Desde hace más de un siglo, hombres y mujeres (civiles y militares) trabajan en y por la Antártida Argentina, revelando los secretos que guarda esa tierra helada y misteriosa. En atención al número de organismos que participaban anualmente en las campañas antárticas, el Gobierno decidió establecer una entidad central de trabajo científico en ese continente.
La introducción tiene que ver con el hecho de que la semana pasada se recordaron los 70 años de la creación del Instituto Antártico Argentino (IAA), primer instituto científico creado exclusivamente para el desarrollo de la ciencia antártica en todo aspecto.
Las condiciones sanitarias del país, y en especial el territorio del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde fija sede este organismo, impidieron celebraciones como se hubiera deseado realizar, pero nada impide concentrarnos editorialmente en los alcances de un organismo de punta de la ciencia nacional.
Fue fundado el 17 de abril de 1951 por decreto 7338/51 del entonces presidente Perón, con el fin de “continuar asegurando en forma irrenunciable para la Nación argentina los derechos históricos, geográficos y territoriales que la asisten sobre el sector de la zona antártica que le pertenece”.
El inspirador del establecimiento fue el general Hernán Pujato (1904-2003), militar pionero del siglo XX, gran explorador antártico, que creó el instituto y se desempeñó como su primer director. Primero estuvo radicado en pleno centro porteño, en calle Cerrito, y últimamente se halla en un moderno edificio en el predio Miguelete de la Universidad de San Martín, provincia de Buenos Aires.
El Instituto Antártico Argentino (IAA) es un organismo científico tecnológico, orientado bajo normas políticas del Estado nacional, integrante activo del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología del Estado argentino, y pionero a nivel internacional en el desarrollo de investigación antártica.
Su trabajo es definir, desarrollar, dirigir, controlar, coordinar y difundir la actividad científico-tecnológica argentina en la Antártida, para respaldar los intereses argentinos en la región, en el marco de la vigencia del Tratado Antártico. Depende directamente de la Dirección Nacional del Antártico, bajo la esfera de la Subsecretaría de Malvinas.
Los descubrimientos del instituto son múltiples y describirlos sería imposible en atención a la extensión de esta columna, pero, por ejemplo, el organismo que recordamos fue el responsable de la secuenciación del primer genoma completo de un microorganismo realizado en el país, el de la bacteria antártica Bizionia argentinensis, descripta como especie nueva en 2008. Otra de las actividades del IAA es el seguimiento de la actividad sísmica que se manifesta en el Mar de la Flota, en la Península Antártica, producto principalmente de la actividad de un volcán submarino y el seguimiento del evento de ruptura del témpano gigante A68a, que originalmente tenía una superficie aproximada de 5.800 km² (más de 28 veces la superficie de CABA). También vale mencionar los avances en la propuesta junto a Chile para la creación de un área marina protegida en la región del oeste de la Península Antártica y el sur del Arco de Scotia.
Un ámbito de gran trabajo científico, orgullo para los argentinos, que deberá ser reforzado y propiciar el avance de los estudios científicos para apuntalar el crecimiento del país.
