Justicia 4.0 ahora

Debemos construir sistemas fáciles de usar, intuitivos, que ahorren clicks, diseñar Leyes y regulaciones que aprovechen las tecnologías mientras protegen nuestros datos.

Justicia 4.0 ahora
Imagen Ilustrativa / Archivo

Sin dudas que estamos viviendo una época bisagra en la historia mundial. Esta situación inédita de pandemia global ha marcado una aceleración vertiginosa sobre procesos que ya estaban teniendo lugar en nuestro tiempo contemporáneo, especialmente el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información.

Estábamos recién acostumbrándonos a un mundo de redes y aplicaciones cuando de golpe las fronteras se cerraron, las personas nos recluimos, las empresas e instituciones se paralizaron y la tecnología se adueñó de nuestras interacciones, pero también mostró sus limitaciones.

En particular me quiero detener a reflexionar sobre el impacto que esta pandemia ha tenido sobre nuestro Poder Judicial. Debemos tener presente que la mayoría de las funciones de este Poder al caer la cuarentena fueron completamente bloqueadas.

Desde hace años el Poder Judicial via avanzando hacia un cada vez mayor grado de digitalización, con listas on line y notificaciones electrónicas.

Es interesante ver cómo, en forma progresiva, frente al Aislamiento, desde los más altos niveles de decisión judicial se fueron definiendo sistemas para el teletrabajo de los empleados y funcionarios, mecanismos para presentar escritos o pedir turnos on line o celebrar audiencias mediante plataformas como Zoom. Pareciera que esta tendencia seguirá profundizándose, siendo dudoso que se vuelva al estado anterior de cosas si estos sistemas se muestran más confiables y veloces que los tradicionales.

Por otra parte, debemos ser conscientes de que no se trata de seguir usando computadoras como meras bases de datos. Mayormente el desafío será el de avanzar hacia un modelo 3.0, con una red de datos integrados, que acorte los tiempos y simplifique la actividad, pero con miras a lograr un modelo 4.0 de inteligencia artificial y automatización para lograr resultados mucho mejores para la población, brindar mayor seguridad jurídica, crear novedosas respuestas hoy imposibles e impensables y, a la vez, humanizar el sistema.

Esto último puede parecer una contradicción pero no lo es. Nuestro sistema judicial destina una enorme cantidad de recursos a resolver problemas estandarizables y mecánicos, lo cual reduce la creatividad de todos los operadores jurídicos, quienes focalizamos nuestra atención hacia el papeleo y la rutina, que además de tornar todo lento e ineficaz no asegura muchas veces la verdadera protección de los Derechos y termina alejando a los ciudadanos y ciudadanas.

En general, toda la actividad jurisdiccional, y muchos criterios de resolución de conflictos jurídicos, están predefinidos por leyes que establecen pasos procesales repetibles, con lo que su sistematización mediante programas informáticos predictivos y automáticos resulta casi inevitable. Además ¿No sería bueno que cualquier ciudadano/a pueda saber de antemano qué probabilidad tiene de que su caso sea resuelto de tal o cual modo o cómo debe tramitar su causa judicial?

Debemos construir sistemas fáciles de usar, intuitivos, que ahorren clicks, diseñar Leyes y regulaciones que aprovechen las tecnologías mientras protegen nuestros datos. También pensar en cómo esa transición se realiza junto con una capacitación adecuada a los diversos operadores y no poner en riesgo puestos de trabajo, sino mejorar sus condiciones laborales, creando nuevos trabajos.

Tenemos el desafío de poner en marcha procesos judiciales inteligentes, predictivos, interoperables, que permitan una vinculación fluida de ida y vuelta entre los participantes, que tiendan a la automaticidad sin perder el control humano, con soberanía de datos y con validación digital de nuestra identidad ¿Tendremos que pensar, por ejemplo, en un domicilio electrónico ciudadano único?

Como puede verse, son múltiples las situaciones que no hemos previsto, pero es indispensable ponerse hoy a pensar en cómo resolverlas de una manera novedosa, asegurando un mejor y mayor acceso a la justicia de toda la población, especialmente las personas más vulnerables, para quienes deberán pensarse regulaciones y medios suficientes para no sacrificar sus Derechos en la transición tecnológica en curso, sabiendo siempre que la tecnología es una herramienta y un medio, nunca un fin en sí mismo.

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