Son numerosas las fuerzas impulsoras de la globalización. A las tradicionales: finanzas, comercio, producción, cadenas de suministros, narco-lavado, terrorismo, se suman, día a día numerosas emergentes: los conflictos bélicos, los problemas sociales -hambre, migraciones-, ambientales; emisiones de gases de efecto invernadero, salud de los ecosistemas, riesgos biológicos y la pérdida de biodiversidad. Estas últimas son clave porque podrían reducir amenazas de enfermedades humanas, animales y vegetales. Todas ellas se correlacionan con factores socioeconómicos, ambientales, ecológicos, sociales y económicos de la salud y la biodiversidad.
Estas interrelaciones son profundamente asimétricas, afectan a todos en todo el mundo, pero de muy diferente manera, no sólo por el ambiente natural, social, político o económico, sino también la disparidad de recursos para responder desde lo local a las fuerzas globalizantes.
Veamos un ejemplo, en Europa, más de 20 países de la OTAN ostentan un gasto récord en armas. En el resto del mundo las políticas regionales están ausentes y la capacidad de respuesta queda limitada a la de cada país aisladamente.
Otro, probablemente más inadvertido radica en las acciones globales reclamadas por “expertos” y encubiertos grupos de interés. Como ocurre con los sistemas alimentarios (cómo cultivamos, transportamos, preparamos y desechamos los alimentos que comemos) que por su impacto global producen un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Y en lo que se plantea como un clásico círculo vicioso, esos gases cambian el clima, lo que a su vez altera el suministro de alimentos. Sumado a que en diciembre pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -que como todas las agencias de la ONU no están exentas de responder a intereses de diverso tipo- dio a conocer su “hoja de ruta de sistemas alimentarios” no vinculante para llevar la producción mundial de alimentos a estar en línea con los objetivos climáticos globales, sin tomar nota de la extrema disparidad de productores casi exclusivos de alimentos respecto de las economía desarrolladas.
Otros como la computación cuántica y la inteligencia artificial representan por sí fuerzas capaces de impulsar saltos cualitativos en poco tiempo. Por ejemplo: Se ha puesto en marcha la más extraordinaria aceleración del tecno-capital. A medida que los ingresos de la IA crezcan rápidamente, se destinarán muchos billones de dólares en GPU, centro de datos y desarrollo de energía antes del final de la década
Para visualizar algunas de las diversas perspectivas a considerar en esta interrelación señalo sólo algunas:
Los componentes principales: El diagnóstico prospectivo. Los espacios geo-político, socio-económico, tecnológico y cultural. El tiempo, dinámica y asíncronia, el bien común global.
Los problemas son tales como alcanzar a conocer científicamente el proceso de globalización; como desarrollar la capacidad global del estado nacional; u organizar la acción del estado nacional en la nueva realidad global a 25 años del siglo XXI, para recibir y controlar los recursos y beneficios que vienen desde fuera y para rechazar y protegerse en contra de las amenazas y perjuicios que proceden de fuentes externas. Como también para adquirir la capacidad de actuar globalmente, hacia afuera, accediendo a nuevos recursos, nuevos mercados, nuevas posibilidades de crear fuentes de trabajo, participar en la solución de los problemas típicamente globales como la extrema miseria olos conflictos armados que son verdaderos genocidios, y la protección del medio ambiente y la biodiversidad.
El proceso de globalización exige a los estados nacionales en crisis un doble esfuerzo de conocimiento, de capacitación, de investigación y de definición de políticas. Primero: Comprender lo Global, para saber aprovechar los beneficios y evitar los costos de la globalización y ponerse en condiciones jurídicas, institucionales, educativas y tecnológicas para participar eficazmente en la recepción de la globalización que llega.
Segundo: Acción ante lo Global, para sacar todas las nuevas ventajas de lo que se ha denominado la “paradoja global” que permite a los países y empresas medianos y pequeños actuar en el escenario mundial a través de las nuevas tecnologías; obtener toda la información necesaria y acceder a todos los mercados en forma impensada hace apenas unos años.
Frente al alto componente tecnológico de la globalización versus la baja cultura tecnológica de los pueblos de los países subdesarrollados, es necesario fortalecer la capacidad de absorción tecnológica de las empresas, del gobierno, de las instituciones educativas, y de los grupos dirigentes (partidos políticos, organizaciones sindicales, cooperativas, organizaciones de base).
La dinámica propia del proceso de globalización es la expresión temporal de la complejidad del contenido de dicho proceso que, por definición, es supranacional, multidimensional y multisectorial. Se trata, en consecuencia, de un proceso de dinámica fuerte y de alta complejidad.
Esta capacidad de absorción de las tecnologías depende de variables culturales (conocimientos, valores, actitudes, instituciones) que reconocen y fortalecen la capacidad de Evaluación Tecnológica, sin la cual, los países y los pueblos marchan a ciegas en el mundo global digitalizado.
* El autor es licenciado en Ciencias Políticas. Doctor en Historia. Dirige Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva.