Hoy, 28 de agosto se celebra el Día del Archivista recordando la creación del Archivo General de la Nación Argentina en 1821. El Archivo Arizu, saluda a los archivistas mendocinos.
Recientemente hemos conocido por los medios que el emblemático edificio, hoy llamado Espacio Arizu, será escenario de un importante plan de refuncionalización destinado a la creación de un gran polo turístico, cultural, gastronómico y comercial con inversiones público-privadas. Este masterplan contempla atractivas propuestas tales como museo del vino, restaurantes, espacios teatrales, audiovisuales y tecnológicos.
Es indudable que los nuevos tiempos requieren fuertes acciones para dinamizar este espacio de privilegio emplazado en un sitio estratégico de la ciudad de Godoy Cruz, a pocas cuadras de Capital. Pero cuando hoy se habla de inversiones, proyectos y espacios para grandes eventos queda solapada la historia profunda de la ex bodega, que cientos de seres humanos escribieron día tras día durante más de una centuria. El estridente sonido de una sirena que los antiguos vecinos recuerdan bien, indicaba el comienzo de cada jornada laboral. Se ponían en movimiento calles internas, oficinas, cavas y laboratorios, patios de carga con sus vías de ferrocarril, huertos, potreros y talleres. Cuatro manzanas que concentraban todos los trabajos de la floreciente industria vitivinícola mendocina. Pero llegada la actividad a la cúspide, cumplió su ciclo para declinar lentamente pasada la mitad del siglo XX. Fue así que el magnífico edificio se cerró y su memoria quedó silenciada.
El Archivo Arizu, un hallazgo
Afortunadamente hasta el más pequeño detalle de esa historia olvidada nos fue revelado cuando el municipio de Godoy Cruz recuperó el monumental edificio. Entonces tuvo lugar un impactante hallazgo: en un subsuelo de la bodega existía un gigantesco archivo de más de cien años, con “calles” que llevan los nombres de los dueños. Largos pasillos con enormes libros perfectamente ubicados en sólido mobiliario. Estábamos en presencia de un hecho trascendente para la historia de Mendoza y su industria madre: el hallazgo de un archivo completo, ubicado en el mismo lugar en que se inició la empresa en el siglo XIX, rasgos que lo convertían en el archivo vitivinícola centenario más completo de la República Argentina, salvado milagrosamente de anegamientos, temblores y demás avatares.
Entre el polvo y la oscuridad despertaba de su sueño la figura de don Balbino y sus hermanos, generaciones de gerentes, administrativos y obreros. Allí estaban sus nombres, sus huellas, su vida y hasta sus dolencias registradas en cientos de fichas médicas. Allí, en tiempos de pluma y tintero está la letra del patriarca Arizu, sus cartas, su talante de poderoso emprendedor. Allí están los mapas, los planos de fincas, las fotos, los enormes libros de visitas famosas, de universidades, de extranjeros. Todo un compendio de la industria vitivinícola mendocina en toda su riqueza y complejidad, ya declarado por estos valores como un sitio de Interés histórico y cultural (Cámara de Diputados de Mendoza- Res.423/24). Increíblemente en ningún lugar están escritos los nombres de los archivistas que realizaron, a lo largo del siglo, la portentosa labor de dejar registrado hasta el más mínimo detalle del quehacer de los grandes y numerosos viñedos, distribuidoras, sucursales y un sinfín de actividades anexas. Ellos están allí. Los vemos cada vez que abrimos un libro, nos dejaron un monumento documental que justifica y explica las colosales proporciones de la empresa.
El Archivo Arizu es hoy un sitio de puertas abiertas y, conjuntamente con su equipo profesional, constituyen el alma de la ex bodega, su historia, su sentido, su razón de ser. Allí se contextualiza, se asocia y se da acceso a los datos con responsabilidad ética. Y en nuestro mundo digital esta labor adquiere una nueva dimensión que hubiera sido inimaginable décadas atrás, como es la interconexión global de archivos.
En esta fecha es necesario prestigiar la profesión, porque archivos y archivistas son un instrumento que permite el acceso a las fuentes, da continuidad al conocimiento humano y construye puentes entre el pasado y el futuro.
* La autora es licenciada en Letras. Junta de Estudios Históricos Godoy Cruz.