Más allá de lo deportivo, la Copa Mundial de Fútbol pone en primer plano, y confronta, muchos otros asuntos. Esto ya se sabe, pero de todas maneras lo que interesa hoy es único y singular: de algún modo, todo está más tirante y exacerbado.
Si partimos del sorteo de los grupos, efectuado en abril pasado, ya tenemos para el comentario. La ceremonia fue amenizada, suponemos como algo obvio porque la sede es un país que convoca imágenes de las mil una noches, con un baile de odaliscas, las que, sabemos, en aquellos tiempos legendarios, integraban el harén del sultán. El público, relajado y feliz, celebraba el espectáculo. En contraste, o tal vez para constatar que nada ha cambiado, en esos mismos países, las mujeres salen a la calle envueltas como un paquete.
Como otro contraste, en ese mismo ambiente cultural y por esos días, la TV muestra a Yemen bombardeado, imágenes de niños llorando su atroz sufrimiento.
En rigor esta competencia ha llegado a ser la expresión extrema del colonialismo feudal europeo. Hay tanta tela para cortar, pero me limito a la más contundente: a la confrontación deportiva como tal, de la que va desapareciendo lo básico, lo que le otorga validez y sentido: la equivalencia de los rivales.
En el proceso clasificatorio, echemos un vistazo a las naciones con las cuales se enfrentaron los principales países europeos: Isla de Malta, Montenegro, San Marino, Islas Faroe, Moldavia, Andorra, Liechtenstein, etc. Es como si la Argentina jugara contra un equipo de la isla Martín García, y Brasil, contra los de la isla Fernando de Noronha, y Santa Catalina. Ocho equipos se eliminan entre sí en toda América del Sur, en tanto el Reino Unido va con Inglaterra, Escocia, Gales y Irlanda del Norte. Disculpen si me equivoco pero, ¿se entiende la idea? Y qué tal si en cualquier momento un magnate de la pesca (ilegal) arma un equipo de las Islas Malvinas. ¿Por qué no? dirá alguno en el hemisferio Norte.
Miremos la composición de los equipos “nacionales”. Lo menos que se puede decir de las formaciones de Francia, Inglaterra y Alemania, es que los nombres suenan muy raros. Por cierto, ya sabemos que el gordito dueño de la pelota escribe el reglamento, y que los “extra comunitarios” se ajustan a él, pero lo menos que se puede decir es que así el juego ya no tiene gracia.
En este contexto, la observación de Mbappé acerca de la “superioridad” sobre el fútbol sudamericano (25/5/2022) es casi un chiste. Vean cómo todo se explica por sí mismo, cuando el presidente del Barça empieza a observar que las grandes sumas de dinero con que cuentan ciertos equipos –propiedad privada del algún archimillonario-, les aseguran glorias deportivas que en otro tiempo fueron del equipo catalán.
Hace pocos días (Los Andes Deportes 30/6/2022), nuestro astuto periodismo de fútbol, observa que los cuatro últimos campeonatos fueron obtenidos por países europeos. Por cierto, aparte de lo dicho, para qué recordar Italia 90 con el penal regalado y Brasil 2014 con el penal no cobrado.
¿Y para qué seguir? ¿O acaso todo esto no se sabe? Pero ¡ánimo!, ¿Qué importa, si, parafraseando a Menotti podemos asegurar que el mejor fútbol surge de la cuenca del Río de la Plata?
*La autora es ex titular de Historia del Arte Americano y Argentino, Facultad de Artes, UNCuyo