El que esto escribe pensaba referirse en esta columna a los hechos que embadurnan aún más al kirchnerismo, sus corrupciones, mentiras, hipocresías que muestran como la decadencia argentina se convirtió en degradación y nos interpela como sociedad, porque seamos francos, la “Casta”, no es un grupo excéntrico a la misma, han surgido del seno de ella.
Advirtiendo que el sábado 17 cuando se publica esta nota coincide con los 174 años de la muerte de San Martín qué mejor que recuperar la confianza que la Argentina, a pesar de todo, puede ser un grande país recordando a este hombre que no vio pasar la historia, sino que escribió con sus acciones páginas trascendentes de la misma.
Mitre percibió esa grandeza con su biografía Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana, mostrando que nos excede y tal vez, lo limitamos cuando nos referimos a él como “padre de la patria” ya que es figura continental y en algunas cuestiones, hasta mundial, universal.
San Martín fue ejemplo de vida y conducta austera, vivida con esfuerzo, sacrificio, disciplina desde su ingreso al ejército español a los 11 años y entrando en combate a los 13 años con su regimiento el Murcia. Participó en combates y batallas como oficial y jefe en enfrentamientos bélicos en tres continentes, África, Europa y Sudamérica, y en combates navales. Conoció la guerra en tierra y mar, en campañas y en el estado mayor.
Un militar completo es un estratega, el que sabe ganar la guerra y un táctico, el que sabe ganar una batalla. Lo importante no es ganar batallas, lo importante es ganar la guerra es un viejo aforismo militar. Tenemos un ejemplo en nuestra historia militar, el general José María Paz ganaba batallas, pero nunca ganó la guerra. San Martín reunía esas condiciones, diseñó una estrategia para ganar la guerra de la independencia, mostró su coraje personal en San Lorenzo y Chacabuco donde a pesar de ser el jefe condujo en persona la carga de caballería que decidió el resultado y su capacidad táctica en Maipú con el movimiento oblicuo que obtuvo el triunfo.
El cruce de los Andes demuestra su capacidad para planear una operación de envergadura. Desde la idea de desconcertar al enemigo con el cruce simultáneo de varias columnas obligándolo a dispersar sus fuerzas a preparar cuidando todos los detalles de alimentación, vestuario, transporte de material de guerra para cruzar una cordillera que no ofrece alimentos a los humanos y las pasturas para mulas y caballos son escasas.
Las bajas en el cruce no llegaron al 2% de los efectivos, claro contraste con el cruce de los Andes venezolanos por Bolívar que tuvo 50% de bajas.
San Martín demostró condiciones políticas extraordinarias. Su protagonismo para el proceso que llevó a la declaración de la independencia en Tucumán es indudable y su capacidad para enhebrar el acuerdo de los cuatro generales clave para actuar en la guerra en el contexto de la guerra civil desatada por Artigas y sus provocaciones a Portugal que pudieron ser fatales para la supervivencia de la única región que Fernando VII no había recuperado luego de su retorno a España.
Los acuerdos que promueve San Martín con Belgrano, Pueyrredón y Güemes, fueron básicos para emprender el cruce de los Andes. Otro hecho que muestra la sagacidad del Libertador fue la rápida comprensión cuando llegan los exiliados chilenos después de la derrota de Rancagua, que O´Higgins es el dirigente con quien debe entenderse para la concreción del plan continental.
Es un hombre culto, tiene una biblioteca importante para su época y sus recursos. Tiene claro el rol de la educación para la libertad y el progreso de los pueblos. En Mendoza muestra condiciones de buen gobernante con obras de riego, promoción de la vitivinicultura y la creación del Colegio de la Trinidad. Donde va promueve bibliotecas y no duda en donar sus propios libros.
El colapso del gobierno nacional en 1820, provocó que San Martín en su operación naval para llevar la guerra a Lima, centro del poder de la monarquía hispana en Sudamérica, contara solo con el respaldo de Chile y de sus oficiales del ejército de los Andes. Logró proclamar en Lima la independencia del Perú, pero no contaba con los apoyos necesarios para concluir su obra. No tuvo reparos en dejar que otro lo hiciera. Solo los grandes tienen esos gestos.
Decía Sarmiento sobre San Martín que: “la talla moral era tal que los hacia impenetrable a los dardos de sus críticos y cuyo solo nombre significaba Libertad y Honor”.
Hombres que se enfrentaron entre sí tienen punto de unión en San Martín. Sarmiento que publica en el Mercurio su nota sobre Chacabuco provocando la restitución de la pensión de Chile. Rosas que recibe su sable. Urquiza que le construyen en 1850 su primer monumento en forma de columna en Paraná y Mitre con su Biografía.
Que, apoyándonos en esta tumba gloriosa, parafraseando a Nicolás Avellaneda, nos de fuerzas para superar la degradación y nos preparemos para un mejor porvenir.
* El autor es Presidente de la Academia Argentina de la Historia y miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.