Los órganos de nuestro cuerpo aparecen a través de los términos que los designan, en muchas frases hechas y locuciones que tienen un hermoso valor connotativo. Así sucede con el vocablo “corazón”; no precisamos definirlo desde el punto de vista anatómico porque todos saben qué designa; pero, en sentido figurado, tiene muchas veces el significado de “ánimo, valor, temple”, como en “Le puso todo su corazón al proyecto”. Otras veces, alude al centro de algo, como cuando decimos “el corazón de una manzana”. Además, en heráldica, el corazón equivale al punto central del escudo: “Vemos el gorro frigio en el corazón de nuestro escudo”.
Pero vayamos a las frases: decir “el corazón en un puño” indica un estado de angustia, de aflicción o depresión: “Da pena, anda con el corazón en un puño”. Si digo que he “abierto a alguien mi corazón”, habré querido significar que le he revelado mi intimidad: “Tenía tanta confianza en esa persona que no vacilé en abrirle mi corazón”. Muy triste es la expresión “arrancársele a alguien el corazón” pues equivale a decir que siente gran dolor o conmiseración por algún suceso lastimoso: “Ese terrible relato de lo sucedido me arrancó el corazón”. También indica un estado de ánimo negativo la locución “caérsele a alguien el corazón a los pies”, como sinónimo de “abatirse, desanimarse por no corresponder la realidad a lo que esperaba o creía”; también, si uso la expresión “clavársele a alguien algo en el corazón” se ha de señalar que lo siente mucho, que ha quedado fuertemente afectado u ofendido por ello: “Esa ofensa se me clavó en el corazón”. Cuando una persona se mueve con extraordinaria ligereza y gran agitación o perturbación del ánimo, se dice que sale o que va “como corazón que lleva el diablo”, igual a “como alma que lleva el diablo”: “El ladrón, descubierto, huyó como corazón que lleva el diablo”. Y también aparece el demonio en la expresión “dar el alma al diablo”, que señala que alguien atropella todo para hacer su gusto: “Para lograr la meta fijada, le dio su alma al diablo”. El afán y el trabajo excesivo quedan evidenciados en la locución verbal “echar el corazón”: “No descansa, es incesante su quehacer pues echa en ello el corazón”. Un presentimiento se evidencia al usar la locución “darle/decirle a alguien el corazón algo”: “Estaba inquieta pues el corazón le decía algo súbito y funesto”. También es similar en cuanto a su valor significativo la expresión “el corazón no es traidor”, que da a entender el presentimiento que se suele tener de los sucesos futuros: “¿Viste que todo pasó como me lo imaginaba porque el corazón no es traidor?”; hay dos locuciones que dan cuenta de sentimientos opuestos: “dilatar el corazón” y “estrecharse de corazón”. Mientras la primera señala esperanza o conformidad ante una aflicción, la segunda significa “acobardarse”: “Sé ecuánime ante la adversidad y que no se te dilate ni estreche el corazón”. A veces, nos quedamos atónitos o pasmados ante un susto o una mala noticia: es entonces cuando decimos que “se nos hiela el corazón”; por ejemplo, “Cuando supe cuál era su verdadero mal, sentí que se me helaba el corazón”. La franqueza y la sinceridad también se expresan en frases como “llevar el corazón en la mano”: “Es transparente su modo de obrar pues lleva el corazón en la mano”. De manera similar, entraña ponderación de cariño y amor que alguien siente por otra persona, si nos referimos a ello diciendo que “se le metió en el corazón”.
“No tener corazón” es “ser insensible” y “No caberle a alguien el corazón en el pecho” indica que está sobresaltado e inquieto por algún motivo, ya de pesar, ya de ira: “Es muy duro y parece no tener corazón” y “Su furor era tan grande que no le cabía el corazón en el pecho”.
La locución “partir algo el corazón”, como “partir el alma”, equivale a “causar gran tristeza, dolor o sufrimiento”: “La situación en que ha quedado me parte el corazón”.
Cuando hacemos o decimos algo con toda verdad, sin ficción o disimulo, se usa la locución “salirle del alma”: “Me salió del alma el apoyo para una causa tan noble”. Connotación positiva encierra la locución “ser todo/a corazón” ya que es igual a decir que alguien es muy generoso, bien dispuesto o benevolente”: “Seguramente, te ayudará porque es todo corazón”.
Si queremos señalar que alguien tiene ánimo y resolución, podemos usar las locuciones “tener el corazón bien puesto” o “tener el alma bien puesta”. Con este verbo “tener” se puede también formar otras locuciones: “tener mucho corazón” es poseer nobleza y ardor en los sentimientos o tener mucho valor; “tener un corazón de bronce” equivale a ser duro e inflexible y apiadarse dificultosamente; “tener un corazón de oro” es igual a la ya explicada “ser todo corazón”.
Hay una locución verbal coloquial que llama la atención y es “hacer de tripas corazón”: el diccionario académico la explica diciendo que es “esforzarse para disimular el miedo, dominarse, sobreponerse en las adversidades”: “No me gustaba la solución sugerida, pero hice de tripas corazón y seguí adelante”.
Finalmente, preferimos dos locuciones: una, “Tocarle a alguien en el corazón”, es mover su ánimo para el bien: “Las emotivas palabras de la homilía le tocaron en su corazón”. La otra, “venir en corazón”, es una locución verbal antigua, que significa “aspirar a algo vehementemente” o “anhelar que algo acontezca”: “Planteadas así las cosas, le vino en corazón un ansia desaforada de producir un cambio rotundo”.
Y nos quedamos meditando la verdad contenida en dos pensamientos: el primero, de León Tolstoi, nos dice “A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa”. El segundo, de Juan Pablo II, reflexiona “La peor de las prisiones sería un corazón cerrado y endurecido”.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.