La guerra... las guerras

Cuando la guerra deviene global desaparecen límites, cambian “teatros de operaciones” y actores.

La guerra...  las guerras
Estudiante participa en una manifestación por la paz para conmemorar el aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial en Mumbai, India, el sábado 6 de agosto de 2022. (AP)

El fin de una guerra no siempre significa que el vencedor por las armas gane la paz. El fin de la guerra fría, proclamada como “El fin de la historia” obedeció a tres razones:

1° la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, 1973/75 en Helsinsky. Reconoció la integridad territorial de los Estados, la inviolabilidad de sus fronteras, la igualdad soberana; la abstención al uso de la fuerza y la solución de controversias por medios pacíficos; derecho la igualdad y a la autodeterminación de los pueblos, el principio de no intervención en asuntos internos y el respeto a los derechos humanos entre otros.

El 2° desencadenante, y no menor, fue que Juan Pablo II, junto a Reagan trabajaron para mostrar la obsolescencia de principios básicos del mundo socialista como la internacionalización del proletariado y la negación del individuo (“homus sovieticus”).

La 3° razón, no fue real, pero se la tomó como tal; la iniciativa de Defensa Estratégica de Reagan (1983), basada en el concepto de Alta Frontera en la defensa estratégica: desarrollar un sistema de armas basadas en tierra y en el espacio apoyada tecnologías existentes. El costo para Rusia de construir un sistema de defensa que pudiera contrarrestar aquella, era para la sociedad soviética imposible de afrontar sin quebrantar letalmente su economía soviética. Cabe mencionar que las investigaciones sobre los sistemas de armas en la URSS eran totalmente secretas y no se pensaba en usos civiles de dichos desarrollos

La ilusión de hegemonía unipolar estadounidense duró poco. La incorporación de China al mercado mundial con productos copiados a Occidente y una apertura a las corporaciones internacionales para radicar industrias basadas en mano de obra barata, le permitió en poco tiempo integrarse al sistema capitalista mundial con su ideología comunista.

Esta integración ya se presentaba como irreversible a fin del siglo XX. Pero no sólo inundó el mercado global con su productos de bajo costo, sino que comprendió que la clave de su futuro desarrollo descansaba en la revolución tecnológica, el control y predominio de las redes, en el procesamiento de la información que permite tomar decisiones estratégicas en tiempo real a nivel mundial. Al punto de plantearse ya como el poder global emergente en el 2045.

El juego en el tablero mundial comienza con la recomposición de relaciones con Rusia en el plano de la investigación prospectiva en ciencia y tecnología, para recientemente consolidarse en el plano político y económico con una alianza estratégica.

Acontecimientos en otros niveles, como la epidemia del covid19 y la invasión rusa a Ucrania aceleraron su apuesta con el poder científico y tecnológico que excede el poder militar.

En una anterior colaboración, analicé los planes a largo plazo de China, Rusia, EE.UU. y UE. de investigaciones científicas como una nueva guerra fría tecnológica. Con la guerra ruso-ucrania se intensifica. Afecta también otros campos, no solo devasta la economía y las cadenas globales de producción, los suministros de energía y alimento, y ha desplazado a millones de personas. La misma ciencia deviene terreno de conflicto. la guerra impacta en la investigación, la cooperación internacional, en todos los campos de estudios y en los mismos científicos, lo que hace temer por el futuro de la ciencia.

El ambiente representa otro frente de conflicto: el cambio climático, la biodiversidad y la evolución del bioma; por ejemplo la viruela del mono, puede extenderse a roedores y otros animales; en este teatro el conflicto puede ser tan incontrolable, como el uso de vectores nucleares por la extrema debilidad y falta de preparación de las infraestructuras de salud y sanitarias en todo el mundo.

Otro teatro de operaciones se focaliza en los avances de China en materia de computación, redes y microcontroladores en los últimos años, como SMIC, uno de sus gigantes del sector de los semiconductores que ya produce chips de 7 nanómetros, un logro clave, pese al cierre de su acceso a los utilizados en supercomputación e inteligencia artificial que generan acciones de Estados Unidos.

La respuesta de EE.UU es aumentar las restricciones también en semiconductores, en una guerra sorda que es una carrera en el tiempo para retrasar el ascenso de China a superpotencia, y permitirle mantener la supremacía tecnológica de sus tres diseñadores principales (AMD, Intel y NVIDIA) junto con Qualcomm y Micron frente al empuje asiático, siempre con la ayuda de Europa y ASML.

No puedo descartar amenazas estratégicas futuras como la relación sino-rusa. La economía rusa depende crecientemente de China, pero las relaciones comerciales con Occidente son para China mucho más importantes que con Rusia. Más allá de históricos reclamos territoriales, o las conveniencias del conflicto actual, resurgirán en el futuro. Tampoco las que puedan presentarse con ciertas tecnologías, como la Inteligencia Artificial. Destacados científicos como Stephen Hawking, empresarios como Elon Musk y expertos en inteligencia artificial firmaron una carta abierta en 2012 que pedía investigar sus riesgos e impactos sociales. . Un informe de Michael Cohen y Michael Osborne, (Universidad de Oxford) analiza cómo podrían construirse artificialmente sistemas de recompensa de la la IA avanzada que podría acabar con los humanos porque las máquinas terminarán rompiendo las reglas y competirán inevitablemente por sus necesidades energéticas, dado los escasos y limitados recursos de la Tierra.

No es posible agotar presentes y futuros conflictos, todos ellos pueden parecernos muy lejanos, pero nos afectarán de igual modo que la actual guerra. Estas guerras se libran en otros campos, con diferentes oponentes y nuevas tecnologías. ¿Qué podemos hacer? Estar advertidos y comenzar a pensar que nuestro futuro no está sólo en nuestras propias manos. Por ello nuestros países e instituciones necesitan invertir estratégicamente en capacidades, personas, procesos, estructuras y tecnología -cooperativamente con otros estados en iguales condiciones -para afrontar los riesgos que surgen de un panorama geopolítico complejo de alta peligrosidad.

* El autor es Doctor en Historia. Analista de Futuros.

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