Ya hemos hablado en este espacio del fenómeno de crecimiento difuso y expansión desmedida que caracteriza al Gran Mendoza como una ciudad neoliberal, una ciudad pensada a la medida del automóvil particular y la especulación del suelo. Un urbanismo así, hemos dicho, tiene lugar cuando el Estado se retira de la planificación y gestión del territorio y, además, la legislación favorece el proceso de expansión de la mancha urbana en forma de urbanizaciones difusas. De manera que el oasis limitado y sus suelos productivos se van urbanizando de un modo aleatorio, generando las clásicas insularidades que impiden la concreción de un tejido urbano compacto, densificado, y el logro de una ciudad más económica y sostenible. Esta expansión desmesurada de la mancha urbana del Área Metropolitana de Mendoza (AMM) genera cada vez más tráfico vehicular en sus calles, volviendo caótica la vida diaria de los ciudadanos mendocinos.
Nos preguntamos, entonces, si, en un marco urbano así, es posible pensar para Mendoza en el modelo europeo de ciudad contemporánea del siglo XXI. Al respecto, es sabido que varias ciudades europeas, que allá por los años ´80 construían autopistas por doquier, en su lugar, en los últimos años, han decidido demolerlas y reemplazarlas por espacios públicos integrados con áreas verdes y de esparcimiento, además de ciclovías y tranvías livianos (LRT), que conectan los distintos puntos de la ciudad. Últimamente, los españoles se han destacado por la implementación de las “supermanzanas” mientras los franceses parecen defender el modelo de la “ciudad del cuarto de hora” o “ciudad de los 15 minutos”.
Las supermanzanas fueron pensadas por el movimiento moderno de los años ´30 y ya fueron plasmadas por el urbanismo mexicano y brasileño de los años ´40 y ´50, pero recientemente cobraron protagonismo en algunas ciudades españolas, como una reformulación del tejido urbano, de la mano de Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Dicha reconfiguración se trata de un reagrupamiento de varias manzanas tradicionales de 100 metros por 100 metros en una supermanzana mayor, donde sólo está permitido el ingreso peatonal, ciclístico o de vehículos frentistas, de servicios o de emergencias. Estas soluciones permiten la generación de espacios públicos de mayor calidad para los vecinos y una restricción del uso del automóvil con la consecuente disminución de la contaminación ambiental urbana. Ya están siendo implementadas en ciudades como Vitoria-Gasteiz, Barcelona, Madrid y, recientemente, también en Buenos Aires.
Justamente por la Reina del Plata, días atrás, ha pasado el urbanista franco-colombiano Carlos Moreno para asesorar al gobierno local de Horacio Rodríguez Larreta en la implementación de estrategias para la conformación de una “ciudad de los 15 minutos”. ¿De qué se trata? Este modelo urbanístico implica generar ciudades donde uno pueda acceder a la mayoría de las necesidades y servicios a distancias caminables o en bicicleta menores de 15 minutos desde cualquier sitio. Moreno es director de la cátedra de Territorio e Innovación de la Universidad de Sorbona y además asesor de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Estas propuestas aspiran, no sólo a mejorar la calidad de vida de los habitantes parisinos sino también, a combatir la alienación y la falta de pertenencia que generan, en los ciudadanos, las grandes metrópolis.
Ahora bien: ¿es posible implementar supermanzanas o ciudades de cuarto de hora en Mendoza? A primera vista y de acuerdo a lo comentado inicialmente, podríamos decir que en una urbe como la nuestra sería un poco difícil. Sin embargo, los estudios de movilidad realizados hace una década atrás, por el Gobierno de Mendoza, han demostrado que el AMM es una metrópolis policéntrica, donde los desplazamientos mayoritarios tienen lugar en torno a los nodos constituidos por los centros departamentales. Esto favorece las cercanías y algunas contribuciones en ese sentido pueden ser la expansión de la red del Metrotranvía, la ejecución de veredas en todos los municipios del Gran Mendoza, la definición de áreas peatonales en los centros departamentales, el fomento y promoción de zonas urbanas que contemplen actividades culturales, turísticas y gastronómicas, integradas. La característica policéntrica del AMM facilitaría entonces la implementación de algunas estrategias como las mencionadas, colaborando así en la transformación de Mendoza en una metrópolis más económica, sustentable y amigable. Sólo hacen falta las decisiones políticas para ejecutarlas.
* El autor es docente universitario. Consultor en desarrollo territorial y políticas públicas.