Ya se venía advirtiendo, pero el dato del Instituto Nacional de Vitivinicultura de febrero volvió a confirmar una caída en las exportaciones de vino fraccionado, que desde septiembre de 2022 no se recuperan en valor FOB. En tanto, si analizamos el volumen exportado, el comportamiento es similar.
El anuncio de un posible dólar diferencial la semana pasada trajo algún tipo de alivio y esperanza de que con ello se pueda mejorar la competitividad. Pero lo cierto es que varios referentes del sector exportador descreen o, al menos, plantean preguntas: ¿Cómo será el tipo de cambio? ¿Por cuánto tiempo? ¿Se va a actualizar el precio a medida que avancen los meses? Es que con una inflación del 6%, un tipo de cambio fijo puede ser conveniente hoy, pero dejar de serlo en un par de meses.
Por ahora, tal como se publica en esta edición de Los Andes, no ha existido ninguna reunión con el sector vitivinícola y se espera que se den la semana entrante. Pero aun con un dólar diferencial, ¿podrán las exportaciones de vino retomar la senda alcista? La respuesta no es única, depende de muchas variables, pero con las condiciones actuales, Argentina, en términos de vino, es difícil que de un mes para otro logre colocar botellas competitivas en el exterior. La cosecha corta y con grandes mermas será una limitante este año para vender más al exterior. Y también lo será para mantener los precios en el mercado interno, que tienen presión por todos lados.
A ello hay que sumarle algo de lo que se habla mucho, pero que se debe generar en el mercado externo y no es fácil: el Malbec en algunos mercados ya está encontrando un punto de madurez y algunos aseguran que los distribuidores empiezan a pedir otras variedades en las cuales podamos destacarnos. Esta semana se conoció que dos vinos argentinos lograron 100 puntos con el crítico James Suckling: uno un Cabernet Franc y otro un Semillón, pero que data de 1959, por lo que calidad, sobra.
En consecuencia, con los datos que hay disponibles hoy, la vitivinicultura se encamina a un año complejo. Con poco stock de vinos, precios en alza, presión por la suba de insumos y caída del poder adquisitivo. En el mercado internacional hay oportunidades, pero en este contexto serán difíciles de aprovechar. Habrá que esperar para ver cómo se acomodan las bodegas.