Hace unos días leíamos una nota que con pesimismo abordaba el problema de la producción de conocimiento en la Argentina. En la misma, se concluía que nuestro país ha sido castigado por los “otros” y está condenado a la intrascendencia.
Flaco favor nos hacen las generaciones que nos precedieron repitiendo a diario que la Argentina que nos heredan está devastada, es ignorante e inútil. Lejos de estos diagnósticos desalentadores, queremos compartir con nuestra generación y con las que vendrán que tenemos un país con ciencia y tecnología de clase mundial.
Con una comunidad que ha construido y sostenido instituciones de la envergadura del Instituto Balseiro, el Invap y la CNEA. Y, fundamentalmente, que el problema no es si la inteligencia es un don o una virtud, sino la existencia de políticas públicas, instituciones y personas que impulsen un desarrollo nacional con inclusión y basado en el conocimiento.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en sus más de 60 años de existencia ha logrado sostener una política nuclear pacífica que es ejemplo a nivel internacional, a tal punto que el Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU está presidido por un argentino, el Embajador Rafael Grossi.
La política del sector ha formado equipos y organizaciones públicas altamente calificados que han sabido adaptarse a los cambiantes entornos de nuestro país alcanzando hitos tecnológicos sobresalientes, tales como la construcción de reactores nucleares multipropósito y centros de medicina nuclear.
El sector nuclear también impulsó la creación de la empresa estatal Invap, cuna de la alta tecnología nacional y empresa única en su tipo en la región. Invap ha logrado combinar el desarrollo de tecnologías nucleares y de gestión que le han permitido ganar recientemente la licitación para construir un reactor en Holanda por un monto cercano a los 300 millones de euros. Esta extraordinaria empresa de la provincia de Río Negro, además de proveer al Estado argentino, exporta tecnología local a países como Australia, Egipto, Argelia, Arabia Saudita, Perú y Bolivia.
Por último, el Instituto Balseiro, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo y de la CNEA, ha sabido potenciar algunas de las mentes más destacadas en el ámbito de la física y la ingeniería.
Entre estas personalidades destaca el Dr. Conrado Varotto, a quien podríamos describir como el “Mascherano de la tecnología nacional”. Fundador de la antes mencionada Invap e incansable impulsor de los proyectos espaciales que hicieron realidad los satélites argentinos, hito que solo 8 países en el mundo han alcanzado. Ha sido el capitán y forjador de equipos de trabajo que están jugando en las grandes ligas de la tecnología mundial.
La política nuclear argentina tiene muchos de los condimentos de lo que la economista Mariana Mazzucato llama “Políticas de Innovación Orientadas a Misiones”: nacen de la voluntad de resolver problemas concretos, para lo cual el sector público juega un rol clave en el desarrollo tecnológico y articula de manera estratégica con el sector privado para el logro de objetivos específicos y ambiciosos, a través de proyectos multisectoriales y multidisciplinarios, liderados por una red de instituciones públicas ágiles y con capacidades dinámicas.
Los logros que nuestro sistema científico-tecnológico está mostrando frente a la pandemia sirven para comprender que el caso aquí citado no constituye una excepción: hay diversas áreas en las que nuestro país (¡y nuestra provincia!), cuentan con fuertes capacidades que deben ser potenciadas y puestas a jugar tomando las lecciones de nuestra historia y comprendiendo los desafíos del presente.
Quisiéramos cerrar esta reflexión con una frase de Héctor “Cacho” Otheguy, otro de los jugadores claves de ese equipo que se puso la camiseta de la tecnología nacional y siempre alentaba a dejar de lado el “colonialismo mental” que nos hace creer que los de afuera son mejores: “Invap es mucho más que una empresa, es mucho más que una empresa estatal, es también una muestra de que es posible unir en la diversidad, de innovar y crear, de conquistar al mundo con nuestra capacidad de trabajo y con inteligencia argentina, es lo que queremos que permanezca a medida que transitamos la renovación generacional” (2018).
Con ese legado, y con la certeza de que fuimos y somos capaces, nos sumamos a este debate.