Hagan juego

Con este asunto de la pandemia se han quedado sin lugares para ejercer su placer, su gusto, su inclinación, y desesperan porque vuelvan a habilitarse lugares que son altamente pandémicos, por lo tanto han de seguir esperando.

Hagan juego
La ruleta es un juego de azar típico de los casinos. Su uso como elemento de juego de azar, aún en configuraciones distintas de la actual, no está documentado hasta bien entrada la Edad Media.

A muchos les gusta la timba. “A mí me gusta la timba, el café, la muchachada / y donde haya una milonga yo no puedo estar sin ir”, dice un tango muy popular en épocas pasadas.

La timba puede ser una acción hogareña a modo de distracción, una escoba de quince, un chinchón, una generala, hasta un pocker puede ser motivo de distracción en una reunión familiar.

Desde chicos, cuando empezamos a agarrarle el gustito a los juegos de mesa que nos vienen acompañando, la baraja y los dados han sido compañeros durante largas noches de esparcimiento.

Generalmente se juega por algo, porque en este tipo de acción alguien gana y alguien pierde y hay que pagar por ello, pero son menudencias que no llegan a los 100 pesos; no pasan de ahí.

Claro que están los que les gusta jugar en grande, los que no se quedan con las minucias sino que le apuntan a los premios gordos, esos que en una noche pueden cambiar tu economía personal.

Esos van generalmente a los casinos. Los casinos son instituciones medianamente lujosas que reciben a todos aquellos que están dispuestos a poner varias fichas en el tapete.

Tienen distintos juegos aunque el emblema de todo casino es la ruleta, donde un disco giratorio y una bolita deciden la suerte de números, color, columna y se amontona la gente alrededor de ellos para hacer sus apuestas.

Ahí los números mandan y uno hace pilatos porque salga en el disco algunos de los números que ha elegido. Es vieja, de hace mucho tiempo.

La ruleta es un juego de azar típico de los casinos, cuyo nombre viene del término francés roulette, que significa “ruedita” o “rueda pequeña”. Su uso como elemento de juego de azar, aún en configuraciones distintas de la actual, no está documentado hasta bien entrada la Edad Media.

Es de suponer que su referencia más antigua es la llamada Rueda de la Fortuna, de la que hay noticias a lo largo de toda la historia, prácticamente en todos los campos del saber humano.

Hay tipos que son enfermos por el juego, como es la ludopatía, que afecta a muchas más personas que las que nos parecerían normales, y tiene tratamiento y todo.

Están los garitos, o sea los emprendimientos clandestinos donde se desarrollan tareas similares, y son combatidos por los organismos oficiales.

Pues con este asunto de la pandemia se han quedado sin lugares para ejercer su placer, su gusto, su inclinación, y desesperan porque vuelvan a habilitarse lugares que son altamente pandémicos, por lo tanto han de seguir esperando.

Queda el consuelo de la quiniela, que sigue funcionando, pero no es lo mismo. De todos modos se usa y se re usa y de vez en cuando nos enteramos que algún afortunado se hizo con una lista de pocos números de muchos billetes.

El juego está detenido por ahora y los fanáticos de este tipo de acciones se muerden los codos en una espera que ya lleva más de doscientos días, espera que se ha de terminar cuando alguien, vestido con moñito, diga: “!Hagan juego, señores!”.

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