La elección estadounidense tiene consecuencias para América Latina, pero el tema está ausente en la campaña. El debate entre Trump y Harris mostró la ausencia de esta cuestión. El voto sudamericano tiene poca relevancia, con la excepción del venezolano, que ha ido aumentando su importancia a medida que la dictadura de Maduro ha provocado una emigración creciente. En una elección estadounidense votan más hispanos de origen salvadoreño que latinos de procedencia brasileña, aunque la población del país es treinta veces más grande que la primera.
La crisis venezolana se va prolongando y ello hace perder fuerza a la oposición y disminuye la importancia que el tema podría tener en la elección estadounidense. La elección que ganó Edmundo González Urrutia fue el 28 de julio. Su salida del país, gestada en un confuso y contradictorio pedido de exilio al gobierno español de Pedro Sánchez, ha debilitado la causa opositora, como era inevitable. La decisión del candidato electo fue en gran medida motivada por problemas de salud: una detención la hubiera deteriorado aún más en un hombre que tiene setenta y cuatro años.
Ahora, María Corina Machado intenta reactivar la movilización opositora convocándola en el ámbito internacional. Busca así que sus partidarios no se sientan aislados y abandonados tras la salida de González Urrutia. En cuanto a Estados Unidos, Trump hace dos semanas definió su posición claramente: dijo que si el gobierno estadounidense quería contribuir a la caída de Maduro, debía dejar de comprarle petróleo a Venezuela a través de empresas estadounidenses. Concretamente se refería a Chevron.
La Administración Biden respondió exigiendo a dicha empresa información sobre sus operaciones en Venezuela, pero sin adoptar ninguna decisión definitiva. En cuanto al apoyo militar y policial al régimen de Maduro, éste continúa manteniéndose, e incluso el ministro de Defensa y Jefe de las Fuerzas Armadas, Vladimir Padrino López, ha manifestado que los jefes y oficiales que son sancionados por Estados Unidos son los que están “en primera línea” en la lucha contra la oposición que busca “desestabilizar” al país.
En cuanto a Brasil, el 6 de octubre se realiza la elección de medio mandato, la cual está centrada en la puja por las alcaldías de las grandes ciudades. San Pablo es la primera ciudad de América Latina con doce millones de habitantes y es gobernada por un aliado de Bolsonaro, Ricardo Nunes, quien hace campaña con el apoyo formal del ex presidente. También cuenta con el del gobernador del estado de San Pablo, Tarcísio de Freitas, del partido republicano, que encabeza además una coalición de doce partidos.
Nunes comparte el primer lugar en las encuestas con Guilherme Boulos, candidato del presidente Lula. Venían polarizando la elección y poniendo de manifiesto el duelo que en la política brasileña libran Lula y Bolsonaro. Pero surgió un tercer candidato con posibilidades, Pablo Marçal, líder de un pequeño partido de derecha, el PRTB, y una figura nueva en el escenario político brasileño. Es un personaje proveniente de la antipolítica que cuando comenzó su campaña, intentó una alianza con Bolsonaro que no logró, pese a lo cual lo apoya frente a Lula.
Este tercer candidato ha surgido de la prédica religiosa y las redes sociales, donde se ha manejado con gran eficacia. En un reciente debate televisivo Marçal fue golpeado por José Luis Datena del PSDB, un partido tradicional. Respondió así a una agresión verbal de Marçal, quien quedó internado. Este episodio tuvo gran cobertura mediática y puede favorecerlo electoralmente. El debate mencionado fue organizado por la cadena de televisión O Globo, el diario Valor y la radio CBN. El sistema electoral es de doble vuelta, lo que puede favorecer una confluencia de la mayoría de los votantes de Nunes y Marçal en ella.
La segunda ciudad de Brasil por población es Río de Janeiro, donde el actual alcalde del PSD (un partido tradicional), Eduardo Paes, va por su reelección y ocupa el primer lugar en los sondeos. En el segundo se encuentra el candidato del partido de Bolsonaro (PL), Alexandre Ramagem, un ex delegado de la Policía Federal. Las chances están a favor del alcalde, quien incluso en algunas encuestas podría ganar en primera vuelta. Bolsonaro podría así triunfar en San Pablo y quedar segundo en Río de Janeiro, algo que mantiene abiertas las posibilidades de su fuerza política de competir en la presidencial de 2026, sea o no candidato finalmente de acuerdo a la evolución de sus causas judiciales.
El ex presidente mantiene un firme apoyo a Donald Trump en la elección estadounidense y se beneficiaría de un triunfo del candidato republicano el próximo 5 de noviembre. También ha tomado partido en forma definida por Elon Musk -dueño de la red social X- en su puja con la justicia brasileña. Bolsonaro aparece así como un firme aliado de los republicanos estadounidenses en el primer país de América Latina por población, PBI y territorio. Trump y Bolsonaro coincidieron en el ejercicio del poder simultáneamente en sus respectivos periodos, inmediatamente anteriores a los actuales presidentes de Brasil (Lula) y Estados Unidos (Biden). Si volvieran a ganar, se daría una situación similar, alineando a “las Américas” como eje de la derecha radical occidental.
La elección de medio mandato de Brasil pondrá en evidencia si el “bolsonarismo” sigue siendo una opción de poder en el país, mientras que la elección presidencial estadounidense puede fortalecerlo o debilitarlo hacia el futuro.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
