegemónico en Europa con implicancias globales.

Entre los fisiócratas encontramos desde médicos como Quesnay a sacerdotes como el italiano Galiano. Será un profesor de filosofía y moral el fundador del liberalismo económico, Adam Smith quien antes de “la Riqueza de las Naciones” publica “Teoría de los Sentimientos Morales.”

Frederic Bastiat es considerado el defensor del libre mercado más importante en la Francia de la primera mitad del siglo XIX. Su libro “La Ley” señala la importancia del derecho para preservar las libertades y derechos individuales; advierte sobre “las expoliaciones” con visos de legalidad y remarca la necesidad de actuar en función del largo plazo y sus implicancias para la mayor parte de los habitantes sin quedarse en lo inmediato.

Tanto Carl Manger, Von Mises y Hayek son hombres formados en el derecho y la filosofía como Keynes en las matemáticas, en esta disciplina de gradúa.

Es que la economía no es una ciencia exacta que se puede traducir en una serie de ecuaciones o algoritmos. Se trata del comportamiento humano y de la acción de factores que escapan a los gobiernos y los estados individuales. Las externalidades como se conocen esos factores que están fuera del alcance de quienes tiene a su cargo un programa económico. Ya sean devaluaciones no previstas de un vecino, el contagio que provoca la crisis de la balanza de pagos de alguno o las dificultades para afrontar los servicios de la deuda de un país de la región como lo vimos en los noventa con la crisis del efecto “tequila”. Barreras arancelarias y las conocidas como para arancelarias son otros elementos que no se toman en cuenta.

También está el conocimiento de la historia. La crisis del 2008 se resolvió con bastante celeridad porque Ben Bernanke el titular de la Reserva Federal de USA era el académico que más había investigado la crisis de 1929 y los errores que la prolongaron, el principal la creencia que se “solucionaba sola”.

En nuestro país el hombre que nos rescató de la crisis de 1929 y es reconocido en el exterior como el más exitoso para resolverla, Federico Pinedo, era abogado y sobre todo un hombre inteligente que sabía elegir colaboradores laboriosos y dotados intelectualmente.

En el Plan Austral fue reconocido el aporte de Ricardo Eipelbaun un prestigioso abogado, para diseñar “el desagio”, el esquema para eliminar el arrastre de la indexación que demora la baja de la inflación y en la convertibilidad el que la diseñó fue otro abogado reconocido como Horacio Liendo.

Afrontar las cuestiones económicas es algo complejo y requiere entonces de personas de una amplia formación que excede las cuestiones técnicas de la profesión, lo que no implica subestimarlas.

En una columna reciente un economista respetado como Ricardo Arriazu señala que el problema de planes de estabilización que fueron exitosos al inicio, pero no perduraron, fue la falta de reformas. Así es, pero para eso es donde entre en juego la política que está por encima de todo.

* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.

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