Coronavirus y queso gruyere

El proceso de vacunación será lento y paulatino. Mientras tanto, es importante seguir aplicando una serie de medidas que minimicen la posibilidad de contagio.

Coronavirus y queso gruyere
El proceso de vacunación será lento y paulatino. Mientras tanto, es importante seguir aplicando una serie de medidas que minimicen la probabilidad de contagio. Foto: Orlando Pelichotti

Bastantes personas piensan, ilusoriamente, que la esperada aplicación de vacunas solucionará instantáneamente la pandemia y todo volverá a la anterior normalidad.

El proceso de vacunación será lento y paulatino. Mientras tanto, es importante seguir aplicando una serie de medidas que minimicen la probabilidad de contagio.

Los expertos en seguridad de sectores como aeronáutica y trenes de alta velocidad aluden a los procesos en que intervienen con una metáfora: la estrategia del queso gruyere, haciendo entonces una comparación en sentido figurado.

Se refieren a la necesaria superposición de medidas de seguridad que limiten las consecuencias de errores humanos.

La expresión fue propuesta por James Reason, en su libro de 1990 “Human error”.

En ese enfoque, el uso del barbijo se asimilaría a una primera rebanada de queso, reduciendo el riesgo de que nos contagiemos o contagiemos a los demás.

Pero será menos eficaz si no ajusta bien, si no cubre la nariz, si la tela es holgada, si no se lava o no nos lavamos las manos después de tocarlo.

Estas posibles falencias equivalen a los agujeros en la tajada de queso gruyere.

Pero si agregamos otra tajada, la distancia social, quizás se cubran algunos agujeros.

El lavado frecuente de manos, la protección de los ojos, no tocarse la cara, evitar o minimizar el tiempo de estadía en lugares cerrados (locomoción colectiva, gimnasios, bares y restaurantes), abstenerse de ir a fiestas o reuniones masivas (ya vendrán los tiempos de hacerlo), son otras tajadas, con lo que disminuye la probabilidad de que los agujeros inestables queden alineados y dejen pasar el virus. Pronto se agregará, paulatinamente, la vacuna.

O sea, no se trata de una sola capa de protección ni del orden de las capas sino de la disminución del riesgo total en forma importante, al utilizar varias capas o rebanadas de queso.

Cada capa tiene agujeros o defectos y su número, tamaño y ubicación pueden variar, dependiendo de cómo nos comportemos con respecto a cada medida.

Evitemos el ratón de la desinformación, que puede roer cualquiera de estas capas.

Las personas que no están seguras de alguna medida pueden vacilar si escuchan voces inexpertas que afirman que una capa en especial no es eficaz.

Acatemos todas las reglas recomendadas y hagamos lo que los expertos creen que debemos hacer.

Ellos están ahí para velar por nuestra salud.

*El autor es Profesor Emérito UNCuyo.

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