Aunque resulte redundante, es bueno repasar el escenario político nacional actual, especialmente luego del avance legislativo del amplio proyecto de ley con el que pretende el presidente Milei poner en marcha su prometida gestión transformadora.
Superados aspectos del texto original que podían suponer el otorgamiento de atribuciones excesivas al Poder Ejecutivo, la media sanción del megaproyecto de ley conocido como “Bases…” se encuadra en lo razonable.
A este debate se llegó con un Congreso claramente dividido en tres partes. Por un lado, el kirchnerismo, acompañado por la izquierda, pretendiendo no ver que la importante diferencia de votos que hubo en noviembre entre Milei y Massa fue un directo castigo a las políticas implementadas en los últimos años. Unión por la Patria definió desde el arranque su voto en contra y esa seguirá siendo su postura.
En segundo lugar, aparece en escena el oficialismo, muy limitado en cuanto al número de legisladores. Sin posibilidades, por lo tanto, de movilizar proyectos si no cuenta para ello con el apoyo de otros sectores. Lógica situación que debe afrontar una fuerza política nueva, que en su primera elección sólo logró ocupar dos bancas en la Cámara baja: justamente las de Milei y quien es ahora su vicepresidenta.
Y se llega al tercer gran espacio. El ex Juntos por el Cambio no ocultó nunca su dispersión luego de la derrota electoral de octubre y la vuelta a las bases de sus sectores. Sin embargo, tanto Pro, como UCR, el espacio liderado por Pichetto y Coalición Cívica, salvo contadas excepciones, acompañaron el plan de gobierno del flamante presidente de la Nación. Quedan cabos sueltos antes del análisis artículo por artículo de la ley, pero nada modificará la decisión de apoyar, de acuerdo con lo expresado el viernes desde las bancas.
Prácticamente no quedaba alternativa para este amplio sector, que es oposición más allá de que el kirchnerismo y la izquierda pretendan arrogarse la exclusividad. Los ex Juntos constituyen una oposición que se vio en la obligación de aportar gobernabilidad. De lo contrario, el Congreso se hubiese convertido en un frontón insalvable para el nuevo gobierno, con el riesgo que eso supone desde el punto de vista institucional.
Por otra parte, no se podía esperar otra actitud de los ex Juntos por el Cambio para diferenciarse de un kirchnerismo responsable del manejo del Estado, con sus resultados a la vista, durante 16 de los últimos 20 años.
Y en el camino recorrido desde el 10 de diciembre aparece una vez más en escena la influencia de los gobernadores. La estructura que pretendía entornar a Patricia Bullrich si resultaba electa presidenta y que, por las vueltas de la política, termina constituyéndose en otro respaldo a la acción de gobierno de La Libertad Avanza por la incidencia de los jefes provinciales en las bancas. Un apoyo que supo superar las diferencias existentes por varias de las decisiones tomadas por el gobierno nacional, en este corto tiempo, en cuanto a financiamiento para las provincias.
Alfredo Cornejo es uno de los gobernadores que procuró mantener el rótulo de Juntos por el Cambio después de la derrota de octubre y de cara a la segunda vuelta que le daría el triunfo a Milei. Y aunque en el Congreso ya nadie hable de esa coalición que acompañó a la gestión presidencial de Macri, queda claro que en la relación entre mandatarios provinciales el vínculo sigue vigente.
Tal vez por ello, en un reciente encuentro, en el que participó con su preponderancia Cornejo, el radicalismo mendocino anticipaba lo que finalmente se votó en el recinto de Diputados. “Creemos firmemente que planteando las disidencias y las coincidencias es posible dar el marco necesario para que un gobierno que acaba de asumir con el apoyo de la amplia mayoría de los argentinos pueda avanzar en el camino que trazó”, indicó el texto difundido.
“Necesitamos que al país le vaya bien, que la Argentina tenga un rumbo, que avance y que prospere para que empecemos a escribir una nueva página de la historia que redunde en una mejor calidad de vida para todos”, dijo el texto en otro pasaje.
Y apeló el radicalismo cornejista “a la cordura de la dirigencia toda, porque si hay algo que no podemos permitirnos es darnos el lujo de tener actitudes mezquinas propias de quienes son responsables de habernos llevado al borde del abismo”.
Detalles de estos nuevos tiempos de la política argentina. El primer capítulo de una puesta en escena que promete ser cambiante, plena en capítulos intrigantes.