La Revolución Industrial llenó a Londres de capitales, mutando en una especie de banco mundial. Entre 1821 y 1823 se crearon unas seiscientas compañías para inversión en el exterior.
Las jóvenes naciones americanas —Colombia, Perú y México, entre otras— comenzaron a recibir financiamiento británico ya que los ciclos revolucionarios las dejaron en bancarrota.
En Buenos Aires, un grupo de empresarios, criollos y británicos, propuso al gobierno pedir sumas inglesas, ofreciéndose como contratantes. Ante una respuesta positiva adelantaron al Estado 50.000 libras a cambio de quedarse con la diferencia entre lo que se obtuviera y lo pedido. Sería la Baring Brothers & Co. la banca prestamista.
Los resultados superaron sus expectativas: alcanzaron un beneficio del 15%. “El gobierno, por su parte -señala el historiador José Luis Romero hijo-, había declarado que utilizaría el empréstito para construir un puerto, fundar dos pueblos de fronteras e instalar aguas corrientes en Buenos Aires (…). Sin embargo, cuando a mediados de 1824 estuvo disponible el dinero, se lo empleó para rescatar títulos públicos, que subieron de precio, y en parte para aumentar el encaje del Banco de Descuentos”. El resto del dinero terminó agotándose en la guerra contra Brasil.
Generalmente, Bernardino Rivadavia es criticado por las condiciones del empréstito sin embargo, eran las que se acostumbraban por entonces: “El Gobierno recibía el 70% de la suma total, por lo que pagaba un interés del 6%. Un empréstito similar, contratado directamente por el Gobierno del Perú ese año, se había colocado al 75%, corriendo el Estado con los gastos de gestión”, apuntó el citado historiador.
Su participación en este tipo de negociaciones le valieron los motes de “cipayo”, “vendepatria” y “pro-inglés”. Pero desde 1810 y aún después de Rivadavia, en numerosas oportunidades los hombres que condujeron nuestro destino dieron lugar a las prerrogativas inglesas o los beneficiaron de alguna manera. No olvidemos que San Martín zarpó desde Londres hacia su destino americano y que Dorrego firmó una paz con Brasil trazada por Gran Bretaña, país en el que se refugió Juan Manuel de Rosas.
Con la renuncia de Rivadavia entramos en cesación de pagos y una serie de bonistas extranjeros comenzaron a reclamar al gobierno nacional. Años más tarde, siendo Rosas gobernador, los ingleses tomaron las islas Malvinas. La primera respuesta fue amonestar por escrito el hecho, pero el escarnio fue temporalmente escaso y Rosas ofreció pagar a los bonistas ingleses con el archipiélago.
Según el historiador Ruiz Moreno en 1838 se dio a Manuel Moreno, ministro argentino en Londres y hermano de Mariano, la siguiente directiva: “Adicional a las instrucciones dadas con fecha de hoy (…). Insistirá que se le presente el reclamo respecto de la ocupación de las islas Malvinas, y entonces explorará con sagacidad sin que pueda trascender ser idea de que este Gobierno si habría disposición en el de S.M. B. a hacer lugar a una transacción pecuniaria, que sería para chancelar la deuda pendiente del empréstito argentino”.
No se sabe si Moreno realizó alguna gestión por entonces, pero en 1843 llegó a Buenos Aires François Falconnet, enviado por Baring Brothers & Co. para renegociar la deuda y se le ofreció oficialmente cancelarla con Malvinas. Falconnet no aceptó. Rosas insistió a través de correspondencia, la misma se conserva en los archivos de la Baring.
* La autora es historiadora.