En Mendoza, silencio de radio. Nadie quiere opinar abiertamente del dólar agro anunciado por el ministro Sergio Massa. No tienen datos. Las explicaciones llegan por la prensa que está en Estados Unidos, y la mayoría prefiere aguardar a la vuelta de la comitiva. Pero al fin y al cabo, entre los vitivinícolas, ya se van formando una opinión.
Durante las reuniones que mantuvieron en Buenos Aires, le plantearon a la gente del ministerio de Economía dos temas claves: la ventana de tiempo y el valor del dólar diferencial. Querían 120 días y un dólar similar a la cotización del dólar ahorro, esa semana $ 350. Pero ahora todo cambió. El anuncio de la posible unificación de los tipos de cambio y también el hecho de tener que abrir la mesa de negociación, porque ya no solo se consultará al vino, sino que irán en un paquete con todas las economías regionales, genera dudas. La falta de exclusividad es un terreno que no conocen, y ahora deberán probarse un “traje” que no fue hecho a medida, sino que tendrán que usar lo que les den. Algo nuevo.
Está claro que la vitivinicultura es negocio de ciclo largo, que no tiene guardadas las botellas ni las retiene para especular con el precio, sino que se vende a medida que se cierran contratos con los distribuidores. Pero algunos advierten que quizás una ventana corta de tiempo -90 días- serviría para aumentar las exportaciones a granel de vino argentino, que termina siendo embotellado en destino. Una modalidad en pleno auge entre las grandes, que necesitan mejorar su rentabilidad, pero con la pérdida local del valor agregado.
¿Dólar agro: un salvavidas?
Lo que ya se sabe de las exportaciones es que durante la última década, la participación de los vinos argentinos en los mercados mundiales ha disminuido en un 25%, lo que evidencia las dificultades competitivas que ha enfrentado la industria. A pesar de que el comercio de vino mundial se ha expandido en términos de facturación, los vinos argentinos no lograron mantener esa tendencia. Y si se analiza en volumen ese negocio, se puede observar que solo ha aumentado en situaciones excepcionales de excedentes y mejoras temporales en el tipo de cambio, algo que no sucedió en el 2022 y muestra señales adversas en el 2023.
Y si se analiza con los datos que proveen los industriales del sector, en el último año se registraron incrementos en los costos del 145%. El precio del vino en el mercado de traslado entre enero de 2022 y enero de 2023 subió por encima del 200%, y también tendrá un impacto en los costos los precios de la nueva cosecha, por el alza de la materia prima. A todo esto hay que sumarle un mercado interno en retracción, como resultado de la macroeconomía, y un mercado externo en donde en algunas líneas ya no somos competitivos.
Claramente, si Massa está en busca de dólares, el sector del vino no es la respuesta. Es que la vitivinicultura en su totalidad exporta alrededor de 1.000 millones de dólares anuales, una cifra bastante menor a los números que necesita que necesita la Nación. No obstante, es probable que este impulso dinamice un poco al sector, que ha sido golpeado por heladas y granizo, y ha tenido una de las cosechas más bajas del siglo, con una perspectiva a corto plazo de caída en el consumo del mercado interno debido a la recesión.