Los medios internacionales se hicieron eco, hace un tiempo, de la crisis migratoria en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. El mundo mira horrorizado cómo el régimen de Aleksandr Lukashenko (66) utiliza seres humanos como arma geopolítica. Pero, ¿quién es Aleksandr Lukashenko? Lleva 21 años en el poder y no tiene ningún reparo en reconocerse autoritario. “Mi posición y el Estado nunca me permitirán llegar a ser un dictador... pero gobernar con estilo autoritario es una característica mía y siempre lo he admitido”, dijo a una radio bielorrusa en 2003.
Esa forma de ejercer el poder lo ha llevado a cometer toda clase de atropellos contra opositores y todo aquél que se atreva a expresarse en su contra. En mayo último, un avión Mig de la fuerza aérea bielorrusa desvió a un avión de pasajeros que se dirigía desde Atenas a Vilna, Lituania. Bajo la excusa de un supuesto explosivo a bordo, el avión fue obligado a aterrizar en Minsk.
El motivo verdadero era que a bordo viajaba Roman Protasevich, un joven bloguero opositor a Lukashenko. Protasevich había acusado reiteradamente a Lukashenko de fraude en las elecciones llevadas a cabo en 2020. Protasevich, sobre quien pesaba un pedido de captura, fue inmediatamente detenido al aterrizar el avión y luego encarcelado. Tanto el desvío del avión civil como la detención de Protasevich, fueron objeto de severas críticas por la comunidad internacional, excepto por Moscú.
Aquellas elecciones de agosto de 2020 fueron calificadas como fraudulentas por Bruselas. La Unión Europea, criticando la falta de libertades civiles y políticas en el país, le impuso severas sanciones. Esto último ha provocado un serio deterioro de la economía del país y de la popularidad de Lukashenko.
Decidido a vengarse, Lukashenko ha pergeñado una tan original como perversa forma de represalia contra la UE.
No existen dudas sobre quién está detrás de la repentina y masiva afluencia de inmigrantes de Oriente Medio a la frontera polaca. Varias agencias de viajes ubicadas en Beirut (Líbano) y Amán (Jordania), sobre todo, están vendiendo pasajes, con visado incluido, hacia Minsk, la capital bielorrusa.
Precisamente es el hecho de que el “paquete” incluye el visado para ingresar al país, lo que hace sospechar sobre la connivencia entre las agencias de viajes, para las que resulta un pingüe negocio, y las autoridades bielorrusas. La masiva afluencia de, sobre todo iraquíes, que se dirigen no bien llegados al país, a la frontera con Polonia, ha creado una situación humanitaria insostenible.
Militares y policías polacos recorren la frontera tratando de impedir a toda costa el ingreso de los “ilegales”, que buscan llegar hasta Alemania. Las temperaturas bajo cero, la falta de agua y alimentos, han convertido al ‘tour’ en una verdadera trampa.
Lukashenko atribuye la responsabilidad de lo que está sucediendo a la Unión Europea y ésta, a su vez, prepara nuevas y más severas sanciones contra el régimen bielorruso, según anunciara Úrsula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea) hace pocos días. Pero, ¿cuál es la pretendida responsabilidad de la UE? ¿Quién está detrás de los “paquetes turísticos”, con visado incluido, que se venden a más de diez mil euros por persona? ¿Por qué Minsk no impide el ingreso masivo de las ya más de cuatro mil personas que desesperadamente intentan llegar (e ingresar) a Polonia? ¿Está Moscú detrás del intento desestabilizador?
Todos los analistas coinciden en que Lukashenko está utilizando una nueva forma de “armamento”: seres humanos desesperados que, vendiéndolo todo, dejaron su tierra con la esperanza de llegar, sobre todo, a Alemania.
Para Bielorrusia no es suficiente amenazar con interrumpir el flujo de gas que llega a Europa desde Rusia; ahora está creando una seria situación humanitaria en la frontera con Polonia. El tema migratorio es de altísima sensibilidad en Europa y, entre los miembros de la Unión, no existe el necesario consenso sobre cómo hacer frente al problema. Nadie quiere en Europa una nueva crisis de refugiados, similar a la de 2015. En aquella oportunidad los migrantes llegaron a través de los Balcanes y ahora a través de Bielorrusia.
Mientras tanto, la ayuda humanitaria, bajo la forma de alimentos y agua, no es suficiente y todos temen que el frío intenso haga estragos entre, sobre todo, las mujeres y los niños. Uno de los problemas urgentes a resolver será el drama en la frontera entre Polonia y Bielorrusia y, lo más pronto posible, llegar a un consenso entre los países miembros de la Unión sobre el problema migratorio.
*El autor es abogado. Universidad de Mendoza