La decisión de Suárez de ir nuevamente hacia un endurecimiento de las medidas preventivas por la pandemia no debería sorprender o molestar. El Gobernador hace varias semanas que viene solicitando a la población prudencia, que no haya abusos en las actividades permitidas, pero siempre regidas por las pautas elementales de la prevención: uso de barbijo o tapaboca, distancia de no menos de 1.50 m entre personas, evitar aglomeraciones y cuestiones relacionadas.
Primero se pidió desde el Gobierno que los mendocinos saliesen lo menos posible en estos días porque el nivel de contagios, siempre elevado y en aumento en Buenos Aires, también comenzaba a incrementarse en Mendoza luego de semanas tranquilas. Debe recordarse que durante más de un mes no hubo contagios. La semana pasada el dato político lo dio el propio mandatario provincial con su carta a los mendocinos insistiendo con la necesidad de autocontrolarse y evitar reuniones innecesarias en el ámbito familiar o de amigos.
Pero, el récord local, que aumenta día a día, y la posibilidad de que desde la Nación puedan intervenir aplicando a Mendoza una categoría de fase más exigente alertó al Gobernador y a sus colaboradores. Por eso el sábado se transformó (no es la primera vez en cuarentena) en bisagra con respecto a las determinaciones a tomar, con reuniones en las que participaron ministros e intendentes.
Coinciden los especialistas que lo que se enfrenta hoy en nuestra provincia está dentro de lo esperado en cuanto a la evolución de la pandemia. Y está relacionado, como en todos los países del mundo, con el comportamiento de la gente. Señalaba en estos días el médico Sergio Saracco que cuando se relajan las medidas de prevención comienza a haber el tipo de contagios que preocupan aquí en este tiempo. Y acotaba que lo esperable es que la actual curva de contagios vaya en ascenso y se equilibre recién cuando la gente comience a generar inmunidad.
Por otra parte, esta vez el anuncio presidencial de una nueva etapa de aislamiento generó sorpresa y enojo en el equipo gubernamental mendocino. No sólo Alberto Fernández puso énfasis en el crecimiento de casos en esta provincia, sino que, además, aporto datos que en el gobierno local no comparten y eso generó inocultable fastidio. “Es importante destacar que las decisiones las estamos tomando en base a los datos de Mendoza y no a las apreciaciones inexactas que el Presidente presentó sobre nuestra provincia” en la conferencia de prensa del viernes, en Olivos, señaló por tuit el Gobernador. “Es que toman fechas de salida de Mendoza del aislamiento iguales que las del AMBA, cuando nosotros desde mayo venimos con actividad. Además, la curva nuestra es menor que la de ellos, que están encerrado”, comentó Suárez sobre los motivos de su incomodidad.
La reacción tuvo rápida repercusión en los medios, incluyendo los influentes de Buenos Aires. No siempre los datos reflejados en las “filminas” del Presidente fueron irrefutables. Hubo después de cada anuncio varias reacciones, en especial de otros países. Y este último caso no fue la excepción: se quejaron desde la Embajada de España en Argentina, pero ahora no Fernández sino con Kicillof, con relación a la supuesta “cuarentena estricta” en Barcelona a la que aludió el gobernador bonaerense cuando le tocó hablar, la que no era tal. Lo cierto es que casi siempre hay una metida de pata por el estilo.
¿Qué pudo ocurrir, por lo tanto, con los números erróneos que refutó Suárez? No hay suspicacias ni acusaciones, por lo menos públicamente. Pero sí preocupa en el Gobierno que esta situación pueda reiterarse independientemente de alguna intencionalidad política, algo que sería detestable por tratarse de una crisis dramática como la del coronavirus.
El alineamiento de éste y de los demás gobernadores del radicalismo y del Pro fue una de las señales políticas positivas en estos largos meses de restricciones y caída de la economía. Siempre se ha señalado que el ejemplo de Rodríguez Larreta es muy importante y en esa línea se ha venido moviendo Suárez, que logró en su momento, cuando el “interior” tenía pocos casos mientras en Buenos Aires el problema seguía con fuerza, y siendo el Ejecutivo nacional el responsable de las decisiones ante la emergencia, recibir la facultad delegada para adoptar aquí las medidas que correspondiese acorde con la realidad local. Por eso el Gobernador no quiere que los números que se dan desde la Nación no sean los correctos justo en una etapa de mayor nivel de contagios, como la actual.
Portezuelo si, Portezuelo no
En la semana, por primera vez Suárez planteó la posibilidad de que con los recursos que llegan desde la Nación se puedan encarar otras obras que todavía no tienen financiamiento. Este paso lo daría la Provincia si el conflicto por Portezuelo del Viento se prolonga sin vías de solución.
Los recursos son de Mendoza y hasta ahora el gobierno nacional no ha fallado con el pago acordado en distintos plazos. En la semana hubo un depósito. Y como el destino para obras hídricas o energéticas está contemplado en el convenio firmado en su momento con el Estado nacional, en este caso si la megaobra de Malargüe, llegase a ser postergada.
Lo expresado por Suárez no es un anticipo inconsulto ni un arrebato político. Tiene el aval de expertos y estudiosos del tema hídrico y, por lo menos, un ex gobernador de nuestra provincia. El Gobernador no se ha fijado aún un plazo para decidir el destino de los fondos con los que Mendoza es resarcida por la promoción industrial a provincias vecinas. Pero en el entorno del mandatario provincial consideran que hay una “línea de muerte” de la estrategia sobre Portezuelo, que es la adjudicación. Difícilmente se pueda llegar a esta última instancia si el escenario sigue tan complicado como está ahora.
Obviamente se trata de una definición difícil para Suárez porque la obra del sur provincial formó parte de los planes de campaña, ya que este gobierno podía quedar como el que puso en marcha los trabajos. En tal sentido, también hay voces que le sugieren al Gobernador tomarse un tiempo para decidir. Es el caso de Alfredo Cornejo, que en la semana hizo declaraciones en las que dijo parecerle prematuro pensar en no hacer la represa. Hizo casi un pedido de calma. Concretamente, su antecesor considera que Suárez está buscando alternativas porque permanentemente le ponen trabas, según él, desde la Nación y las otras provincias vinculadas por el Coirco. Por eso el titular del radicalismo opinó que él todavía “no tiraría abajo” la decisión de hacer Portezuelo. Es decir, le pide paciencia a su sucesor, pero entiende que éste toma precauciones a tiempo. En el Gobierno coinciden con Cornejo y reconocen que fue el que abrió el camino hacia la obra en acuerdo con Macri.
Suárez parece decidido a no soportar más trabas en ningún ámbito. Por eso no tardó en reaccionar con los números que sobre la pandemia en Mendoza dio Fernández y ya observa caminos alternativos para usar lo que la Nación envía para saldar su deuda con la provincia. “¡Qué no nos pongan demasiados palos en el camino!”, comentó ayer un ministro.