En una charla con periodistas, el reconocido flying winemaker, Michel Rolland, admitió que en Francia, la región de la Champagne fue la más castigada en términos de consumo, por la crisis que desató la pandemia. Se calcula que ya acumulan pérdidas por 2.000 millones de dólares.
“En Francia, la pandemia afectó más que todo a la Champagne. La región realmente fue castigada. ¿Por qué?, no se sabe. El tema es que detrás de una botella de champagne hay siempre una idea de fiesta, a lo que se suma que su precio es bastante alto. No hay restaurantes, no hay discotecas, entonces todo eso bajó bastante el consumo”, sostuvo Rolland.
Este complejo escenario en la mítica zona de los espumantes más conocidos del mundo, también tuvo su correlato con los productos de similares características en Argentina.
Es que mientras la mayoría de la industria, “celebra”, la suba del consumo durante el primer semestre después de varios años con magros resultados, el desagregado para los espumantes tuvo muy malos resultados.
Así, datos del INV muestran que en la categoría “espumoso” el mercado interno demandó 13% en volumen que en el mismo período. Graficado en botellas, estos seis meses se tomaron 1.687.600 botellas (750 cm3) menos comparados con el año pasado.
Durante muchos años, la industria ha trabajado seriamente sobre los consumidores para tratar de desterrar la estacionalidad en la ventas de espumantes.
En muchos casos, ese marcado ritmo de consumo se comenzó a revertir y el espumante comenzó a aparecer en, principalmente, en el canal de venta de botella abierta (restaurantes, hoteles) como una opción frente a los vinos tranquilos para acompañar una comida, sin que ello implicara un festejo.
Pero con la llegada de la pandemia y el cambio de humor general de la población esto ha cambiado, al menos, momentáneamente. Es evidente que una vez que pase esta situación, muchos tendrán motivos para celebrar y con ello se confirme, quizás, que esta caída es sólo pasajera. No obstante, algunos grandes son un poco más pesimistas y se preguntan si ésta no será también otra señal de alerta, que implica otro cambio de hábito. Lo único que parece cierto, por ahora, es que no hay nada que festejar.