Cornejo y Suárez van por el récord de Bordón, Gabrielli y Lafalla

El “equipo de los mendocinos” ganó cinco elecciones consecutivas desde 1987. La alianza gobernante se encamina a empatar esa marca en noviembre y los líderes radicales ya piensan en la proyección nacional: el ex gobernador se imagina como un nuevo Emilio Civit y el actual, en la vicepresidencia.

Cornejo y Suárez van por el récord de Bordón, Gabrielli y Lafalla
Rodolfo Suárez y Alfredo Cornejo.

Alfredo Cornejo ha guardado durante años un recuerdo de su primer triunfo electoral en Mendoza: la tapa de Los Andes del día siguiente de la votación, cuidadosamente enmarcada y protegida por un vidrio. Fue en 2005, como candidato a diputado nacional, cuando gobernaba Julio Cobos. El protagonismo en la foto y en el título se lo lleva el entonces jefe del Ejecutivo.

El ahora candidato a senador nacional, que tiene una particular fascinación por el análisis de los medios, solía mostrarla para explicar a sus interlocutores cuál era el eje central de una legislativa. Aquel triunfo era del gobernador que plebiscitaba su gestión y no del candidato que lo había representado.

Por eso, en 2017, el protagonismo se lo llevó él como gobernador cuando su entonces ministra de Salud, Claudia Najul, fue la candidata a diputada nacional más votada. La pregunta, sin una respuesta clara, es quién fue el dueño de la victoria hace dos semanas. Rodolfo Suárez, el gobernador que plebiscitaba su gestión, o Cornejo, el candidato y a la vez el “padre” del proyecto político que gobierna Mendoza hace seis años bajo el liderazgo de la UCR.

Seguramente, en la más profunda intimidad, cada uno de ellos se sentirá un poco más dueño que el otro. Puestos frente a frente, tal vez optarían por una salida elegante y dirían que ganó “el proyecto”, aunque la gestión actual ya no tenga las mismas prioridades que la anterior, ni el mismo estilo, aunque preserve algunos postulados básicos que marcan la continuidad.

Cornejo y Suárez están a punto de igualar un récord que ostenta hasta ahora otro grupo político que hegemonizó la política provincial: el de los justicialistas José Octavio Bordón, Arturo Lafalla y Rodolfo Gabrielli, que supieron aprovechar el marketing político para eternizarse en el recuerdo como “el equipo de los mendocinos”.

Ese peronismo ganó cinco elecciones consecutivas: 1987, cuando fue electo Bordón; la legislativa de 1989, que coincidió con la presidencial que consagró a Carlos Menem; 1991, con Gabrielli de candidato a gobernador; la legislativa de 1993, con una aplastante victoria, y 1995, con Lafalla al frente de la fórmula.

José Octavio Bordón inició el período más exitoso del peronismo en Mendoza en 1987. Aunque apoyó a Carlos Menem en la interna del PJ, cuando el riojano asumió en 1989 rechazó ser su ministro de Obras.
José Octavio Bordón inició el período más exitoso del peronismo en Mendoza en 1987. Aunque apoyó a Carlos Menem en la interna del PJ, cuando el riojano asumió en 1989 rechazó ser su ministro de Obras.

Las dos últimas de su ciclo las perdió: la legislativa de 1997, ante el PD, y la ejecutiva de 1999, que ganó la Alianza y en la que se despidió del poder saliendo tercero. Por entonces, ya quedaba poco del “equipo de los mendocinos”: Bordón había dado un portazo y Lafalla se había distanciado de Gabrielli por la herencia que le dejó. El desgaste inexorable que provoca el paso del tiempo y la caída en desgracia del menemismo hicieron el resto.

Los radicales y sus aliados marchan con paso seguro hacia su quinta victoria consecutiva también. Hasta en el Frente de Todos dan por hecho el triunfo oficialista en noviembre.

Claro, aquel peronismo ganó tres ejecutivas y dos legislativas. El oficialismo actual contabilizará tres legislativas (2013, 2017 y la contienda de este año) y dos ejecutivas (2015 y 2019).

El premio mayor

El objetivo de Cornejo y Suárez es encadenar tres mandatos consecutivos y así igualar también la permanencia en el poder de aquel peronismo renovador bordonista. Otra vez puestos a hacer futurología, ni los dirigentes más optimistas del Frente de Todos creen sinceramente tener alguna posibilidad de ganar en 2023.

La consultora Martha Reale lo explica a partir del comportamiento del electorado: “La gente premia o castiga a los gobiernos con su voto, pero cuando no encuentra una opción real en la oposición, mantiene su apoyo al oficialismo aun cuando no la convenza del todo”.

Más allá de la valoración social de la actual gestión, el problema del peronismo para remontar la cuesta precisamente es ese: los mendocinos no lo perciben como opción y sólo conserva el apoyo de los incondicionales. “No veo que ninguno de los dirigentes actuales del PJ pueda crecer en los próximos dos años”, se tranquiliza un radical que ocupa un despacho importante en la Casa de Gobierno.

A diferencia de los “perogansos” de los ´80, que ampliaron la base de su electorado hacia los sectores medios y altos inclusive, al mix actual de kirchnerismo y PJ territorial le cuesta captar votos fuera de su núcleo duro.

Es cierto, el radicalismo también se ilusionó con las tres gobernaciones al hilo hace 14 años, pero la historia es conocida: César Biffi terminó perdiendo ante Celso Jaque una elección que creían ganada de antemano. Así, el ciclo se cortó tras los mandatos de Roberto Iglesias y Cobos.

“Aquella vez no había proyecto ni continuidad. El Roberto lo único que quería era manejarlo a Cobos. Y el Julio se dedicó a hacer crecer su imagen y no hizo un buen gobierno”, analiza un radical que participó de aquel proceso y también del actual. A eso habría que sumar el cisma por la alianza cobista con Néstor Kirchner.

Hoy el proyecto político puede vislumbrarse, aunque se haya desdibujado la gestión. La pandemia es el argumento oficial que explica esos desajustes. Pero el radicalismo está encolumnado (más allá de algunas quejas subterráneas) y también, aunque obligado, mantiene por ahora sus pies dentro del plato el Pro local.

Igual, algunas voces ya susurran una autocrítica. Un radical más cercano a Cornejo que a Suárez cuestiona cierta falta de acción en el gabinete y apunta en particular a algunos ministros, como Ana María Nadal, de Salud, y Raúl Levrino, de Seguridad, que también han sido blancos de los reproches del peronismo legislativo.

El Gobernador no piensa lo mismo. Se muestra conforme con su equipo y dejó en claro a los suyos que no hará cambios, más allá de los obligados por la mudanza al Congreso nacional de Mariana Juri y Lisandro Nieri.

Aunque hay un dato que confirma el escaso protagonismo del gabinete: ninguno de sus integrantes puede anotarse en la carrera por la gobernación. Sólo hay intendentes en esa lista hoy: Tadeo García Zalazar, Marcelino Iglesias, Daniel Orozco y Ulpiano Suárez. Si ninguno de ellos cuajara, siempre está la posibilidad de volver a Cornejo.

El salto nacional

El proyecto liderado por Bordón buscó trascender nacionalmente a partir de la marca Mendoza. Aunque inicialmente apoyó a Menem en su puja con Antonio Cafiero, el entonces gobernador rechazó el ofrecimiento de integrar el gabinete nacional cuando el peronismo remplazó a Raúl Alfonsín.

Bordón tenía su propio y único plan: ser presidente. Pero el riojano era un obstáculo imposible de sortear en los tiempos de la aún aplaudida convertibilidad, por eso optó por romper y dar pelea desde afuera, aunque sus principales aliados no lo acompañaran. Por entonces, ya lo había sucedido Gabrielli, que se había dejado cautivar por los brillos del menemismo.

Confiado en que el proyecto político que fundó está consolidado, Cornejo va más allá de la meta de un tercer gobierno y también piensa en un futuro nacional basado en la marca Mendoza.

Tal vez porque aprendió de aquella experiencia fallida de Bordón, su objetivo es menos pretencioso y se conforma con lograr influencia en la liga mayor. Eso puede obtenerlo como jefe de Gabinete o ministro del Interior de un futuro gobierno de Juntos por el Cambio. También al frente de Obras Públicas. “Un nuevo Emilio Civit”, se entusiasma en charlas con sus más leales.

Antes de eso, su plan es fortalecer a la UCR dentro de la alianza. Los resultados de las internas disputadas en las últimas PASO lo alientan, tanto como la novedad de que el Pro no tiene un líder definido ahora: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich pelean por ese rol.

Pero mientras Cornejo teje su proyecto nacional, su sucesor el jueves se mostró en un acto de gestión en Buenos Aires con Rodríguez Larreta, a quien valoró ante la prensa. Tal vez, aunque menos explicitado, Suárez tenga su propio plan. Siempre atento a las encuestas, hace algunos meses hubo una que llamó su atención: lo medía como posible vice de una fórmula encabezada por el alcalde porteño.

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