Lula inicia esta semana su última gira internacional del año, que lo llevará al mundo árabe y Europa. Visita Arabia Saudita, donde se reunirá con el príncipe heredero Mohamed bin Salman para conversar sobre un plan de inversiones en Brasil, que implica energía, infraestructura y medio ambiente. Este país es hoy una potencia regional que integra el G20 y ha sido invitado a formar parte de los BRICS. Pero también es un país clave en el mundo árabe que integra con otras veintiún naciones y se proyecta también a las cincuenta y seis de la Conferencia de Cooperación Islámica.
En la guerra de Gaza y la consecuente inestabilidad de Medio Oriente es un país relevante, cuyo objetivo estratégico es frenar la influencia de Irán. Lula también irá a Emiratos Árabes Unidos. En Dubai, la capital emiratí, tendrá una agenda bilateral como en Riad. Pero en la primera se realiza del 30 de noviembre al 12 de diciembre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), que se realiza anualmente. El presidente brasileño, desde que asumió, intenta jugar un rol en esta temática, presidiendo un país cuya forestación es considerada al mismo tiempo una amenaza y oportunidad para el cambio climático. Lula ha tenido una posición coincidente pero al mismo tiempo divergente con la Unión Europea en esta materia. Su posición es común con la del continente europeo, que busca frenar la deforestación en el Amazonia, pero discrepa respecto al financiamiento para su preservación y en el ritmo en el cual el mundo desarrollado quiere disminuir su consumo de energías fósiles.
Pero la gira de Lula persigue también un objetivo en materia de seguridad internacional en torno a la guerra de Gaza. El presidente brasileño es en 2023 quien preside de manera pro témpore el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Desde esta posición ha intentado jugar un rol moderador frente a las posiciones encontradas entre los aliados de Israel, liderados por Estados Unidos, y los defensores más fervientes de la causa palestina. El Consejo de Seguridad, en los hechos tiene baja capacidad de decisión porque cualquiera de sus cinco miembros permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, el Reino Unido y Francia), que son las cinco potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, tiene cada uno la posibilidad de vetar cualquier decisión votada en el Consejo.
Tanto Arabia Saudita como Emiratos Árabes Unidos tienen un rol en buscar salidas y eventualmente soluciones al conflicto desatado en torno a Israel, aunque es Qatar la monarquía árabe que está jugando un rol decisivo en las negociaciones para la liberación de los rehenes. A Brasil le preocupan las decenas de ciudadanos brasileños que se encuentran en la Franja de Gaza y que no pueden salir de ella. Lula no parece haber encontrado por ahora una gestión eficaz que les permita salir a través de la frontera con Egipto. El presidente brasileño calificó de “genocidio” el ataque terrorista de Hamas a Israel y como “demenciales” a los ataques del ejército israelí en Gaza, con un saldo “de miles de niños muertos” según Lula.
El tercer destino de la gira de Lula es Alemania, donde estará entre el 3 y 4 de diciembre. Se reune con el Jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholtz, al cual recibió en Brasilia al comenzar el año. Participará en esta parte de la gira una delegación importante de empresarios brasileños interesados en las inversiones y el comercio bilateral. En cuanto a la agenda internacional, se tratará la guerra de Gaza, frente a la cual Alemania, al igual que la mayoría de los países de la Unión Europea, tiene una posición solidaria con Israel, pero con matices y distinta intensidad. La guerra de Ucrania también está en la agenda de los Jefes de Gobierno de Alemania y Brasil. Lula ha mantenido desde la invasión rusa una actitud neutral que en alguna medida marcó el rumbo para América Latina. Varias veces intentó jugar un rol de mediador, pero sin éxito.
La realidad es que el conflicto se encuentra en un “punto muerto”, como ha dicho el Jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, pero sin aparecer posibilidades de negociación a la vista. También Lula tratará un tema político: el crecimiento electoral de la ultraderecha en Occidente. Cabe recordar que el 19 de noviembre Javier Milei ganó en forma contundente la segunda vuelta de la elección presidencial argentina, y que dos días después también lo hizo el líder nacionalista y antimusulmán holandés Geert Wilders, quien se encuentra negociando la constitución de un nuevo gobierno. Cabe señalar que este país tiene un régimen parlamentario.
Tras la gira, al presidente brasileño lo espera un tema de política regional: la Cumbre de Presidentes del Mercosur, que se realiza en Brasil el 7 de diciembre. El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, acaba de visitar China, donde avanzó en la negociación de un tratado de comercio bilateral con la potencia asiática. Es una actitud que entra en conflicto con las normas del Mercosur que obligan a negociar este tipo de acuerdos en conjunto. Además participará también Bolivia, cuya incorporación como miembro pleno acaba de aprobar el Senado brasileño.
En cuanto a Argentina, será la última Cumbre del Mercosur a la que asistirá Alberto Fernández. Con Milei las cosas seguramente serán diferentes.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.