El próximo lunes se cumple un nuevo aniversario del terremoto que en 1861 destruyó Mendoza. Se calcula que murió aproximadamente el cuarenta por ciento de su población y para un diario cordobés de la época, nuestra provincia había desaparecido.
La situación fue verdaderamente digna del infierno de Dante. Un extranjero de apellido Clereaux, dejó las siguientes observaciones:
“Como chacales hambrientos invaden en el acto bandas de forajidos, el recinto espantoso de la muerte y de la devastación, estremeciéndose aún todavía la tierra, y emprenden un sistemático y extenso pillaje que dura cinco días (…) Tienden la mano estos caníbales a los desgraciados que les piden ayuda para levantarse, no para ayudarlos sino para despojar de sus anillos y pendientes a la virgen, de su reloj y dinero al rico propietario. Nada escapa a su rapiña”.
Los entierros comenzaron poco después, pero no de todos. En cementerio municipal de la Ciudad se vino abajo, generándose un gran caos para identificar a sus ocupantes. Así, por ejemplo, el cadáver del Fraile Aldao se perdió. Según algunos autores podría encontrarse cerca del mausoleo Lencinas.
En su libro “Viaje a través de los Andes” el inglés Ignacio Rikard señaló:
“Vi tirados varios esqueletos humanos y partes de cuerpos asomando de debajo de las masas más pesadas de mampostería. La visión me obligó a apartarme rápido. En muchas partes de la ciudad vi la misma horrible exhibición: cráneos, brazos, piernas, algunos todavía no bien descompuestos”.
Pero Mendoza no fue lo único que se desmoronó en 1861.
Hacía años que el país estaba dividido entre la Confederación Argentina -liderada por Urquiza- y el Estado de Buenos Aires, en manos liberales.
En este marco ambas facciones se enfrentaron el 17 de septiembre a orillas del arroyo Pavón (Santa Fe). Urquiza no quería luchar y buscó evitarlo por todos los medios. Enfermo durante la batalla, el dolor físico lo aturdió hasta el punto de desear morir. Su paso por el campo marcial fue efímero y se retiró pronto.
Ese día nació un nuevo orden nacional y una gran incógnita: ¿por qué el entrerriano se retiró sin luchar? Siguiendo la línea trazada por Isidoro Ruiz Moreno, creemos que lo hizo al sentirse traicionado. Los testimonios de entonces coinciden en este punto.
Urquiza cubrió con su nombre una década de profundas y beneficiosas transformaciones para el país; entre ellas la Constitución Nacional, pero a partir de este momento su propia historia pasaba a una fase secundaria de la nacional.