A ningún mendocino hace falta decirle lo importante que es la gestión del agua para la producción agrícola. Para tener noción del tema, más de un 85% del agua de Mendoza se destina para la producción agropecuaria, y la preocupación crece en los últimos años con los menores caudales. Según datos del Departamento General de Irrigación (DGI), el pronóstico de escurrimiento para la temporada 2022-23 del RíoMendoza es de un 58% respecto a un año medio, mientras que en el RíoTunuyán sería de 51% (ambos con una clasificación de Sequía Severa).
De todos modos, llama la atención que muchos medios a nivel nacional vienen desde hace meses, y también en la última semana, hablando de la falta de agua en el país. Desde septiembre se viene alertando sobre los problemas para la siembra de soja y trigo, y ahora en enero es noticia la falta de agua para alimentar el ganado en Santa Fe (además, por supuesto, que en Mendoza).
Es importante que se tome conciencia nacional del valor del manejo de riego, no solo porque el agua es importante por sí misma, sino porque eso permtiría facilitar luego más financiamiento, inversión y estímulos económicos desde la Nación.
Sin embargo, conviene ser precavidos. Cuando el año pasado, funcionarios provinciales y nacionales viajaron a Israel para conocer sistemas de manejo de riego, en un momento la Nación tanteó la idea de crear una empresa o un ente nacional para regular el agua. Esa idea puede tener fundamento en regiones o provincias con un manejo no institucionalizado del agua, a diferencia de lo que ocurre en Mendoza con el DGI (con sus fallas y aciertos).
Hay que ser cuidadosos y tener en cuenta qué pasaría si el manejo del agua pasa a ser un tema más político que técnico. Un ejemplo claro está en el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco), cuya mayoría de gobernadores un año votó a favor de hacer Portezuelo del Viento y, cuando cambió el color de los gobernadores (no el proyecto), sus votos se dieron vuelta.
