El intendente Ulpiano Suárez sorprendió a la política mendocina en su reciente mensaje anual al Concejo Deliberante de la Ciudad de Mendoza, cuando dijo que él y sus colaboradores “seguiremos poniendo nuestra energía en mejorar la vida de los vecinos, para que a partir del deber cumplido nos renueven (los vecinos, obviamente, con el voto) en 2023 para seguir 4 años más…”, al frente de la Municipalidad de la Capital.
El dato que tiró el Suárez capitalino no fue menor. Se bajó de la candidatura, dijeron algunos; no se bajó porque nunca se anotó, retrucaron en su entorno.
Es que muchos lo habían anotado de arranque como candidato a suceder al actual gobernador y pariente suyo. Es más, en la imaginaria puja que muchos alientan, y necesitan, Ulpiano es el candidato natural del Gobernador, mientras que Tadeo García Zalazar lo es de Alfredo Cornejo.
Esa puja imaginaria es entre los dos grandes referentes, el Gobernador y su antecesor. Y aunque esa disputa fuese real, no forzada, casi todos saben en el seno del radicalismo que, sin posibilidades de reelección por parte de Rodolfo Suárez, si Cornejo decidiese volver a intentar suerte para ganar la Gobernación ninguno de los supuestos anotados para 2023 pondría obstáculos. O casi ninguno. Pero seguramente Tadeo y Ulpiano no, por citar a los dos “bendecidos” por el binomio más influyente.
Además, prácticamente nadie discute puertas adentro del viejo partido radical que Cornejo es, por muchos cuerpos, el más competitivo dirigente que puede presentar el oficialismo mendocino.
Por lo tanto, está claro que por el momento Ulpiano Suárez no quiere saber nada con la carrera electoral.
De ser así, es bueno que lo haya hecho saber.
En primer lugar, porque eso demuestra que toma con seriedad el cargo para el que fue electo; al menos, está bien que lo remarque.
“Me considero un vecino más de la Capital que tiene trabajo como intendente por cuatro años”, suele decir a sus colaboradores cuando éstos le piden definiciones sobre lo que pretende de su derrotero político.
Pero lo más importante es que, de ese modo, no hace otra cosa que interpretar lo que la gente reclama de sus funcionarios, que consiste en trabajar para lo que lo eligieron.
Y, en lo meramente partidario, cumple con el pedido que formularon hacia adentro de la UCR, hace ya varios meses, Cornejo y Suárez: que ningún intendente o funcionario o dirigente radical se anticipe con la carrera electoral hacia 2023.
El plazo, razonable, por cierto, es todo el 2022 en curso.
Sabido es que más de uno no está cumpliendo a rajatabla con esa recomendación, pero si uno de los punteros desacelera, la carrera se hace más lenta.
Dejando de lado las especulaciones radicales con respecto a la próxima carrera electoral, es bueno retomar con el ejemplo que con su discurso dio Ulpiano Suárez teniendo en cuenta, y priorizando, la necesidad que tiene la gente de que la clase dirigente le dé de una buena vez soluciones y menos promesas.
Si no, miremos los índices de pobreza e indigencia correspondientes a nuestra provincia según el reciente informe del Indec.
El segundo semestre de 2021 sumó más personas a esa indigna condición y ahora Mendoza tiene casi un 45% de personas pobres, superando la media anual, también catastrófica, de 37,3% en el orden nacional.
¿Quién se hace cargo de buscar la solución? ¿La política? Muy poco. Por algo el drama de la pobreza en la Argentina es una de las deudas más importantes que tiene la democracia recuperada a fines de 1983.
Y así como golpea la marginalidad también lo hacen el trabajo informal y los salarios insuficientes, mientras sigue al acecho de la gente la inseguridad y la calidad de los servicios públicos muchas veces no está en línea con los montos que se pagan para utilizarlos.
Demasiadas cuentas pendientes para tantos candidatos con pocas soluciones a la vista.
Por eso esta nota se articuló en base a los dichos del intendente de la capital mendocina, que no se bajó de ninguna candidatura de mayor rango al que ahora posee.
Simplemente les dijo a los vecinos, a través del mensaje que dio a los concejales, que pretenden seguir conduciendo la comuna dentro de lo que establece su mandato.
Algo tan simple pero tan difícil de escuchar entre una mayoría de políticos que ni bien asumen el cargo para el que fueron elegidos ya empiezan a trazar planes para futuras aventuras.
Como quien se arriesga subiendo al colectivo en movimiento sin reparar que el siguiente está próximo a llegar.
