Estados Unidos, Rusia y China en la región

En cuanto a las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, la crisis que vive Panamá con una gran protesta social, puede estar anticipando un fenómeno que podría generalizarse por toda la región.

Estados Unidos, Rusia y China en la región
En cuanto a las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, la crisis que vive Panamá con una gran protesta social, puede estar anticipando un fenómeno que podría generalizarse por toda la región.

Estados Unidos sigue con especial atención la presencia de Rusia en la región, frente a la prolongación de la guerra de Ucrania.

En Venezuela, el gobierno ruso instalará una unidad de la plataforma GLONASS, que recibe de forma ininterrumpida las señales emitidas en abierto por los satélites.

Una base similar, instalada en Nicaragua, generó versiones que daban cuenta de que podría formar parte de un sistema de espionaje. El anuncio lo realizó la Agencia Espacial Rusa (Roscosmos) el 24 de julio.

El sistema por instalar en Venezuela es similar al GPS estadounidense, al Galileo europeo y al Beidou chino.

El sistema ruso utiliza la tecnología PPP de posicionamiento de punto preciso y recibe las señales emitidas de estos sistemas.

La instalación se realiza en función de un acuerdo intergubernamental ruso-venezolano, que fue ratificado el 11 de junio.

Ya en 2018, Nicolás Maduro anunció que se estaba negociando. Pero ha sido la circunstancia generada por la guerra de Ucrania, lo que parece haber acelerado la instalación.

Roscosmos mantiene también negociaciones con Argentina para instalar estaciones del sistema GLONASS en su territorio y contempla la posibilidad de emplazarlas también en Brasil y Paraguay.

En el caso de Nicaragua, la instalación se realizó con el objetivo formal de “combatir el narcotráfico”.

Entre GLONASS y el GPS, la diferencia más importante es el número de satélites: el ruso tiene 24 operativos en 3 órbitas, mientras que el estadounidense cuenta con 32 en 6, lo que le da al segundo mayor precisión.

En cuanto a las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania, la crisis que vive Panamá puede estar anticipando un fenómeno que podría generalizarse.

Es considerada la mayor protesta social desde la ocupación militar estadounidense que tuvo lugar a principios de los 90 del siglo pasado.

Ésta se ha prolongado durante semanas, con cortes que han tenido lugar en la ruta panamericana -la más importante del país- que lo atraviesa de norte a sur y en los acceso a la capital, que sufre desabastecimiento.

Panamá ha tenido en los últimos años un buen nivel de crecimiento en el contexto latinoamericano y su riesgo país es el más bajo de la región, con la sola excepción de Uruguay.

Pero la pobreza, la desigualdad y la corrupción en la política han creado un fuerte descontento.

El detonante de la crisis ha sido el aumento en el precio de los combustibles y los alimentos, dos consecuencias derivadas de la guerra de Ucrania en el plano internacional.

La protesta es liderada por los movimientos sociales que no tienen un liderazgo unificado.

Esto ha prolongado las negociaciones con el gobierno, que sólo ha logrado hasta ahora treguas transitorias. Se ha llegado a un acuerdo para el control del precio de 72 productos que los representantes de la protesta consideran imprescindibles.

Están negociando tres organizaciones con el gobierno, en las que convergen sindicatos, movimientos sociales y grupos indigenistas.

El congelamiento del precio de la nafta dispuesto por el presidente Laurentino Cortizo no logró calmar el descontento en las calles y los bloqueos de rutas.

Organizaciones empresariales y comerciales han manifestado su rechazo a estas protestas, que dicen les han provocado pérdidas millonarias, y exigen participar en la mesa de negociación.

La influencia china en la región aparece en un país hasta hace meses impensado, como es el caso de Uruguay.

En la reciente Cumbre semestral de Presidentes del Mercosur, el uruguayo Luis Lacalle Pou ratificó la intención de su país de avanzar en un tratado de libre comercio (TLC) con China.

Paradójicamente, Uruguay ha mantenido hasta ahora una política de fuerte alineamiento con Estados Unidos en el plano político, tanto en la agenda global como en la regional.

En forma casi inmediata, el 24 de julio, el director general para América Latina y el Caribe de la cancillería china visitó Montevideo, para ratificar la política china de seguir adelante con el proyecto. El deseo del presidente Lacalle Pou es que el acuerdo se firme antes del 1° de marzo de 2025, cuando termina su mandato.

La propuesta uruguaya es que los otros tres países del Mercosur avancen en la misma dirección, pero con distintas velocidades de acuerdo con sus circunstancias. El Presidente uruguayo considera que esta no sería la primera flexibilización del grupo regional que haya tenido lugar.

En este marco, a fines de julio visitó Brasil el Jefe del Pentágono, General Lloyd Austin. Lo hizo para participar en un encuentro de ministros de Defensa del continente. Su mensaje fue claro. Tuvo por destinatarios los militares brasileños y les pidió que respeten el sistema electoral, cuestionado por Bolsonaro. Un mensaje que no contrarresta la influencia de Rusia y China en la región.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA