Aclaremos algo obvio: la carta de Cristina y los dichos escandalosos contra Alberto de la diputado Fernanda Vallejos son el mismo contenido dicho de dos formas distintas, una más cuidada y la otra menos hipócrita.
Según opiniones de gente muy diversa del arco partidario, vivimos por estos días en la Argentina una reproducción real de la novela de Mary Shelley, “Frankenstein”, tal cual afirma tanto Fernanda Vallejos desde el ultracristinismo, como el historiador Marcos Novaro, un fuerte crítico del gobierno.
Y es así. La gran dificultad institucional del presente político nacional es Frankensteina y la criatura creada por ella. El engendro surgido de una ingeniosa pero arriesgadísima operación política, apenas sobrevivió estos dos años destrozando todo lo que pasaba a su alrededor. La doctora intentó frenarlo pero sus soluciones no eran mejores frente a las torpezas de su criatura. Al fin y al cabo lo creó a su estilo y la criatura obedeció, a su torpe modo, todo lo que le pidió la doctora. Y ahora ambos tienen el problema, el destructor y la creadora del mismo. Es por eso que en forma colectiva el peronismo, que es el partido que gobierna la nación, está en la obligación de hallar una solución política aunque sea de compromiso por dos años más porque es muy difícil que el experimento que a duras penas sobrevivió dos años pueda seguir sobreviviendo.
Es el gran problema institucional argentino: que aquello por lo cual se llegó al poder es lo que está impidiendo ejercer el poder. Frankensteina no puede destrozar a la criatura que creó, pero tampoco puede dejarla que siga.
Comparado con las elecciones de 2019, el oficialismo perdió por 18 puntos menos, una catástrofe. Y el feo gabinete que se armó no contribuye en mejorar, aunque sea poco, el rumbo.
Hay un error gravísimo en la idea que sostiene Cristina y otra de sus criaturas frankenstinianas, Fernanda Vallejos: la de que se perdió por no radicalizar el gobierno, por no poner plata a paladas. Eso es una gran mentira porque todos los que piensan en radicalizar el gobierno los votaron, mientras que los que huyeron fueron los moderados que creyeron en que Alberto le daría equilibrio a Cristina y consensuaría con la oposición en vez de sostener o incrementar la grieta.
A los que les hablan Cristina y Vallejos con sus insultos a Alberto, votaron todos por ellos. En cambio. no les hablan a los que quieren algo más razonable, menos extremista, menos sectario, gente que se acercó al peronismo en 2019 desilusionados con Macri, pero que ahora se fueron, no necesariamente a Juntos por el Cambio que solo mantuvo sus votos, sino a cualquier lado donde había un opositor proponiéndose. Perdió mucho más el gobierno que lo que ganó la principal oposición. Por lo que hace lo que hizo Macri en 2019 de rescatar parte de lo que perdió en las PASO o disminuye aún más su caudal con lo cual le va a ser muy difícil gobernar porque la alianza entre Cristina y Alberto que lo sostiene está rota. Si se mantienen unidos será por el espanto, pero el experimento fernandista ya no responde, se rompió, voló por los aires. Se explicaba solo porque a pesar de ser terrorífico sumaba votos, no tenía ninguna otra ventaja como se demostró en estos dos años. Por eso si ahora ni siquiera suma votos, carece de valor alguno. Pero una nueva forma de gobernar, aunque sea de emergencia, convocando a todo el peronismo es difícil porque sus principales dirigentes en estos dos años metieron la cabeza como el avestruz, cada uno se recluyó en su territorio y ahora no se sabe de dónde sacarán coraje, salvo para salvar el pellejo que pueden perder.
El gabinete recién presentado es una clara fotografía de esas imposibilidades peronistas para poder liberarse o al menos limitar el omnímodo poder de Cristina, mucho más omnímodo del poder que realmente quedó para ella luego de las elecciones, en la que también Cristina pulverizó gran parte de su capital político. Porque es un delirio creer que acá perdió solo Alberto, la responsabilidad está compartida por más que ahora Cristina de manera brutal quiera que le crean que ella no tiene nada que ver con este gobierno y que desde el principio le venía advirtiendo la derrota. Eso de dejar solo a un hombre débil es una fantasía porque ese pequeño hombre no puede absorber en su pobre humanidad todo el costo del estrepitoso fracaso. Acá hay responsables mucho más fuertes, en particular ella, la creadora dela criatura. Porque pese a los destrozos que hizo la criatura, eso está en su naturaleza fallida, pero no es sino mínimamente culpable de las culpas cometidas por quien la inventó, verdadera responsable de todo lo que hizo la criatura, que otra cosa no podía hacer y que ahora, pese a que le echen las culpas, poco más podrá hacer.
La criatura le salió fallida pero si hubiera salido a imagen y semejanza de la creadora, como no salió, no por eso hubiera sido mejor, Quizá habría sido peor y provocado más destrozos que esta criatura frívola que pese a su aspecto es incapaz de ser tan cruel como su creadora. Frankensteina le dijo a su invención todo lo que tenía que hacer durante dos años y la invención obedeció lo mejor que podía incluso hasta la humillación. No obstante, ahora Frankensteina dice que la criatura es la única culpable de todo. Un colosal equívoco. Por más que Fernanda Vallejos tenga razón en muchos de los horrores que hizo el gobierno, le será imposible librar de su responsabilidad a Cristina. Y además, lo que Cristina propone es un remedio peor que la enfermedad aunque la enfermedad sea horrible. Ha decidido, en un nuevo viraje del relato, que Alberto fue la continuidad de Macri y que por eso hay que volver a antes del 2015, ese es el proyecto actual del kirchnerismo, volver atrás tratando de borrar de la historia K en los últimos dos años. Y en vez de rebelarse contra tal chifladura, la pobre criatura creada por la doctora Frankensteina, se dispone a obedecer otra vez pese a las humillaciones sufridas. Por eso este gabinete vergonzoso. Muy peligroso, al borde de la desintegración. Aunque acá no hay golpes sino golpeados, y no por conspiraciones malévolas sino por incapacidades colosales y por delirios llevados a niveles infinitos.
Con el nuevo (?) gabinete emparcharon algunas cicatrices a la criatura para que aguante hasta noviembre y después veremos si se la mata o se la deja viva. Por ahora la criatura sigue aceptando a una jefa que lo humilla como no se humilla ni siquiera al enemigo. Lo acusa de operar contra ella, de sacarle plata a los jubilados, de haber tenido la peor reacción del mundo contra la pandemia, de ajustar y apostar al déficit en vez del crecimiento. En algunas cosas no tiene nada de razón, como que operó contra ella, pero igual le hace entregar a su vocero como si fuera un criminal. Y él acata traicionando al amigo en nombre de una unidad inexistente. Aunque en otras cosas Cristina tiene razón, como que ajustaron a los jubilados o que hicieron la cuarentena peor del mundo. Pero la hicieron los dos, la criatura y la creadora. Que no intente zafar.
Sin embargo, aunque quisiera, Alberto no se le puede sublevar a Cristina, por dos crudas razones: no tiene con quién y no tiene con qué. He aquí la cuestión. Una novela de terror.