El arma secreta de Hamas es la que construyó durante los últimos años en las redes sociales y en plataformas de internet. Mientras acrecentaba su arsenal y acumulaba misiles de mayor alcance, diseñaba acciones de propaganda para crear lo que considera su bala de plata, el proyectil más destructivo porque tiene como blanco la sociedad israelí.
Con su arma secreta, Hamas apuntó a destruir la convivencia entre árabes israelíes y judíos israelíes. Los ciudadanos musulmanes de Israel siempre han convivido, o al menos coexistido, con sus vecinos judíos. Pero el activismo infiltrado a través de redes y plataformas impactó en esa relación, procurando detonar una convulsión interna que provoque una guerra civil.
Ese armamento, el más efectivo de Hamas, busca también hacer estallar una nueva intifada en Cisjordania. O sea, está apuntando al flanco débil del Estado judío: la multiplicación de asentamientos de colonos en territorio cisjordano y la clausura total de las negociaciones para crear un Estado palestino.
Por ese flanco débil es que Hamas está logrando, además, producir protestas palestinas y choques contra el ejército israelí en Cisjordania. A los misiles que disparan desde Siria milicianos palestinos, así como a los cohetes Katiusha que cayeron en la Alta Galilea desde el sur del Líbano, las poderosas fuerzas israelíes pueden responderlos de modo tan aplastante como a los proyectiles que lanza Hamas desde la Franja de Gaza. Pero no le resulta fácil responder los misiles disparados desde las redes para destruir la convivencia musulmana-judía en las ciudades de Israel y para hacer estallar en intifada la frustración y las carencias acumuladas en Cisjordania. Ese flanco débil es responsabilidad de Netanyahu y no tiene una Cúpula de Hierro que ataje los proyectiles.
En los orígenes de Hamas hay una organización de socorros mutuos. El Estado israelí canalizó ayuda social a los gazatíes a través de esa entidad que el jeque ciego, Ahmed Yassín, había creado inspirándose en la Hermandad Musulmana, la organización fundamentalista egipcia con eficaz estructura asistencialista.
Tras la primera Intifada viró hacia una organización política que puso entre sus objetivos destruir los acuerdos logrados en las negociaciones secretas de Oslo por el gobierno de Yitzhak Rabin y la cúpula de la OLP, liderada por Yasser Arafat.
Hamas postulaba la creación de un estado religioso islamista que abarcara la totalidad de Palestina. Por eso saboteó cualquier entendimiento con Israel y enfrentó a Fatah, el movimiento secular que lideraba a la OLP y había renunciado a la destrucción del Estado judío al aceptar la resolución de Naciones Unidas que, en 1947, establecía dos Estados: uno árabe y otro judío.
En 1992, bajo la conducción de Ahya Ayyash, surgieron las brigadas Ezedim al Qassem, brazo armado de Hamas que realizaba atentados suicidas contra israelíes y atacaba a la dirigencia palestina de Fatah para destruir los acuerdos de Oslo. Luego sumó a Yihad Islámica como aliado y complemento militar, aunque atenuó su componente ultra-religioso para virar hacia el nacionalismo árabe. Pero siguió enfrentando a Fatah y al liderazgo de la ANP. De hecho, el movimiento de Arafat creó la milicia Tanzim para combatir a Hamas y ambas se enfrentaron con cientos de asesinatos y atentados. Fue entonces cuando Amnistía Internacional, Human Right Watch y otros organismos de Derechos Humanos calificaron a Hamas como organización terrorista. Después de una elección en la que se impuso, llegó el rompimiento y la toma del poder en Gaza, expulsando y asesinando a funcionarios y dirigentes de la ANP, muchos de ellos arrojados desde edificios.
Respecto a Israel, pasó de los atentados suicidas a los lanzamientos de proyectiles. Al principio eran cohetes Katiushas y Grad, de fabricación soviética, además de Qassam y de Quds, que sólo podían alcanzar ciudades del sur israelí como Sderot, Ashkelón y Bersheba, además de los kibutzin y las aldeas judías cercanas a la Franja de Gaza.
La gran diferencia es que, a esta escalada, Hamas la inició lanzando una lluvia de proyectiles que alcanzaron ciudades del centro del mapa israelí, como Tel Aviv y Jerusalén. El mayor alcance se logró incorporando al arsenal los misiles FARJ y los M-302, fabricados en Siria, llegando a más de 200 kilómetros de distancia. Pero en ese terreno, como en las anteriores escaladas, Israel puede responder de manera aplastante y al mayor precio no lo paga Hamas sino el desguarnecido pueblo gazatí.
En el terreno donde actúa el arma secreta, el impacto comenzó a verse en Lod, que tiene el aeropuerto Ben Gurión y el porcentaje mayor de ciudadanos árabes de Israel. Allí y en otras ciudades, vecinos árabes y judíos empezaron a chocar violentamente.
Ese es el blanco al que Hamas apuntó su bala de plata. Y no tiene cúpula de hierro.