“No se puede vivir de subsidios: lo que da dignidad es el trabajo” .
Papa Francisco
“Ojala Dios nos ayude y nos dé una manito porque esta vuelta sí que nos va a hacer falta”.
Juan Manzur – Jefe de Gabinete
“La tarjeta de ayuda social ha destruido el tejido social y esto hace que los compañeros tengan muy baja empleabilidad y el responsable de eso es este sistema que hemos creado.” “Hay muchos subsidios, mucha ayuda del Estado. La cultura de vivir del Estado es muy mala y con el tiempo enferma”. “La integración es integración como trabajador. Es el trabajo lo que va a dignificar a la persona”.
Emilio Pérsico, líder del movimiento Evita y actual Secretario de Economía Social.
Este sueño populista ha durado setenta años y todavía estamos entre que nos despertamos o seguimos durmiendo esta ensoñación interminable
La que primero debería haberse despertado y no lo hizo fue nuestra privilegiada clase política, en cualquiera de sus variantes, ya que han sido todas populistas, pero que encerrada en su propios privilegios y despegada de la gente, vivió ensoñada dentro de su burbuja de cristal.
¿A qué nivel de desestructuración deberá llegar nuestra sociedad para que esta dirigencia despierte y vea que el camino populista es realmente una insensatez trágica?
¿Deberá llegarse a sesenta u ochenta por ciento de pobres, a que la mitad de la población viva del Estado, a que hayan desaparecido más de la mitad de la pequeñas y medianas empresas, a que no se pueda salir a la calle?
Todavía el peronismo se mueve a puro pensamiento mágico y así Juan Manzur va a arreglar en cuarenta días el país y Aníbal Fernández va a resolver el problema de la droga, la delincuencia fuera de control y la justicia desmadrada: un delirio!
Puro populismo del peor, fuera de sí y dentro de una profunda insensatez e insania colectiva
No obstante, el despertar es el primer paso para empezar a salir del largo sueño populista que nos trajo hasta aquí.
Y va a significar además, madurar y entender que la realidad se mueve y opera de otra manera: con esfuerzo, dedicación, coherencia, verdad y sobre todo con capacidad para hacer las cosas que hay que hacer y con la idoneidad para ello.
Claro que uno se puede volver a dormir, pero el despertar y poder ver la realidad tal cual es, libre de ideologismos, cantos de sirena, fantasías mágicas y relatos adormecedores, es un primer paso muy significativo.
Todavía hay un cierto periodismo como el de “Corea del centro”, que ve el sainete gobernante como una “incompresible, innecesaria y prematura descomposición del gobierno”.
O se pueden escuchar frases como la de Roberto Felleti, flamante Secretario de Comercio, el “Señor Freezer”, sosteniendo que “una herencia del peronismo es que cada quien pueda comprarse más o menos lo que quiera”, por lo que comprarse ahora una simple botella de vino, comerse un pollo o hacerse una ensalada ha pasado a ser un legado y un logro histórico del peronismo. !Pura locura!
Las fuerzas del cambio estructural, al fin, nos han podido mostrar al populismo peronista y cristinista sin el velo que impedía verlo tal cual es y ha sido siempre, en toda su descarnada crudeza: un poder desnudo de todo su andamiaje ideológico, filosófico e histórico, donde el “vale todo” fue y es su única y real estrategia final.
Y ver a la oposición cargada todavía de populismo donde se puede distinguir dos tipos de personajes: los que saben que son populistas y los que no saben que lo son, pero ambos tratando de entender lo que pasa para así cambiar de libreto, de careta y de ropajes varios para alcanzar el ansiado cargo electoral.
¿Y la gente habrá despertado?
Va a ser difícil sacudirse una identidad que tiene, para algunos, más de cincuenta años o donde se ha nacido, vivido y se ha visto morir a seres queridos por años, dentro de este populismo irredento.
Solo resta esperar al 15 de noviembre para ver cuántos habrán logrado despertar de este sueño que viven desde hace tantos años y que se ha convertido cada vez más en una pesadilla interminable.
*El autor es sociólogo.