Un hombre muy correcto y de edad avanzada se acerca al vendedor y, con mucha formalidad, le pregunta: “¿Cuál es su gracia?”; el empleado no entiende el valor de lo interrogado y, como es esperable, no responde. Entonces, busco los múltiples valores significativos de “gracia”: la primera acepción la define como “la cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene”: “Es seductor porque posee gracia natural”. En relación con este valor, se da el segundo: “Atractivo, independiente de la hermosura de las facciones, que se advierte en la fisonomía de algunas personas”; lo vemos en “El retrato impactaba por la gracia y armonía de los rasgos”.
En otro orden, se usa “gracia” para aludir al don o favor que se hace como una concesión gratuita: “Le otorgó la gracia de bailar tres valses seguidos”. La cuarta y quinta acepciones hacen a la palabra sinónimo de “perdón, indulto” y, también, de “potestad de otorgar indultos”: “Es prerrogativa de esa autoridad concederles la gracia de la libertad a los presos de buena conducta”.
En la relación con el prójimo, la “gracia” puede ser la “afabilidad y buen modo en el trato con las personas”: “Conquista a todos por esa gracia natural con que se dirige a cada uno”.
También, “gracia” es la “habilidad y soltura en la ejecución de algo”: “Nos deleita por la gracia inconfundible con que toca la guitarra”. Y puede también llamarse “gracia” a la capacidad que alguien pone de manifiesto para hacer reír: “No me gusta el humor procaz, sino el que evidencia ingenio y gracia natural por parte del humorista”. También, irónicamente, puede decirse de algo que molesta o irrita: “No entiendo qué gracia tiene ese modo de hablar tan enrevesado”.
Y llegamos a lo que llamó la atención del vendedor: el uso ya obsoleto de la fórmula “¿cuál es su gracia?”, en lugar de preguntar, directamente, por el nombre de pila de la otra persona. Para un católico, la “gracia” es un favor sobrenatural y gratuito que Dios concede al hombre para ponerlo en el camino de la salvación; así lo advertimos en las palabras iniciales del avemaría: “Dios te salve, María, llena eres de gracia”. En otro orden de cosas, la gracia es una proeza o hazaña: “Su gracia consistió en mantenerse bajo el agua más allá de lo normalmente permitido”.
Varias frases se conforman con el vocablo “gracia”: “Aquí gracia y después gloria”, expresión coloquial usada para dar por terminado un asunto. Si se usa “caer de la gracia de alguien” se da a entender que se han perdido su favor y su protección: “Después de ese altercado, el abogado cayó de la gracia del juez”. En sentido opuesto, “caer en gracia” es equivalente a “agradar, complacer”: “Le has caído en gracia al jefe”. Cuando alguien repite algo insistente y temáticamente, se usa la locución “dar en la gracia de decir o hacer algo”: “Últimamente, a Julián le ha dado en la gracia de recitar a viva voz”.
Connotación positiva hallamos en las locuciones “dar las gracias/dar gracias” y “de gracia”. Las primeras son sinónimos de “agradecer por un beneficio recibido”: “No se cansaba de darme las gracias”. La segunda equivale a “gratuitamente”: “No me debe nada porque lo hice de gracia”. Al estar enojadas dos personas entre sí, suelen decirse algunas verdades y ello se exterioriza como “decir alguien dos gracias a otro”: “Pedro, fuera de sí, le dijo dos gracias a su adversario”.
La forma “en gracia a” significa “merced a”: ”En gracia a sus ahorros, terminó comprando ese lote”. En la misma línea se puede usar “gracias a”, que significa “por causa de alguien o algo que produce un bien o evita un mal”: “Gracias a la vacunación masiva, va cediendo la pandemia”. Con valor de interjección, se usa “¡gracias a Dios!”, para manifestar alegría por algo que se esperaba con ansia: “Gracias a Dios llegaron las tan esperadas lluvias!”.
La fórmula de cortesía que evidencia agradecimiento es “¡Gracias!”, que puede además utilizarse en expresiones ponderativas: “Por favor, dale mil gracias por ese valioso obsequio”. Si alguien dice u obra sin fundamento, se puede actualizar la vigencia de una expresión desusada: “Hablar de gracia”; lo advertimos en “Nada de eso que ella dice es verdad, habla de gracia”. Cuando algo nos “hace gracia”, significa que nos divierte: “Me hace mucha gracia su modo de hablar tan provinciano”. Todo lo contrario sucede con las expresiones “No estar para gracias” y “maldita la gracia”. Con una y con otra, se indican el disgusto o malhumor que un hecho produce: “Maldita la gracia que me hace esta suba de impuestos”. La ironía, el disgusto y el fastidio pueden quedar patentes en la expresión “¡qué gracia!”: “¿Qué gracia encuentra en hacer semejante cosa?”; idéntico sentido posee la frase “ser algo una triste gracia”. Coloquialmente, con valor irónico se dice “tener gracia” alguien o algo, para connotar que resulta irritante: “Tienen gracia esos anuncios gubernamentales sobre los aumentos de salarios”. Expresiones sorprendentes son “año de gracia”, “golpe de gracia” y “tiro de gracia”: en el primer caso, hablamos de un período en el que un deudor no debe pagar, por ejemplo, las cuotas de un préstamo. En cuanto al “golpe de gracia”, es aquel con que se remata a alguien o el revés que completa la desgracia o la ruina de alguien o de algo; del mismo modo, se da un “tiro de gracia” en la cabeza para rematar al que se ha fusilado; metafóricamente, es la acción que pone fin, inexorablemente, a un proceso o situación: “Esa renuncia fue el tiro de gracia para una relación laboral que venía en pendiente”.
A veces, oímos la expresión coloquial “y gracias”: con ella, damos a entender a alguien que debe contentarse con lo que ha conseguido; así, por ejemplo: “Le pagaron una pequeña indemnización, y gracias”.
*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.