Si los números de la elección de hoy en Mendoza resultasen similares a los de las primarias de agosto llegaremos a la conclusión de que pocas veces los mendocinos se desentendieron tanto de la realidad local al momento de pensar en el voto a presidente.
Aquella diferencia de 17 puntos porcentuales a favor de Javier Milei, fenómeno que también se produjo en muchas provincias más, dejó muy mal parado al oficialismo local y a la hasta entonces principal oposición, el peronismo. Una clara demostración de que a la gente no hay que subestimarla si de lo que se trata es de distinguir propuestas y expresar expectativas de cambio en el manejo de la cosa pública.
En los últimos años, por ejemplo, Alfredo Cornejo ganó en una elección provincial desdoblada por el entonces gobernador peronista Francisco Pérez y meses después los mendocinos le dieron el voto a quien sería electo presidente, Mauricio Macri.
Cuatro años después, ya con calendario electoral provincial propio, ganó Alberto Fernández ante una coalición local que ya había triunfado para imponer a Rodolfo Suárez como sucesor de Alfredo Cornejo superando las numerosas dudas que generaba la fuerte caída que había sufrido previamente Mauricio Macri en las PASO de ese año.
Con anterioridad, desde la reapertura institucional, hubo apoyos importantes de los mendocinos a referentes nacionales, como a Raúl Alfonsín en la cita electoral inaugural de fines de octubre de 1983, o para los dos triunfos de Carlos Menem, en 1989 y 1995 (esta vez venciendo cómodamente aquí al mendocino José Bordón). O en 1999, cuando el voto a De la Rúa impulsó a Roberto Iglesias sobre el favorito de esa cita, el demócrata Carlos Balter, que pagó caro la decisión de entonces de su partido de no llevar referente nacional en una elección unificada.
Y en tiempos de fortaleza kirchnerista Celso Jaque y Francisco Pérez se aferraron al arrastre de Cristina Fernández de Kirchner para darle al peronismo local sus dos últimas gobernaciones.
Pero, los números que redondearon las primarias nacionales en Mendoza el 13 de agosto demostraron que un altísimo porcentaje de mendocinos, insisto, en línea con lo que piensa gran parte de los argentinos, apuesta por un candidato nuevo que promete correr a un costado a una dirigencia que representa a sectores tradicionales de estos 40 años de democracia y que, en el caso de Mendoza, están identificados con el espacio que gobierna y seguirá gobernando desde diciembre y con los que hasta ahora eran alternativa a ese espacio guiado por el radicalismo.
Y también estarían identificados con esa vieja política los propios demócratas, los del tradicional PD mendocino, si no hubiesen tenido la intuición necesaria para proponerle al líder libertario la cobertura partidaria que por entonces no tenía. Ese gesto les valió a los siempre cariñosamente identificados como “gansos” mendocinos ocupar los primeros lugares en la lista de candidatos a diputados nacionales para sumarse al Congreso de la Nación, un ámbito que los demócratas de este rincón cuyano no frecuentaron como eventuales representantes del oficialismo de turno desde el retorno de la democracia, en 1983.
Y ese lugar les resultará inamovible aun si Milei no ganase hoy por ser necesaria una segunda vuelta, o si saliese derrotado en un eventual balotaje. Aunque, con total seguridad, el hastío por el cual miles de mendocinos, y millones de argentinos, se inclinan por el voto al “León” es por la expectativa de cambio ya, inmediato, que les genera su disruptiva figura.
En esa línea, los referentes de este nuevo PD “libertario” podrán anotarse sin temor, por qué no, en la futura contienda provincial, cuando corresponda elegir al sucesor de Cornejo y también antes, en la elección legislativa dentro de dos años. Augurios de un rol protagónico para una dirigencia que viene a tomar la posta de los que formaron parte de una oferta partidaria local tripartita pero siempre con leve desventaja con respecto a la alternancia entre peronistas y radicales, salvo en aquellos años de crecimiento de fines de los años ‘90.
Demócratas que, en definitiva y para bien de la democracia, seguramente tendrán que contribuir a la causa de Milei aportando equilibrio desde el Congreso. Decía el prestigioso sociólogo y politólogo Juan José Sebreli en un interesante artículo por él firmado en Los Andes: “Milei se enfrenta a la dificultad de hacer política desde un lugar incómodo”. “Cuanto más se acerca al poder, más señales de gobernabilidad se le exigen, por lo cual el candidato ‘antipolítica’ no tiene más remedio que buscar recursos humanos y económicos en el único yacimiento existente: “la casta”. Fina tarea les espera a demócratas formados en una amalgama de liberalismo y conservadorismo.