“Los grandes hombres poseen defectos comunes, pero virtudes diferentes”.
Hace ya más de 2 siglos, en septiembre de 1778 nacía en Buenos Aires un hombre, al que a los 31 años, le tocaría jugar un papel decisivo en nuestro nacimiento como país soberano: Mariano Moreno.
Es bien conocida su participación como secretario, con Juan José Paso, de la Primera Junta de Gobierno surgida el 25 de mayo de 1810.
Pero de Moreno suele desconocerse su actuación anterior.
El Moreno adolescente, sentía que un solo brote de justicia justificaba arar un desierto.
En un hogar con 14 hijos, su madre apoyaba a su hijo Mariano de 20 años, en su proyecto de estudiar Derecho.
Pero en Buenos Aires no había Universidad y debía viajar para ello a Chuquisaca, Bolivia, en aquella época denominada Alto Perú.
Serían 3 meses de viaje.
Allí se doctoró en Teología y luego en Derecho.
Habían transcurrido, sin regresar a su hogar, 5 largos años.
Se había casado y tenía un hijo. Regresó a Buenos Aires.
Y comenzó a ejercer su profesión de abogado con bastante éxito.
Transcurría 1806.
Asistió, y participó también en la Primera Invasión Inglesa y luego contra la Segunda.
Esa guerra injusta, lo conmocionó y le hizo pensar que, derrotado el invasor inglés, había otro invasor más sutil: el gobierno español de Fernando VII.
El joven abogado Moreno ya estaba imprimiendo hojas clandestinas y escribiendo consignas en las paredes.
Es sabido que en España no gobernaba ya Fernando VII, sino los franceses con Napoleón, que había ocupado casi toda España.
Deseo destacar especialmente el perfil humano de esa llama encendida que fue Mariano Moreno y que no pudo apagarse ni con su muerte.
Sabemos que después de los sucesos del 25 de mayo de 1810, se hizo dueña del poder político la Junta Patriótica, La Primera Junta.
Pero muy pronto comenzó a resquebrajarse por temores, por intereses creados, incluso por rencores personales.
Y entre los integrantes de la Junta, estaba la visión casi profética del secretario de la misma: Mariano Moreno.
Él comprendía que las pequeñeces podían hacer peligrar la epopeya histórica.
Es que más grande el hombre, mejor comprende lo pequeño. Y prácticamente asumió la conducción, de la Junta de Mayo.
Decidió enviar rápidamente expediciones al mando de Belgrano a Córdoba y al Paraguay, porque intuía que en esos lugares habría resistencias al nuevo gobierno patrio.
Trabajaba sin cesar. Dormía sólo 3 ó 4 horas por día.
Es que hay hombres que sienten como propio todo el dolor de sus pueblos.
En junio de 1810 apareció el diario “La Gazeta de Buenos Aires”, el primer diario libre de los criollos. Porque nueve años antes, en 1801 se imprimía por primera vez en Buenos Aires un diario, que se llamó “El Telégrafo Mercantil” manejado por las autoridades españolas.
En “La Gaceta”, Moreno escribe durante seis meses, dejando para la posteridad artículos que son la historia viva de nuestra Revolución Patria.
Y desde esas páginas de “La Gazeta”, enseñó, educó, sembró.
Pero los que vuelan, siempre molestan con sus alas a los que no pueden volar. Más alto sube el hombre, vientos más fuertes soporta.
Él tenía en la Junta el apoyo de Belgrano, de Paso, de Castelli. Pero no le alcanzaba para su lucha tan titánica.
Y renunció a la Primera Junta.
Y casi simultáneamente le encomendaron una curiosa y difusa misión diplomática en Europa. Viajaría en barco.Partió en enero de 1811 y a los 35 días de navegación moría repentinamente Mariano Moreno. Tenía sólo 32 años.
Sus restos fueron arrojados al mar, envueltos en la bandera argentina.
Pero Moreno no sólo está en el mar.
Su nombre, su recuerdo y su acción permanecen en el corazón de todos los argentinos, que creen en el triunfo final de la justicia en la humanidad.
Su sentido ético y su respeto por todas las ideas, inspiró en mi este aforismo
“No importa nuestra razón. Importa la razón”.
* El autor es escritor.