El secretario de Lavalle

El pensamiento político de Félix Frías fue incompatible con la tiranía de Rosas, hecho que lo llevó a exiliarse en Montevideo donde conoció al mítico Juan Lavalle, del cual se convirtió en secretario.

El secretario de Lavalle
El pensamiento político de Félix Frías fue incompatible con la tiranía de Rosas, hecho que lo llevó a exiliarse en Montevideo donde conoció al mítico Juan Lavalle, del cual se convirtió en secretario.

La figura de Félix Frías es digna del Lado B de la Historia. Su vida comenzó en Buenos Aires, el 12 de marzo de 1816. Siendo el segundo hijo de Luisa Molina López y Félix Ignacio Frías. Cultor de una educación privilegiada, que incluyó el título de abogado, fue parte de los jóvenes inquietos que en el salón de Marcos Sastre gestaron la gloriosa Generación del 37′.

Su pensamiento político fue incompatible con la tiranía de Rosas, hecho que lo llevó a exiliarse en Montevideo. Allí conoció al mítico Juan Lavalle describiendo el encuentro en su diario personal:

“Acabo de tener una conversación con el General Lavalle sobre los planes de la Revolución (…). Hablando del pasado me dijo: ¿quién no ha cometido errores? Yo el mayor, uno inmenso que ha traído todas las calamidades de la Patria, pero le protesto a Ud. que sacrifiqué a Dorrego con la intención más sana; y que este sacrificio me fue tanto más costoso cuanto que yo quería a Dorrego, yo lo quería, y tenía para mí cualidades muy recomendables. Yo lo confieso, yo me arrepiento a la par de mi Patria”

Pronto se convirtió en el “secretario de Lavalle”, título por el que fue señalado durante el resto de sus días. Junto al General regresó a Argentina buscando derrocar a Rosas. Aquellos días terminaron con la muerte del jefe unitario y el traslado de sus restos a Bolivia. Años más tarde, Frías escribió sobre Lavalle:

“Verdad es que fue desgraciado; pero siendo siempre desgraciado, durante la más larga y penosa campaña que se ha hecho en defensa del honor argentino, salvó la dignidad de su país de la única manera que le era posible salvarla, protestando en muchos campos la batalla contra la sangrienta y brutal tiranía.

Nada tendría este país que oponer a la vergüenza de haber soportado durante veinte años el yugo de esta tiranía, si no existieran esas glorias del héroe de las derrotas.

Fue desgraciado, es verdad, pero luchó siempre y luchó con denuedo admirable. Se lanzó con un puñado de hombres a desafiar el poder de Rosas, vencedor en toda la República, y combatiendo sin recursos de ningún género”.

Tras exiliarse en Bolivia, buscó refugio en Chile. Allí conoció a Gregorio Las Heras, Mitre y Sarmiento. Escribió en “El Mercurio” y fue enviado como corresponsal a Europa, dónde cubrió las Revoluciones de 1848.

Tras la caída de Rosas regresó a Buenos Aires y durante la presidencia de Sarmiento se le encomendó representar al país en Chile. Con la llegada del sanjuanino al poder el país trasandino consideró oportuno reclamarle la Patagonia. Señalaban que durante su pasado como periodista en Chile había señalado que la Patagonia les pertenecía.

Frías fue fundamental para demostrar lo contrario. Revisó cuidadosamente los artículos cuestionados concluyendo que no existía ningún comentario referido a la Patagonia. En todos sus textos Sarmiento habló de los derechos chilenos sobre la zona oeste del estrecho de Magallanes.

Después de aquella victoria diplomática, nuestro protagonista regresó a la capital argentina.

Llamativamente el flamante presidente chileno realizó comentarios alarmantes sobre nuestra Patagonia, sin recibir una respuesta contundente por parte del gobierno argentino. Sin duda, a la luz de la actualidad personajes como Frías y Sarmiento toman aún más relevancia.

*La autora es historiadora.

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