Aquellos que redondean medio siglo de vida han asistido a dos cambios de época: de la sociedad industrial a la sociedad de la información; y de ésta a la sociedad del conocimiento. Se habla también de un cambio de era geológica, del holoceno al Antropoceno. La evolución de la sociedad está creando una cultura de avanzada científico-tecnológica globalizada o Tecnoceno, cuya dispar extensión y aplicación incrementará el bienestar, pero también la brecha entre ricos y pobres: en dinero, en conocimiento y en futuro, por obra de tecnologías de alta complejidad y alto riesgo; con huellas en el mundo que exponen a la población actual y a las futuras.
Si no podemos resolver las urgencias del presente, ¿quién atenderá las necesidades de las generaciones futuras? El parlamento argentino se apresta a generar un instrumento que sea el fundamento para resguardar esos derechos: La Creación de la Comisión de Planeamiento del Futuro
La globalización post-covid, o 2.0, muestra una dramática aceleración del futuro, que se impone antes que podamos ajustar nuestra mente para entender situaciones nuevas con igual de nuevas oportunidades y riesgos.
Otra fuerza motriz es la emergencia de nuevos espacios no-soberanos como el ciberespacio, la biosfera (conjunto de seres vivos del planeta y sus interrelaciones), el espacio extraterrestre, los fondos marinos entre otros, pero que son condicionantes inexcusables de oportunidades y riesgos locales, que requieren atención legislativa nacional. No puedo dejar de mencionar otros espacios ‘intangibles’ que están fuera de la categoría de espacios soberanos, aunque los Estados tengan responsabilidades parciales sobre ellos, como la seguridad, en sus múltiples manifestaciones, estatal, alimentaria, cadenas de suministros, salud, financiera, entre otras.
La crisis estatal-institucional-relacional se funda en las cada vez más obsoletas ideologías de la sociedad industrial y reclama nuevas fuentes de legitimidad, nuevos límites del poder, nuevas formas de ejercicio de la autoridad y de la responsabilidad. La emergencia de poderes y ciudadanías globales.
El Futuro en sus múltiples dimensiones requiere de más información científico-tecnológica para construir un conocimiento de futuros alternativos que pueda aprovechar oportunidades y minimizar riesgos.
El proyecto de ley de Creación de la Comisión de Planeamiento del Futuro en su artículo 2° precisa con toda claridad estos objetivos. Articular esos desarrollos con la legislación y gestión del futuro es un desafío político, ético y organizativo que requiere de líderes con visión prospectiva y voluntad de transformación, acordes con una nueva realidad que puede ser positiva, o representar serios riesgos para el país y aún para la humanidad.
Su creación es resultado de un extenso y laborioso proceso de estudios y análisis, como consideración de numerosos antecedentes nacionales y extranjeros. En función de los antecedentes considerados y de sus relaciones con las actividades políticas tanto del legislativo como el ejecutivo se pueden visualizar las siguientes necesidades de naturaleza prospectiva en la organización y procedimiento parlamentario:
• Dar suficiente información calificada a las leyes y regulaciones sobre su impacto a futuro, previendo y estimando nuevas configuraciones de intereses.
• Responder a las necesidades de actuales y futuras generaciones respecto los desafíos globales y aquellos de orden nacional condicionados por el contexto exterior.
• Revisar críticamente organización y procedimientos de trabajo que conforman la “cultura organizacional” del parlamento.
• Incorporar de modo rutinario el análisis de consecuencias positivas como negativas de la legislación que se adopte, incluso evaluar alternativas de poca posibilidad de ocurrencia, pero de alto impacto que podrían ser desequilibrantes.
• Desarrollar una capacidad estratégica para integrar escenarios futuros alternativos a la toma de decisión.
• Promover prácticas colaborativas, en tanto ningún organismo público o privado está en capacidad de dar respuesta a todas las necesidades de información que debieran alimentar el proceso de toma de decisión.
La articulación ciencia y política requiere fundar la toma de decisión en nuevos instrumentos interinstitucionales, interdisciplinarios e internacionales, que incentiven la participación de todos los interesados y permitan abordar la resolución de necesidades básicas como promover el desarrollo humano como un todo. No basta saber qué pasa, es preciso anticipar los nuevos desafíos científicos y tecnológicos, desde la perspectiva del desarrollo autónomo de nuestras sociedades.
La participación del senador Guido Girardi Lavín y el diputado Rodrigo Goñi Reyes, impulsores de las Comisiones de Futuro de Chile y Uruguay, no sólo reconoce sus compromisos con sus respectivos países sino que muestran claramente que nuestro futuro está ligado indisolublemente al futuro de todos los países de la región.
Transparentar la información, capacitar para el análisis, generar múltiples eco-sistemas de conocimientos y articular diferentes vías de acceso junto a la ciencia, como el arte, la espiritualidad, la mirada a la naturaleza; es el camino elegido para afrontar el desafío de la crisis de sentido y fragmentación del conocimiento en el mundo globalizado y democratizar la transición a la sociedad del conocimiento.
*El autor es Doctor en Historia. Dirige el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva.