El martes 9 de Julio celebramos un nuevo aniversario de la declaración de la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica por el Congreso reunido en San Miguel de Tucumán.
En los últimos años, como sucede con otras fechas patrias, son días feriados para beneficiar la industria turística minimizando el recuerdo que debe haber y en especial en los establecimientos educativos de estas gestas de los padres fundadores de la Nación.
La declaración de la independencia es la culminación del proceso iniciado en Buenos Aires en la semana de mayo de 1810 cuando se niega el reconocimiento al Consejo de Regencia de Cádiz y se destituye al virrey Cisneros.
La declaración de la independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, indica un proyecto político que excede las fronteras argentinas. En Tucumán hay una importante representación Alto peruana y una ausencia de diputados del litoral, influenciados por Artigas, que con sus acciones ponía en peligro la independencia.
La diplomacia de Fernando VII buscaba una alianza con Portugal para tener una base para accionar contra Buenos Aires y desde el Directorio se trabajó para impedirlo y que las provocaciones del caudillo oriental, podían llegar a concretar.
El Congreso de Tucumán muestra a un San Martín que a sus condiciones de eximio militar exhibe capacidad política. Influye en las deliberaciones a través de los diputados cuyanos, entre ellos Tomás Godoy Cruz y Juan Martín de Pueyrredón y con acuerdos con figuras claves de esos acontecimientos.
El acuerdo de cuatro generales: San Martín, Manuel Belgrano, Juan Martín de Pueyrredón y Martín Miguel de Güemes, fue el basamento que permitió emprender la guerra decisiva para consolidar la declaración de la independencia. Güemes tuvo como función proteger la frontera norte. Belgrano asegurar con el ejército Auxiliar del Perú (ejército del Norte) el control del territorio interior y Córdoba, en esta última, San Martin hará una gestión personal para sustraerla a la influencia artiguista, pues era clave para asegurar el abastecimiento del ejército del Norte y de los Andes desde Buenos Aires.
En 1816 los únicos territorios del Imperio Español en América que Fernando VII no había recuperado eran los argentinos. En el Alto Perú un ejército con refuerzos llegados desde Europa y con oficiales veteranos de la guerra contra Napoleón de disponía a penetrar por Jujuy para batir al ejército de Belgrano.
En Chile se aprestaban para cruzar la cordillera de los Andes y enfrentar en Mendoza a San Martín. Una flota se preparaba en Cádiz para atacar a Buenos Aires. Con ese panorama los diputados de las provincias argentinas representadas en el Congreso se decidieron, urgidos por San Martín a declarar la independencia de estas provincias y de las que estaban en dominio hispano.
Belgrano, mientras el Mariscal de la Serna inicia su avance hacia Salta hostigado por las guerrillas de Güemes tiene la audacia de planear una acción a retaguardia ejecutada por Gregorio Aráoz de Lamadrid quien con 300 hombres se interna en el Alto Perú y llega hasta Chuquisaca obligando al repliegue del ejército español. El plan del mariscal español queda frustrado por las acciones en el Norte y el cruce de los Andes por San Martín.
Pueyrredón es elegido, con el apoyo de San Martín, Director Supremo de las Provincias Unidas. Se encargará de obtener recursos para el ejército de los Andes que cruza a Chile para batir a los españoles el 12 de febrero de 1817 en Chacabuco y que consolidará al año siguiente con la victoria de Maipú, que fue el punto de inflexión en las guerras de la independencia americana, reconocido por los líderes de los dos bandos en guerra.
Ese pueblo de unos pocos centenares de miles de habitantes, con su esfuerzo en hombres, equipos, animales y sin recibir contingentes de tropas europeas, como sucedió en la guerra de la independencia de las 13 colonias que fundaron los Estados Unidos, o los miles de hombres de la legión británica que formaron parte del ejército de Bolívar y encima afrontando intentos anárquicos en varias provincias que Belgrano debió encargarse de sofocar, fue capaz de esas hazañas. Hazañas que nos comprometen a estar a la altura de esos personajes fundantes que con luces y sombres fueron capaces de lograr la meta de la independencia e iniciar el largo camino que culminara en 1853 / 60 con la organización institucional del país.
Concluyo con estrofas de Borges:
Nadie es la patria, pero todos debemos
Ser dignos del antiguo juramento
Que prestaron aquellos caballeros
De ser lo que ignoraban, argentinos
De ser lo que serían por el hecho
De haber jurado en esa vieja casa
Somos el porvenir de esos varones
La justificación de aquellos muertos
Nuestro deber es la gloriosa carga
Que a nuestra sombra legan estas sombras
Que debemos salvar
Nadie es la patria, pero todos lo somos
Arde en mi pecho y en el vuestro incesante
Ese límpido fuego misterioso
*El autor de esta nota es presidente de la Academia Argentina de la Historia y miembro de la Comisión Directiva del Instituto Argentino de Historia Militar.