Historias de una Mendoza que el progreso transformó: el barrio de la Terminal

Por décadas, en pleno centro de la ciudad y apenas a metros del km 0, un diminuto sector bullía cotidianamente de actividad. Se lo conoció como “Barrio de la terminal” y fue el punto de partida y llegada de varias empresas de ómnibus, entre ellas la Cooperativa T.A.C.

Historias de una Mendoza que el progreso transformó: el barrio de la Terminal
Antigua terminal de T.A.C. a inicios de los 70. Foto: Diario Los Andes. Cien años de vida mendocina (1982)

La antigua terminal de la Sociedad Cooperativa T.A.C. Ltda., tuvo su sede durante 12 años en Primitivo de la Reta 989, frente a calle Amigorena. Fue desde el 1 de setiembre de 1960, cuando se creó y hasta 1972. Antes, lo hicieron allí las predecesoras de T.A.C.; éstas fueron la Compañía Internacional de Transportes Automóviles S.A. (C.I.T.A.) y la Empresa Nacional de Transportes (E.N.T.) - Zona Cuyo.

En la actualidad, el lugar está ocupado por los hoteles Sheraton Mendoza y Huentala. En pocos años, todo ese ámbito se convirtió en uno de los más importantes polos hoteleros de la ciudad.

El ingreso de los coches al predio de la vieja terminal se realizó siempre por calle San Juan, paralela a Primitivo de la Reta hacia el este. La superficie ubicada en la primera de estas arterias se mantuvo como un playón descubierto, utilizado solo para estacionamiento de las unidades. Sin embargo, otros tantos coches solían quedar parqueados en el Taller Central, de casi una manzana de superficie en Gomensoro y Saravia, San José.

La zona antes mencionada se la conoció habitualmente como “Barrio de la terminal”. Recuerdo en mi infancia su dinamismo permanente, con un enorme movimiento de personas y comercios abiertos durante todo el día. Allí llegábamos y salíamos en los coches de T.A.C. y de las otras empresas vecinas. ¡Qué romería de gente movía cotidianamente un ámbito tan diminuto de la ciudad...!!!!.

Dicho sector mantuvo ese frenesí hasta noviembre de 1972, cuando se inauguró la Estación Terminal de Ómnibus de Mendoza (E.T.O.M.) en Guaymallén. En adelante, de modo progresivo se dio un irreversible declive.

Sobre el viejo edificio que ocupó la T.A.C., es oportuno rescatar la descripción del Arq. Pablo Bianchi, en su artículo “La terminal de ómnibus de la CITA” (Los Andes, 22.04.2022):

“La CITA encargó, hacia 1940, la construcción de la primera terminal de autobuses que se implantó en el radio urbano de Mendoza, en un terreno en calle Primitivo de la Reta, entre Garibaldi y Alem, que llegaba hasta calle San Juan. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto estadounidense Lyman Otis Dudley, con vasta experiencia en edificios industriales.

Dudley recostó el edificio sobre calle Primitivo de la Reta, con una tipología que concentraba todas las funciones en el tercio central de la planta, generando andenes de espera y calles para circulación de las unidades en ambos costados. Detrás de la estación, dispuso la playa de maniobras y en el frente sobre San Juan estaba la cochera y una zona de depósito. El proyecto fue publicado en la revista Nuestra Arquitectura en mayo de 1941, y denota la concepción innovadora del planteo, al ajustar el esquema de funcionamiento a una mayor eficiencia, demandada por los anchos necesarios para circulación y radios de giro de los ómnibus”.

Frente a la antigua terminal de T.A.C., en la vereda opuesta, también estuvo la propia de la empresa El Fifí (líneas 66 y 67). Como es sabido, dicha transportista vinculó por décadas Mendoza con Rivadavia y Medrano, ubicándose sus instalaciones en Primitivo de la Reta 956.

Al avanzar hacia el oeste por Amigorena, en el número 89 encontrábamos el Expreso Campo los Andes (E.C.L.A.), propiedad de Badaloni y Caruso. Por décadas, fue quien operó las líneas de media distancia 88 y 89, con destino a La Consulta (San Carlos) e intermedias.

Justo al lado de la terminal de E.C.L.A. durante varias décadas funcionó “Amigorena 85″. Es éste el nombre de fantasía que caracterizó, en coincidencia con su dirección, al negocio gastronómico propiedad de los hermanos Monge. Tengo presente que dicho comercio mantuvo sus actividades hasta 1979, siempre en ese sitio. Fue un restaurante tan popular como querido por sus clientes, un verdadero punto de referencia en la ciudad. A él concurrían viajeros para comer o tomar alguna bebida, esperando la salida de sus coches o luego del regreso.

Para concluir, es oportuno destacar el rol que le cupo a esta zona de la ciudad por varias décadas, albergando varias terminales de ómnibus. Ello contribuyó a brindar comodidad a los usuarios en una época en que la cantidad de habitantes y vehículos aun lo permitía.

Con el tiempo, la urbe creció requiriendo entonces centralizar en un solo complejo edilicio, la salida y arribo de todos los medios de transporte. Así pudo aliviarse esta zona muy céntrica, eclipsada para responder eficazmente a las crecientes necesidades del transporte mendocino. Poco a poco, el lugar fue despoblándose de sus frecuentes habitués y ritmo vertiginoso. Perdió, casi sin darse cuenta, toda la magia y el encanto que lo caracterizó en otros tiempos.

Hoy, para los nostálgicos que lo conocimos, el Barrio de la Terminal es apenas un recuerdo; el lugar posee otra dinámica acorde con las épocas y, además, cambiaron sus habitués. Sin embargo, en el imaginario, muchos percibimos el bullicio, los aromas de comidas y el nervioso rugir de motores de los ómnibus que salían o finalizaban sus viajes.

* El autor es profesor titular de la UNCuyo. Vicepresidente Soc. Arg. de Evaluadores de Salud (SAES).

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