El gran triunfo de Javier Milei imponiéndose como el nuevo presidente de la Nación, tiene sus explicaciones.
En esta oportunidad me quiero referir a mi experiencia particular vivida en nuestra provincia, pero seguramente mucho de lo vivido podría extenderse con gran similitud al resto del país donde ocurrieron cosas similares.
Mendoza es anti kirchnerista, está más cerca de las ideas liberales y podría seguir enumerando muchas cuestiones mas del pensar mendocino, pero quiero rescatar algo puntual de las elecciones del 22 de octubre y 19 de noviembre, que fue fundamental para el resultado de las mismas, la fuerza del voluntariado.
Como venia la mano de política sucia , los ataques de todos lados a Milei también se verían seguro en el acto eleccionario con todos los vicios que los aparatos de los partidos manejan para socavar el voto rival.
En esta elección la presa era el voto a Milei, se robaron boletas, garabatearon boletas, rompieron boletas, escupieron las boletas, así pasó en muchas escuelas.
Había que prepararse para esas batallas. La estrategia fue primero aumentar la cantidad de boletas para una inmediata reposición ante el robo o destrucción de las mismas, con un grupo de chasquis que con sus vehículos cubrieran esta labor, y segundo estar presente en el conteo de los votos.
Para hacer esto se necesitaba mucha gente, muchos fiscales. La Libertad Avanza no era gobierno ni nacional, ni provincial con los recursos típicos de los que tienen el poder ni la plata- que obvio no es de ellos -, o el miedo con la presión al empleado público para que cumpla como fiscal del partido gobernante en las mesas.
El desafío era ver cómo se conseguía esa gente que se necesitaba.
Solo había una posibilidad, los voluntarios, y esta fue una de las causas del éxito de la elección, aparecieron muchos voluntarios, apareció la fuerza del voluntariado.
Se define al voluntariado como una apuesta por la participación y solidaridad, en forma libre sin coacción, que refleja una conciencia social convertida en acción.
En lo personal participé con la fiscalización de Capital donde colaboraron 263 fiscales voluntarios en octubre, y casi 600 en noviembre, para 298 mesas.
Toda esta gente se movió solo por amor a la patria, por querer cambiar, por una esperanza, grandes, jóvenes, de distintos estratos sociales, todos generando un entusiasmo contagioso que llegaba a emocionar, como, por ejemplo, a Cecilia una madre joven con dos niños de Rodeo de la Cruz que fiscalizó en Capital, o Silvia y Milagros madre e hija, Guillermo y Diana esposos que no quieren que sus hijos se vayan, y así se replicó en todos los departamentos.
Como puede verse, sin la fuerza del voluntariado no se habría logrado este gran éxito electoral, el actuar con el corazón le gano al poder, a la plata, a los aparatos tramposos de los partidos, a la neutralidad, al voto en blanco. Ojalá la dirigencia aprenda la lección.
* El autor es abogado.