Anabel Fernández Sagasti no es penalista y creo no ejerce su profesión. Es política y mano derecha de Cristina a la que admira. Con instrucciones precisas de su mentora y bajo el asesoramiento del penalista Eugenio Raúl Zaffaroni, ex magistrado y ex miembro de la Corte Suprema, conocido militante K aun siendo magistrado, inaceptable por cierto, la señora ha logrado el triunfo que buscaba y ese fue el único motivo de su ingreso al Congreso y a la Vicepresidencia.
El detalle de los hechos puede leerse en la prensa del 10/2/21, Los Andes incluido. Intentaré interpretarlos e ir más allá de ellos.
En lo que es materia de este trabajo, por aplicación de seis artículos del Código Procesal Penal de la Justicia Federal en Buenos Aires y el resto del país, la ejecución de penas dictadas por comisión de delitos federales, corrupción entre ellos, no será posible hasta que sean agotadas todas las instancias y la Corte Suprema se expida declarando su aplicación. Primera Instancia, Cámara de Apelaciones, Cámara de Casación y Corte Suprema.
Esto se podrá lograr 10, 20 o más años después de dictadas las sentencias en primera instancia. Menem fue el mejor ejemplo de ello. Tampoco podrá aplicarse prisión preventiva. Y si la Corte no le fuera favorable al condenado, tampoco podrá aplicarse la pena si se interpone recurso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, muy inclinada a la izquierda e influenciada fuertemente por Zaffaroni. Si la Corte Internacional diere curso favorable al recurso, el juez argentino deberá revocar de inmediato su sentencia condenatoria.
Anabel le ha obsequiado a Cristina garantía de impunidad total, porque aun carece de condena. Cercana a los 70, puede suceder que a los 90 o 100 años tenga sentencia de Corte y si es condenatoria, a esa edad puede ser eximida de prisión efectiva. ¡Es lo que quería Cristina! Y para no ser tan evidente, se benefician también Julio De Vido, Amado Boudou, Ricardo Jaime y todos en general, sin indultos ni amnistías para tranquilidad de su empleado, Alberto Fernández, que no quiere que se tomen esas medidas, para no desprestigiarse él como si aún gozare de algún prestigio.
Y otro regalo: la revisión de una sentencia federal firme de condena será posible siempre, con libertad para el que estuviere en prisión, con o sin caución. De esta manera, Anabel Fernández Sagasti y sus compañeros han logrado la impunidad total en Argentina por delitos de corrupción, palabra que por tanto, ha perdido todo significado y entonces …….¡Corruptos, a proceder desde ahora porque sus delitos cometidos como funcionarios de cualquier nivel no pueden ni podrán ser penados en adelante! Tampoco sufrirán prisión los hijos de Cristina, Máximo y Florencia, porque a ellos también les serán aplicables estas normas procesales de impunidad.
Anabel ya tuvo otra intervención deplorable cuando fue designada como presidente de una comisión investigadora del ex juez de la Corte Carlos Fayt, magistrado inteligente y ejemplar, al que se lo persiguió porque molestaba al cristinismo, para determinar si por su edad y su estado síquico y de salud podía continuar en sus funciones. Fayt murió y no les permitió el placer de que lo cesantearan por juicio político, al que no se animaron y por eso se puso en funcionamiento la comisión de Anabel. Vale el recuerdo para las próximas elecciones en las que ella aspirará seguro a competir por la gobernación de Mendoza, si no a un cargo más alto.
Y este vergonzoso escarnio será celebrado por el 30% fanático. Ya lo dijo Dady Brieva paradigma del fanatismo kirchnerista, que a Cristina aunque “chorra” la votaría lo mismo.
El cristinismo populista y neo marxista es a mi entender, incompatible con el querido país de San Martín. Es antidemocrático y anti republicano. No acepta la división de poderes y rechaza la teoría de Montesquieu por arcaica. Rechaza la independencia del Poder Judicial al que quiere subordinado al Poder Ejecutivo. Considera a la actividad privada como contraria al Estado y al Bien Común. El mérito y el éxito no son valorables, en realidad son malas palabras. El Estado debe ser enorme e intervenir en todos los asuntos públicos y privados. La pobreza debe mantenerse porque es una fuente electoral insustituible, asegurándola con planes sociales, subsidios y muy importante, sin trabajar.
La economía debe ser, en el cristinismo populista, de carácter voluntarista. Las enseñanzas económicas de Arnold Rubén Simoni, escritor mendocino, tan pedagógicas, son inaceptables. No se deben atacar las causas de la inflación sino sus efectos: control de precios, precios máximos, precios cuidados, herramientas demagógicas que por décadas se han aplicado y que solo han producido más inflación. La emisión monetaria no es inflacionaria, sino por el contrario, necesaria para evitar el déficit fiscal cubriendo el costo del ya indominable gasto público y político.
A todo lo cual se agrega ahora esta inadmisible aplicación de normas procesales que sepultan definitivamente las condenas por corrupción para nuestra vergüenza y oprobio. Por supuesto esto vendrá acompañado por la remanida reforma judicial que permitirá, con el aumento de jueces y fiscales cristinistas, en especial en la Corte Suprema, que la abolición de las penas por corrupción sea una realidad jurisprudencial.
Esto no podrá frenarse ni retroceder si no existe uno o varios juicios políticos inmediatos que, acusando a todos los involucrados en esta maniobra, sean removidos de sus cargos para el aseguramiento del Estado de Derecho en Argentina.
*El autor es Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.