El aumento de la inflación en EE.UU. y Europa, su impacto en la Argentina

Las medidas anti inflacionarias correctas no se podrán aplicar si previamente no se realiza un cambio estructural y mental en la Argentina.

El aumento de la inflación en EE.UU. y Europa, su impacto en la Argentina
El impedimento más grave que tenemos para vencer este nefasto proceso inflacionario en crecimiento tiene nombre: Cristina Fernández. / Foto: Federico López Claro

Los informes de todo el mundo nos ilustran de tres hechos sorprendentes: aumento de inflación en EEUU, en Europa y devaluación del euro. De inmediato quienes investigamos estos procesos nacionales e internacionales comenzamos a estudiar sus causas.

La prolongada pandemia mundial desaceleró la actividad productiva en todos los países durante dos años aproximadamente y para compensar este hecho negativo de magnitud, se activó la emisión monetaria de dólares y euros y así los países pudieran continuar produciendo y consumiendo.

Pero no fue gratis. La mayor emisión para que norteamericanos y europeos contaran con dinero suficiente para afrontar sus gastos sin contrapartida de ingreso de bienes y servicios por la recesión mundial, produjo devaluación de ambas monedas, dólares y euros e inflación desconocida en los últimos 30/40 años.

Quedó ratificada así la teoría de que la inflación es sobre todo un fenómeno monetario, sustentada por todos los economistas serios del mundo.

En EEUU del estable 2% anual durante décadas la inflación ascendió al 9,1% y en Europa al 5/6% anual.

Las autoridades monetarias de todos los países involucrados trabajan aceleradamente para volver al estado anterior.

Pero a ellos les será fácil retornar al camino correcto porque sus países están preparados para cumplir sin esfuerzos las bases económicas que los transformaron en países del primer mundo, a diferencia de los del tercer mundo, con un marcado nivel de inferioridad respecto a aquellos.

Lo que no se puede evitar es el impacto de la inflación de EEUU y Europa en los países subdesarrollados. En especial el encarecimiento de las materias primas, productos elaborados e importaciones, más un plus negativo a economías de mala confección de África, Centro y Sudamérica.

La mayor emisión para que norteamericanos y europeos contaran con dinero suficiente para afrontar sus gastos, produjo devaluación de ambas monedas.
La mayor emisión para que norteamericanos y europeos contaran con dinero suficiente para afrontar sus gastos, produjo devaluación de ambas monedas.

El caso argentino

La proyección generalizada de todos los economistas serios locales es que para fines de 2022 la inflación rondará el 80/90%. El impedimento más grave que tenemos para vencer este nefasto proceso inflacionario en crecimiento tiene nombre: Cristina Fernández, apoyada por sus huestes, parte del peronismo, Máximo, Carlos Heller, la dirigencia sindical, Mercedes Marcó del Pont y Juan Ortega economista (¿?) de C5N, que durante estos últimos 40 años han llevado al país a la ruina que lamentablemente es hoy.

Cristina ignora economía pero su insoportable soberbia construye un relato mentiroso y nos quiere enseñar a todos que la emisión monetaria y el tamaño enorme del Estado no son fuentes de inflación.

Alberto Fernández, que en su época de distanciamiento de Cristina sabía esto, hoy no lo cuestiona en otra muestra inadmisible de sumisión y obediencia.

Pero esto ya no sorprende. Lo que sí sorprende es que sabiendo que nos dirigimos hacia un 80% y hasta tres dígitos de inflación en 2022/2023, todos parecemos indiferentes. No existe hostigamiento al gobierno por este desastre construido por Cristina, con consecuencias predecibles. No hay interpelaciones ministeriales en el Congreso que alerten a la población sobre este gobierno a la deriva que claramente producirá un daño de magnitud descomunal. No hay tampoco pedidos de juicio político a Alberto, Cristina y ministros responsables que permitan un recambio urgente de autoridades nacionales con elecciones anticipadas incluidas.

No hay candidatos para Presidente y Vice y los pocos que se postulan no han formulado ningún plan de gobierno que incluya todas las medidas que sabemos perfectamente cuáles son para salir de este flagelo inflacionario instalado desde hace décadas.

Piqueteros, planeros y millones de habitantes que no estudian ni trabajan, que el kirchnerismo y populismo los han acostumbrado a vivir de quienes trabajamos y pagamos impuestos, hoy exigen se respete su “derecho” a no trabajar.

En estos días pudimos ver a una mujer joven protestando por la idea “injusta” de que los ingresos por planes sociales sean la retribución de trabajos efectivos. Más allá de que esto no es lo mejor y debería estructurarse dentro de un plan prolijamente estudiado que no existe, nos permite medir el daño producido en la sociedad por la casta gobernante, que ha establecido que la holgazanería es un “derecho” conquistado por las masas que no puede ser violado.

Esto nos lleva a considerar que todas las medidas anti inflacionarias que se consideren correctas y apropiadas no serán aplicables en el país porque previamente se debe realizar un cambio estructural y mental de millones de argentinos, plan para el cual creo que no estamos preparados. Pero sí se que la oposición debería estar avocada a ello y no lo está.

Argentina ha perdido el rumbo. El 19 de julio Juntos por el Cambio se reunió para analizar la profundidad y gravedad de la situación económica, financiera, política, jurídica y social del país. Muy tarde, cuando ya no hay solución posible, este espacio político reacciona con lo cual poco puede hacer. El daño está ya producido.

Y hay un agravante. El diario británico The Economist informa al mundo que Argentina se encamina a su destrucción financiera. Muchos escribimos desde hace no menos de dos años de esta tragedia. Los políticos opositores reaccionan cuando el país ya cayó al precipicio. Lo que debe hacerse es muy complejo y seguramente el populismo kirchnerista entorpecerá cualquier iniciativa que se presente. Con Cristina y Alberto en el gobierno nada podrá hacerse.

¡Una oposición tardía es lo mismo que nada!

*El autor es Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.

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