César Cipolletti nació el 11 de noviembre de 1843 en Roma. Como muchos saben fue un brillante ingeniero hídrico, que trabajó tanto en Europa como en Argentina. Aquella Argentina pujante, cuyos gobernantes encaraban grandes obras mejorando realmente las condiciones de vida de todos.
Contratado por el gobernador Tiburcio Benegas para posibilitar mejoras hídricas y consecuentemente beneficiar a la industria vitivinícola, Cipolletti llegó a Mendoza en 1889 para establecerse de forma definitiva y trabajar en el dique que hoy lleva su nombre.
Once años habían pasado de su inauguración cuando se produjo una ruptura. El ingeniero fue llamado de manera urgente por el gobierno mendocino. Visitó las tomas del río Mendoza, y según crónicas de la época, explicó que la enorme cantidad de piedras arrastradas ese año por la corriente produjo un desgaste extremo de los materiales y las partes más débiles de las defensas fueron destruidas.
Además, aclaró que “el desgaste apuntado, en sólo dos meses, puede calcularse superior al que ha sufrido el dique en once años de existencia, hasta el extremo de que los bloques de granito han sido cortados en una altura de cuarenta centímetros. Los derrumbes producidos en la cordillera han sido enormes”, (Caras y Caretas, 1900).
En 1935 la misma revista hizo referencia nuevamente a la obra, en un texto llamado “El brío Mendocino”. Allí Francisco Grandmontane relató el adelanto significativo que tuvo el dique y el trabajo del italiano para la industrialización posterior de la provincia:
“Detener y embalsar sus aguas y légamos arrastrados desde la cordillera —riego y abono simultáneos— equivalía a crear un nuevo Eldorado. La primera iniciativa no pudo ser más animadora. El dique sobre el río Mendoza, obra de Cipolletti, apenas costó un millón de pesos, produciendo, en los 20 primeros años más de setecientos millones. Sólo en el símbolo de las multiplicaciones bíblicas puede hallarse un ejemplo parecido. De ese modesto dique arranca la transformación de la comarca, su profundo cambio social y el nuevo rumbo del espíritu colectivo. Entonces se vio cuan apto es el tipo andino para las evoluciones rápidas. Aquel pueblo de tradición pastoril se convirtió aceleradamente en agricultor intensivo, en hortelano y en industrial”.
Lamentablemente Cipolletti no logró ver la totalidad de estos adelantos: murió en 1908. Creemos que su obra y vida carecen de difusión. Enero nos da la excusa de introducirnos en ambos aspectos, pues fue el mes en que se inauguró el famoso dique y durante el que falleció.
*La autora es historiadora.