Javier Milei logró dar el viernes su pequeño primer paso. La aprobación en Diputados de su mega proyecto fue trabajosa, difícil, casi cruenta por lo que sacrificó en el camino. La ley ómnibus que imaginó ya entra en un taxi. Pero sirvió para mostrar el perfil negociador del Presidente, que seguramente no es el que imaginaban los gobernadores que se asumieron dialoguistas. Sacrificó reformas, pero no les dio un peso más. La última amenaza fue que lo apoyaran a cambio de no sacarles más.
Alfredo Cornejo fue, cuando arrancó la era libertaria, el abanderado de esos jefes provinciales “dialoguistas” junto al correntino Gustavo Valdés, con quien formó hace tiempo un tándem interno. Pero el operativo de seducción desplegado, con ofrecimiento explícito de colaboración, pareció no conmover al destinatario. Como si Milei no los registrara. El Presidente no quiere ser seducido, le interesa más dominar con el látigo.
Es cierto que la liga de gobernadores de Juntos por el Cambio ha logrado cierto protagonismo, ante un peronismo aún desdibujado. Pero ese grupo tiene una dinámica interna que muestra grietas: están por un lado los radicales y por el otro los del Pro con algunos aliados. Como si no bastara tanta dispersión, se sumó en los últimos días Martín Llaryora, del inclasificable peronismo cordobés, tal vez viendo que había quedado en soledad y perdía protagonismo ante su vecino santafesino, Maximiliano Pullaro, la nueva estrella radical.
Pullaro es la novedad. No sólo es el que manda en la provincia más grande de las gobernadas por la UCR tras derrotar al PJ. Sus medidas contra los narcos y las amenazas que recibió lo posicionaron rápidamente en el escenario nacional. Cornejo, por el contrario, sigue sin lograr hacer pie allí, después de años intentándolo. “Quedó desdibujado por acercarse tanto al Gobierno”, dice un radical que lo respeta pero no le responde.
Incluso, aquel logro de excluir a la vitivinicultura del pago de retenciones pareció esfumarse cuando el Gobierno nacional decidió sacrificar también el incremento de las retenciones que paga la soja. Este cambio era el que realmente interesaba al oficialismo porque era el único que podía mover la aguja hacia el equilibrio fiscal.
Quizás haya sido por el desaire de las últimas semanas, quizás porque entendió que no era tan conveniente quedar pegado al Gobierno ahora, un intendente radical y otro peronista creyeron percibir una toma de distancia de Milei durante las reuniones que tuvieron con Cornejo la semana que pasó. Tal vez fue sólo una sensación, pero ambos interpretaron el viaje que hizo a España como una forma de alejarse en un momento clave.
Sin la reversión del impuesto a las Ganancias, porque nadie se quiere hacer cargo del costo político, y con Milei decidido a no darles un peso del impuesto PAIS a las provincias, el futuro financiero se vuelve borroso para todos los gobernadores.
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) da cuenta del resultado de la recaudación nacional del primer mes del año: cayó 3,6%. Discriminado por impuesto, Ganancias muestra una baja real de 38,6%. Ese es dinero que no recibirán las provincias. En el extremo opuesto, el que más subió en términos reales es justamente el impuesto PAIS: 283.8%. Por eso lo apetecen los gobernadores y Milei no lo comparte.
El Iaraf también hizo un informe sobre el otro ingreso fuerte que tuvieron algunas provincias hasta que terminó el gobierno de Alberto Fernández: las transferencias discrecionales. Y allí el resultado es demoledor para algunas. Aunque habla de una caída real promedio de 98% y en general todas se ajustaron a ese porcentaje (salvo Corrientes y Chubut, con sólo 26 y 30%, respectivamente), el problema es desde dónde cayeron.
De todas claramente la provincia de Buenos Aires es la más complicada: en enero de 2023 recibió $11.726 millones, o sea 30,6 millones de dólares blue a la cotización de ese momento. Durante el mes pasado cobró apenas $53 millones (44 mil dólares blue). Con la coparticipación por habitante más baja por mucho, Axel Kicillof se enfrenta a un panorama sombrío en el futuro inmediato. Así como muchos jefes del Norte que hicieron en los últimos años de los famosos ATN su forma de llegar a fin de mes.
En el caso de Mendoza, los perjuicios de ayer pueden ser una ventaja hoy. Acostumbrada durante la Presidencia de Fernández a estar entre las menos favorecidas por las transferencias discrecionales, ajustó sus gastos a esa realidad. En enero del 23 recibió 44 millones de pesos, una cifra ínfima. Un año después, por supuesto es más ínfima: sólo 6 millones.
En el equipo de Cornejo, además, están convencidos de que tendrán que cubrir la parte del Fondo del Incentivo Docente que no pagará la Nación. La decisión de Milei de manejarse con el Presupuesto de 2023 implica que enviará el mismo monto que un año antes, con una inflación del 200%. La actualización tendrá que costearla la Provincia con fondos propios.
Por eso, la preocupación pasa íntegramente por el impacto en la coparticipación de Ganancias y la baja de IVA debido a la caída del consumo. La misma razón por la que cae Ingresos Brutos, el tributo que más aporta a la caja provincial. Con el impuesto a los sellos en baja por la reducción de alícuotas (los contratos de alquiler ya no pagan y los autos 0 km tributan la mitad) y los patrimoniales (automotor e inmobiliario) con influencia decreciente, no queda más que recortar gastos, estirar el dinero que ingrese y usar ahorros.
De eso trataron en buena medida las reuniones de Cornejo y los ministros Mema y Fayad con los intendentes oficialistas y peronistas el miércoles y jueves pasado. La idea fue exponer los números concretos, para que ninguno se sorprenda después.
Todos llegaron a esa reunión, por supuesto, sabiendo lo que se avecina. El miedo, literalmente, se ha apoderado de los jefes territoriales. Por supuesto que en distintas escalas. Los más novatos son los más asustados entre los radicales. Pero los peronistas no se quedan atrás: ya no pueden apelar a la Nación para financiar obras o conseguir ayuda financiera.
Cornejo aportó en esos encuentros dos consejos claves, que por supuesto él aplicará. El primero fue ser conservadores en las paritarias: “Es preferible bancarse puteadas porque el aumento es bajo al papelón de no poder pagar los sueldos, porque de eso no se vuelve”. También pidió que limiten las obras a aquellas que sepan que van a poder empezar y terminar.
“El cortoplacismo al poder”, ironizó uno de los jefes comunales sobre la situación que viven.
Hubo otro tema que abordó Cornejo con los radicales: la inseguridad creciente. En el núcleo duro del mandatario admiten que el salto en la cantidad de casos de robos fue casi automático tras las primeras medidas de Milei. Ya lo había revelado el Ministerio Público Fiscal, como publicó Los Andes, y había quedado expuesto por los reclamos vecinales en el Gran Mendoza, sobre todo.
Cuando el Gobernador empezó hablar de seguridad, disimuladamente varios de los presentes se acomodaron en sus sillas y se prepararon para lo que creían podía ser un reto a dos “díscolos” que habían cuestionado al Gobierno: Ulpiano Suárez y Diego Costarelli. Pero no hubo nada de eso. Por lo que se sabe, tampoco lo hubo en privado.
El capitalino se había quejado porque la Policía destina pocos efectivos a su municipio. El godoicruceño cuestionó una idea de la ministra de Seguridad, Mercedes Rus: que todos los municipios del Gran Mendoza tengan un cuerpo de preventores. Ambos lo hicieron en entrevistas publicadas por este diario.
Ambos también hicieron reclamos financieros. Costarelli porque recibirá en el año unos 1.300 millones de pesos menos de coparticipación porque Godoy Cruz tuvo un crecimiento de habitantes menor al resto. Suárez porque está congelado hace más de una década un fondo que compensaba el dinero que perdió Capital con el cambio en la coparticipación que se hizo en 1996. Recibe 14 millones y, según sus cuentas, deberían ser 7.300 millones.
“Están defendiendo a sus municipios, por eso el Alfredo no tomó mal sus declaraciones”, aducen cerca del Gobernador. Igual, que no haya habido castigo aún no significa que no lo haya en algún momento.
Ambos casos son, políticamente, distintos. Costarelli es parte del núcleo duro cornejista y de hecho su oposición rotunda hizo que ahora en el Gobierno digan que no está definido que se vaya a exigir a los municipios tener un cuerpo de preventores. Suárez, en cambio, es un radical lal que el cornejismo le desconfía por sus aspiraciones de ser gobernador.
Pero más allá de las lealtades internas, sus desafíos públicos confirmaron una sensación que sobrevuela a la política desde hace dos meses: el Cornejo 2023 es muy distinto al implacable de 2015. Todas esas diferencias nunca se hubieran hecho públicas hace ocho años. Hubiesen sido planteos en privado, pero nunca mediáticos. Nadie se le animaba.
No es el único cambio entre uno y otro modelo de Cornejo. Y lo saben los propios. “Hoy es más flexible, dialoguista. En su primer gobierno había más tensión con el peronismo y ahora hay buena relación. Creo que lo hizo cambiar que se hablara tanto de su autoritarismo en la campaña”, define uno de sus leales.
La contención de los intendentes del PJ y la buena predisposición de éstos para con el Gobierno tiene una razón ajena a los protagonistas: la situación económica y social no admite batallas políticas sin sentido.
Un peronista pícaro hace una comparación cinéfila: “El Alfredo me hace acordar a Rocky III, cuando pierde con Mr T y el entrenador le dice que su problema es que se aburguesó, que ha perdido la mirada de tigre que tenía y lo hizo campeón”.
Tras las últimas semanas marcadas por el debate nacional, el Gobierno provincial parece haber tomado nota y prepara un paquete de 20 leyes para enviar a la Legislatura y así volver a protagonizar la agenda, una vieja obsesión de Cornejo. Incluye reformas en Salud, en Seguridad y también fiscales. Por ejemplo, se buscará compensar algo de la pérdida de recursos que tendrán Godoy Cruz y San Rafael por la nueva coparticipación. Nadie dice si también se atenderá el reclamo de Capital.