Hemos considerado, en la nota anterior, las diferentes acepciones de la palabra “Dios” y el valor de distintas locuciones formadas a partir de este término. Retomamos hoy el tema: una persona puede confiar en Dios, pero en lo terreno y material, lo mejor es tener de qué alimentarse: “Después de Dios, la olla”. Pero, para desear la ayuda divina y confiar en ella, se dice “Dios dará”: “No tema, todo se va a arreglar, ya verá que Dios dará”. Análogas son las expresiones “De Dios venga el remedio” y “Dios delante”.
Nuestro amor al prójimo se puede advertir en locuciones como “Dios amanezca a usted con bien”, en que se desea felicidad para el día siguiente, y en “Dios da ciento por uno”, en que se indica que los actos de caridad traen aparejada una recompensa a quienes la practican.
Dos expresiones coloquiales nos llaman la atención: “Dios es grande” y “Dios es Dios”. Con la primera, después de sufrir una desdicha, se recurre al poder de Dios para que la remedie; con la segunda, se pretende indicar la terquedad de una persona, que no cede a la razón: “Dios es Dios, no quiere ver la solución”.
Muchas locuciones se forman con “Dios”, pero nos quedamos con algunas que usamos cotidianamente en Mendoza y que consideramos representativas: “Delante de Dios y de todo el mundo”, locución adverbial coloquial que significa “con la mayor publicidad”. Lo vemos en “Es muy honesta y todos sus actos de gobierno los lleva a cabo delante de Dios y de todo el mundo”.
La locución “sin encomendarse a Dios ni al diablo” tiene carácter adverbial y se usa coloquialmente: “Lo hizo solo, sin ayuda y sin encomendarse a Dios ni al diablo”.
El Refranero multilingüe registra “A Dios rogando y con el mazo dando”, paremia que trata de decirnos que, cuando deseamos algo, está bien encomendarse a Dios, a la Providencia, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos.
“Cuando Dios da la llaga, da la medicina”: da a entender que debemos esperar el remedio a nuestros males de la misma mano que nos los ha enviado. Este refrán queda emparentado con “Dios aprieta, pero no ahorca/no ahoga”, que nos insta a tener esperanzas y a aceptar o conformarse con las penurias que nos llegan porque siempre llegará una solución.
“Hacer algo como Dios manda” significa llevarlo a cabo bien, con exactitud y acierto: “No defraudó a su padre e hizo las cosas como Dios manda”.
“Sabe Dios” suele ser la expresión encabezadora que permite manifestar la inseguridad o ignorancia de lo que se trata: “Y se excusa en sabe Dios qué argumentos”.
Y, por fin, la expresión “vaya con Dios” puede usarse para dos fines: despedir a alguien y, al mismo tiempo, cortarle la conversación o el discurso, como en “Regrese con los suyos, no diga ni haga nada más, vaya con Dios”. También, manifestar la conformidad con la voluntad divina: “Se hará así, vaya con Dios”.
En el título de hoy, aparece el término “santos”, que también posee varias acepciones. No nos quedamos con las primeras únicamente: “Perfecto y libre de toda culpa” y “En el mundo cristiano, aquel que es proclamado por la Iglesia, por sus virtudes y ejemplos”. Puede significar también “que tiene la peculiar virtud de curar algunas enfermedades”: “Ese medicamento es santo remedio para el malestar estomacal”.
A veces, se usa esta palabra para encarecer el valor de algo: “Siempre realiza su santa voluntad” y “Te he estado esperando todo el santo día”. Además, “santo” puede referirse al onomástico de una persona: “Hoy se conmemora el santo del protector del pueblo”. En los libros, puede aludir al dibujo o estampa que ilustra una publicación: “Era hermoso ese devocionario con tantos santos”.
¿Y cuándo se usa la expresión “a santo de qué”? Se trata de una locución adverbial con el significado de “con qué motivo, a fin de qué, con qué pretexto”: “Nunca supe a santo de qué trajo a colación ese tema para discutir”.
En cuanto a frases, encontramos que la buena o la mala suerte, respectivamente, se indican con las expresiones “el santo de cara” o “el santo de espaldas”.
La contraseña se puede mencionar si se pide “santo y seña”: “Para acceder, es necesario hacer conocer tu santo y seña”.
Si una persona se apropia de todo, tanto de lo propio como de lo ajeno, se dice que “se alza/carga con el santo y la limosna”: “Fue sumamente deshonesto porque se cargó con el santo y la limosna”.
Una actitud crítica frente a alguien exagerado en sus prácticas religiosas se advierte en la locución “se come los santos”: “Es un hombre que vive yendo al templo, se come los santos”. Y cuando la persona arregla una cosa estropeando otra, se dice que “desnuda a un santo para vestir a otro”: “Pide aquí, pide allá, no genera verdaderos recursos, sino que desnuda a un santo para vestir a otro”. Lo mismo expresa la locución “quitar de un santo para poner en otro”.
Nuestra memoria suele jugarnos malas pasadas; de ello da cuenta la locución “írsele a alguien el santo al cielo” pues señala que se le olvidó lo que iba a decir o lo que tenía que hacer: “Es mejor que haga ejercicios para la memoria porque, permanentemente, se le va el santo al cielo”.
Si una persona no es merecedora de nuestra confianza o no se la tiene por buena, se dice que “no es santo de nuestra devoción”: “No la votaría porque no es santo de mi devoción”. Y la burla, el engaño o el maltrato a alguien quedan reflejados en la locución “jugar al santo mocarro/macarro”.
Por fin, para rogar encarecidamente algo, la fórmula que se usa es “por todos los santos” o “por todos los santos del cielo”: “Que se castigue a los culpables, por todos los santos”.
*La aurora es Profesora Consulta de la UNCuyo