Desde que los representantes más proclives a una conciliación con la monarquía se sentaron a la derecha cuando los Estados Generales convocados por Luis XVI dejaron su característica estamental y se convirtieron en una Asamblea Nacional, quedó caracterizada la derecha como la corriente menos propensa a los cambios y reformas y la izquierda como una línea más radicalizada en la promoción de reformas sociales.
Por supuesto que, si vemos el desenvolvimiento posterior, podemos observar que la denominada izquierda suele generar reacciones que llevan a retrocesos y demoras en las reformas mayores que sí se sigue una evolución razonable. Por ejemplo, la monarquía inglesa evolucionó sin retrocesos y el voto universal se consolidó antes en el Reino Unido que en Francia y el sufragio femenino fue votado por los británicos un cuarto de siglo antes que en la república francesa.
La confusión de palabras y conceptos, de sus significados y su uso faccioso se ha ido agudizando en los últimos tiempos ayudado por las nuevas tecnologías que suprimen el debate y la discusión de ideas y propuestas por el simplismo de los slogans y las frases efectistas en un intercambio donde el conocimiento es sustituido por la habilidad de llegar a las masas como en los discursos de los demagogos de plazas ahora multiplicado por esos medios que, también, posibilitan identificar públicos segmentados.
Hasta no hace mucho tiempo nadie quería ser calificado como de derecha, ni aquí ni en el mundo. El centro o a lo sumo el centro derecha predominaba en lo políticamente admitido.
Hubo tiempos en que ser liberal significaba pertenecer a la izquierda. La opción era entre conservadores y liberales, agregando a la “derecha” de los conservadores a los “reaccionarios” seguidores de Joseph de Maistre y apareciendo ya a mediados del siglo XIX los socialistas a la izquierda de los liberales.
¿Cómo calificamos a Julio Argentino Roca, El presidente de la ley 1420 de enseñanza primaria obligatoria y gratuita, del registro civil, del proyecto de código del trabajo; creador de las primeras cajas de jubilaciones y promotor de la ley de divorcio?. Por lo pronto en un discurso en 1908 Roca se definió como “Liberal Progresista”, adjetivo hoy muy cuestionado por las nuevas derechas. Tal vez hoy algunos de esos energúmenos que pululan en las redes lo escracharía como “zurdo”. Contemporáneo a Roca, el presidente republicano Teddy Roosevelt se autodefinió como “progresista”. Hoy el presidente que peleó contra los monopolios sería expulsado de ese partido copado por un grupo de fanáticos anti ciencia, nativistas, y racistas.
El que esto escribe percibe que hay mucha confusión y que sigue vigente eso de que los extremos se tocan y entienden. Tan se tocan que Maduro no reconoce la derrota, como intentaron Trump y Bolsonaro con su ataque al Capitolio en Washington y la pueblada en Brasilia.
Porque de lo que se trata es de la posibilidad de convivir en paz respetando las reglas fijadas en la Constitución. La constitución es en definitiva un pacto de convivencia y de limitación del poder.
En nuestro país la limitación del poder está funcionando bastante bien en la nación, pero en la mayor parte de las provincias es una ficción pues no hay genuina separación de los poderes; en tres provincias aún hay reelección indefinida, en otras pueden llegar a tres períodos y después hacen elegir esposas como en Santiago del Estero o intentan ser sucedidos por hermanos, como pretendió Colombi en Corrientes y pretende Valdés en la misma provincia.
El problema entonces no es el anacronismo de “zurdos” (parece que no se enteraron que solo hay tres estados gobernados por el partido comunista) y derechas sino entre Democracia y Autocracia, entre el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo como definió Lincoln en el discurso de Gettysburg o el gobierno de redentores e iluminados que se creen salvadores de las patrias como sucede en nuestra región, Europa e incluso en los Estados Unidos.
En el caso de nuestra región vemos los que los autócratas han hecho con nuestros pueblos. Cuba, Nicaragua y el régimen narco mafioso venezolano lo demuestran con los millones de desesperados que huyen de la tierra donde nacieron en búsqueda de libertad y posibilidades de ganarse honradamente la vida.
Los que, como quien esto escribe, queremos evitar caer en las falsas opciones entre los que invocando derechos sociales quieren llevarnos a dictaduras mafiosas como las imperantes en esos países de América Latina y simpatizan con teocracias terroristas como la que impera en Irán y los que pretenden combatirlas con posturas anacrónicas, iliberales, nativistas, cercanas a los que proponían los añejos nacionalismos de los treinta y los integristas argentinos que fueron los introductores del desdén a las instituciones que nos legaron los padres fundadores iniciando de esa manera la ruta que nos llevó a la decadencia, tenemos la obligación de evitar entrar en falsas opciones que especulan con el miedo, siendo fieles a las instituciones legadas por los padres fundadores del Estado argentino.
* El autor es Presidente de la Academia Argentina de la Historia y miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.