Para continuar con la temática del artículo anterior, hablaremos del “agua”. Su significado denotativo nos es conocido, pero hay algunos usos en que el término aparece con otros valores: así, es equivalente a “lluvia”, como “agua que cae de las nubes”: “Pronostican agua para el final de la tarde”. También, en singular o en plural, puede actuar como sinónimo de “lágrimas”: “Me emocioné y se me llenaron de agua los ojos”. Asimismo, “agua” es la vertiente de un tejado: “Techo a dos aguas”. Además, si se trata de algunas telas, piedras o plumas, se designan como “aguas” las ondulaciones que estos elementos presentan. Nos interesan las locuciones que se forman con esta palabra: “Agarrar alguien un agua” indica que esa persona bebe hasta que se le trastornan los sentidos: “Era evidente que Julián se había agarrado un agua”. ¿Por qué se dice que una persona se “ahoga en un vaso de agua”? Significa que ella se aflige por una causa no importante: “El asunto es intrascendente, no se ahogue en un vaso de agua”. Y si queremos incitar a alguien a realizar una acción, usaremos la locución coloquial “al agua, patos”.
Si alguien tiene la habilidad de explicar muy bien las cosas y de presentarlas de modo totalmente comprensible, se dice que las muestra “claras como el agua”. Al decir “como agua de mayo” se pondera la oportunidad con que sucede algo beneficioso, en clara alusión a las lluvias de la primavera europea. En cambio, “como agua para chocolate” indica una actitud colérica: “Se puso furiosa, arrebatada, como agua para chocolate”. En cambio, decir simplemente “como agua” es señalar “en gran abundancia”: “Allí el dinero corría como agua”. A veces, nos esforzamos plenamente a fin de conseguir aquello que deseamos; decimos, en ese caso, que “echamos toda el agua al molino”; pero cuando una situación se pone difícil, diremos que le “entra agua al bote” y cuando hay indefinición, entre una y otra postura, se usará la expresión “entre dos aguas”. También, la poca firmeza o la escasa duración para resolver o determinar algo se expresa con la locución “escribir en el agua”.
Estar en dificultades o en peligro se plasma en la locución coloquial “estar con el agua hasta el cuello”: “La situación los agobiaba y estaban con el agua hasta el cuello”. También, la total carencia de seguridad encuentra una forma de expresarse muy ilustrativa: “Estar tan seguro como agua en cesto”. Cuando un proyecto da indicios de un fracaso inminente, lo expresamos diciendo que “hace agua” o, peor aún, si se frustra, afirmamos que “se va al agua”.
¡Cuántas veces, en son de crítica, escuchamos que una persona “lleva agua para su molino”! Es una expresión de connotación negativa ya que señala que esa persona trabaja en su propio provecho. Otras veces se busca alejarse de un sitio a fin de evitar contratiempos: se usa allí la expresión “poner agua de por medio”: “Como la relación se había deteriorado, era mejor distanciarse poniendo agua de por medio”. Triste resulta que se diga de alguien que es “agua tibia” porque se lo está caracterizando como indeciso. Un viejo adagio nos pone a meditar: “Lo que es del agua, el agua se lo lleva”: los caudales mal adquiridos, tarde o temprano, vuelven a sus dueños originarios.
Pero ahora acerquémonos al fuego en valores no habituales: “fuego” puede ser la excitación producida por una pasión, como el amor y la ira, o por el ardor y la vehemencia: “Llevada por el fuego de un súbito amor, dejó los estudios y se fue tras él” y “Cuando habla tan vehementemente, convence por el fuego de sus palabras”. Los cocineros usan la locución adverbial “a fuego lento”, que significa que la llama es poco intensa. Fuera del ámbito culinario, esta misma locución puede connotar “lenta y silenciosamente”: “Fuimos madurando la idea a fuego lento”. Otras frases tienen fuertes connotaciones: decir, por ejemplo, “a fuego y hierro” o “a fuego y sangre” equivale a decir que algo, una acción o un proceso, se van ejecutando con el mayor rigor, con violencia, aunque ello signifique un atropello total: “Harán cumplir esta ley a fuego y sangre”. Si quiere connotarse que se fomenta la discordia, se puede decir “apagar el fuego con aceite”, “echar leña al fuego” o “atizar el fuego”: “Guarde silencio porque, con esos argumentos, le está echando leña al fuego”.En cambio, “apagar un fuego” equivale, coloquialmente, a dar solución rápida a una situación acuciante o embarazosa.
Cuando alguien se encuentra en situación difícil, en el medio de dos personas o cosas que se oponen o que se excluyen mutuamente, se usa la expresión “entre dos fuegos”: “No sé qué hacer porque me encuentro entre dos fuegos”. Si una persona obra imprudentemente, haciendo algo que puede acarrearle consecuencias nefastas, se dice que “juega con fuego”. Pero si lo que hace es provocar disenso o causar una contienda, se dice que “levanta fuego”. El significado de “romper el fuego” es bivalente: en una batalla, equivale a “comenzar a disparar”; pero, en el coloquio, se dice “romper el fuego” para señalar que se inicia una disputa o una actuación”: “Nos mirábamos con temor, hasta que uno de los dos rompió el fuego y comenzó a hablar”. Pasar una instancia decisiva, en la que debe mostrarse la propia capacidad, es abordar una “prueba de fuego”; parecido es el alcance de la expresión “bautismo de fuego”, que proviene del ámbito bélico, donde designaba el hecho de entrar por primera vez en combate, pero que se hace extensiva a la primera actuación de alguien en una actividad: “Ese discurso fue su bautismo de fuego en la esfera pública”. Si afirmo que “pongo las manos en el fuego” por alguien, significa que tengo por él confianza absoluta hasta el punto de no temer quemarme en una situación extrema.
*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.