Hace unos días una sorpresiva noticia sobre la aparición de los portones peatonales movilizó la opinión pública. Pero empecemos del principio para entender qué pasó y aventurar cómo podría seguir esta historia.
En 1908, en el marco de la construcción del Parque, se colocaron los portones importados, fabricados en Glasgow Escocia. El ing. Juan Molina Civit, quien había realizado la compra, también fue el encargado de diseñar y hacer las obras del sector del ingreso, con las luminarias y la colocación de los tres portones vehiculares, uno central y dos laterales. Fue entonces cuando se vio la necesidad de agregar dos portones peatonales, en ambos extremos, ya que el parque estaría delimitado por un cierre perimetral para entrar solo por este monumental ingreso.
Los portones peatonales se encargaron a la mejor empresa metalúrgica y de fundición de la ciudad: Sucesores de Carlos Berri, ubicada en las inmediaciones de la actual Plazoleta Barraquero. Así se colocaron los cinco portones, los tres importados vehiculares y los dos peatonales realizados en Mendoza. A ambos lados de éstos se construyó una balaustrada de unos 50m de largo que se continuaba en un cierre de postes y tejido metálico. De este modo aparece el conjunto en las fotos de los Álbumes del Centenario de Mayo en 1910. Durante 32 años así fue el ingreso al gran Parque público de la ciudad.
En 1940 una importante remodelación del paseo, llevada a cabo por el Arq. Daniel Ramos Correas, por entonces Director de Parques, incluyó obras en el ingreso por los Portones: se quitó la balaustrada y todo el cierre perimetral y se retiraron los portones peatonales.
¿Qué paso entonces con estos portones? ¿Dónde fueron llevados?
En 1985 tuve la oportunidad de realizar una serie de entrevistas al reconocido arquitecto, ya mayor y retirado. Varias veces le pregunté por los portones peatonales y él daba la misma respuesta: Fueron llevados a una finca de Luján o Maipú, por orden del Ministro. Entonces yo repreguntaba: ¿dónde?, ¿a qué finca? ¿de quién?, él afirmaba que sabía pero no podía decirlo, había prometido silencio. El Ministro de Industrias, Obras Públicas y Riego era por entonces el Ing. Frank Romero Day. Esta versión era refrendada por el Prof. Salvador Laría, de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, estudioso de la historia local, muy cercano al Dr. Edmundo Correas, pariente de Ramos.
Desde 1985 hemos buscado los portones, como seguramente lo hicieron otros colegas patrimonialistas. Nunca aparecieron en nuestros relevamientos de propiedades en los proyectos Conicet de Patrimonio Arquitectónico o en PICT de los Caminos del Vino. Cierto es que nuestros recorridos sobre el territorio agrícola no eran exhaustivos y en muchas propiedades no nos permitieron el acceso. Pero en algún sitio deben estar, nos decíamos.
Hace unos días Alberto Arizu, propietario de Finca el Paraíso, en medio de la inauguración de un emprendimiento gastronómico y turístico anuncia que la propiedad tiene los portones perdidos del parque!! Ohh qué maravilla, aparecieron!!, nos dijimos varios.
Además, pensando que era una versión cierta, me dije: “A confesión de partes, relevo de pruebas”, así será. Que los tuvieran en ese sitio era verosímil, porque la propiedad había pertenecido a Frank Romero Day y la propiedad se ubicaba en Maipú.
Cuando dos días después, en una publicación de la prensa local aparecieron fotos de la Finca El Paraíso con los supuestos portones encontrados, pudimos compararlos con las fotos antiguas de los originarios y comprobamos, con total certeza, que no son los portones peatonales perdidos del Parque Gral. San Martín. Tienen otras dimensiones, altura y disposición de los barrotes y ornamentos.
Luego, ante la movida en redes sociales, la familia rectifica la información diciendo que era una anécdota familiar y que no podían afirmar que fueran los portones del parque. Y con eso se dio por saldado el tema.
¿Por qué el propietario del El Paraíso afirmó que tenían los portones cuando no era así? Podría ser una estrategia para darle lucimiento a la inauguración del emprendimiento y agregarle un atractivo con anclaje histórico al establecimiento. Poco importa ya. Lo que sin embargo habría que preguntarse es: ¿De dónde surgió esa leyenda familiar que ubicaba a los Arizu como depositarios de esos portones?
Está claro que si hubieran sido los portones peatonales originales, lo que habría correspondido era que fueran restituidos a su lugar en el parque, recomponiendo el conjunto de cinco portones. En eso creo que coincidimos todos los especialistas pero también lo harían, seguramente, la mayoría de los mendocinos.
Y bien, ¿qué reflexiones nos provoca lo sucedido?
En primer lugar nos lleva a pensar que han pasado 82 años desde la desaparición de los portones peatonales y nunca nadie desde el Estado ha realizado un movimiento en aras de hallar esta parte del valioso conjunto monumental de los portones, tan ligado a la identidad de la provincia y la ciudad. Esto excede lo esperable de un pacto de silencio de los contemporáneos de Ramos y Romero Day. Parece que se hubiera admitido como lícito que los portones peatonales, un bien público, hubieran sido apropiados para su disfrute por un particular. Y a ese “silencio” adhirieron tanto los administradores de los bienes públicos como los sectores dirigentes.
Por otra parte nos preguntamos si la Dirección Provincial de Patrimonio o el Consejo del Patrimonio que funciona para dar cumplimiento a las leyes sobre Patrimonio cultural, no deberían haber intervenido para indagar sobre el tema y abrir con ello la posibilidad de una restitución voluntaria del bien, más allá de investigar acerca del recorrido y destino que puedan haber tenido estos portones.
Desde el campo científico técnico podemos aportar lo que tenemos: conocimiento y propuestas para la adecuada conservación de los bienes culturales. Por esta razón les presentamos esta reconstrucción hipotética, realizada a partir de las fotografías que disponemos, de cómo eran estos portones, con medidas aproximadas y ornatos. El objetivo de su publicación es mostrarlos para que puedan ser identificados, y darle publicidad a esta información en la prensa y las redes sociales, de modo que seamos miles los mendocinos que buscamos los portones del parque. Pueden tener un estampado que diga “Sucesores de Carlos Berri”, en el zócalo inferior. Tenemos esperanza de hallarlos en algún rincón de la provincia. Todos podemos participar. A propósito: ¿Alguien vio estos portones?
Nota: La reconstrucción de los portones a partir de los documentos fotográficos ha sido realizada por el Ing. José A. Gómez Voltan- Profesional Principal Conicet CCT Mendoza.
Las medidas son aproximadas.
* La autora es Arquitecta. Investigadora Principal Conicet