A 244 años del nacimiento de José Francisco de San Martín, queremos rendirle el homenaje de argentinos y cuyanos agradecidos por la herencia que nos legó: la de un hombre que eligió servir a la patria en el quehacer cotidiano y que supo relegar intereses personales y hasta el cuidado de su salud en aras de ese propósito.
Si bien todos conocemos su genialidad como estratega al planificar y concretar su plan Libertador, es el momento de recordar también su legado moral.
En una sociedad marcada por el facilismo y la inmediatez, la virtud del esfuerzo es desconocida. Sin embargo, en su vida aparece marcada a fuego.
Primero debió formarse, luego prepararse para la concreción de su plan de emancipación, armar un Ejército de la nada, con una salud muy quebrantada nos demostró que todo lo que nos propongamos lograr puede conseguirse.
Otra virtud hoy casi ausente es la modestia, muy presente en su estilo de vida; siempre rehuyó homenajes, reconocimientos y premios después de sus éxitos militares, por lo que entraba de noche en las ciudades para no ser visto. Nada en él era ostentoso, ni su vestimenta ni sus expresiones aun cuando debía amonestar a sus soldados o camaradas.
Pero hoy también debemos destacar otra virtud desgraciadamente no muy presente entre nosotros: la honestidad. Un hombre que tuvo en sus manos amplios poderes como Gobernador Intendente de Cuyo, ilimitados como Protector en Perú, en la ciudad de Lima, donde se acumulaba la mayor riqueza de América, pudo ser ejemplo de honesto y eficaz administrador de los fondos públicos. Por ello vivió con gran austeridad y ya en Europa pasó verdaderas penurias económicas.
Podríamos seguir enunciando y precisando su amplio legado moral, sea éste nuestro pequeño homenaje a José Francisco de San Martín en el día en que recordamos su nacimiento.
*La autora pertenece a la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza